La sacó del parque
La salida de Julia Miranda Londoño de la dirección del Sistema de Parques Nacionales es una mala noticia para el sector ambiental del país y deja muchos interrogantes sobre las motivaciones en la solicitud de renuncia que le hizo el ministro de Ambiente. El Gobierno podría estar jugando con candela si pierde el rumbo que dejó consolidado una mujer seria, riguroso y amante de nuestra biodiversidad. Su legado vale oro.

- Por: Luis Fernando Ospina.
- Publicación: diciembre 16, 2020
- Actualización: abril 13, 2021
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Julia Miranda, hasta hace unos días Directora de Parques Nacionales, es otra de esas especies en vía de extinción y una nueva víctima de los animales salvajes que se siguen moviendo con agilidad felina dentro del planeta de la mala política, de la politiquería.
Y como hay que ser coherentes, no hablaré de esa politiquería, salvo para decir que no son casuales las advertencias sobre los riesgos que se ciernen sobre el Sistema de Parques Naturales Nacionales si resulta cierto que la llegada del nuevo jefe, Orlando Molano, obedece a intrigas e intereses de alta montaña de convertir lo natural en selvas de cemento, como si no fuera suficiente haber permitido que gran parte de esos parques se los tomaran los narcos y los contrabandistas.
No conozco ni la persona ni la obra de Molano, pero sí la de Julia Miranda, porque casualmente estuve en su posesión como Directora en 2004 y he seguido su huella en la defensa de lo que a veces nadie defiende: la biodiversidad del país.
Y por eso creo que allí radica lo valioso que ha hecho la doctora Miranda. Me refiero a esa masa crítica de aliados y expertos en los temas de conservación, pero, sobre todo, de construir confianza con las comunidades asentadas en las 59 áreas protegidas del Sistema Nacional.
El trabajo serio, riguroso y firme, que son características que lamentablemente no se ven en muchos otros eslabones de la institucionalidad colombiana, resulta un escudo de protección y de defensa en caso tal de que alguien quiera convertir en piñata y festín la inmensa riqueza natural del país.
Siempre he creído que una de las tragedias colectivas de Colombia es que todos estamos bajo sospecha. En el caso del remplazo de Julia Miranda ya sonaron las sirenas de emergencia, y cuando el río suena, piedras lleva.
Me resisto a creer que en medio de semejante crisis climática y sanitaria, con un virus de origen zoonótico no resuelto y, por el contrario, cada vez más agresivo y mortal, y con irrefutables evidencias del cambio climático, el Gobierno esté interesado en avanzar en una recuperación verde y sostenible a costa de la protección de los ecosistemas.
Haber llegado a la consolidación de un sistema de parques nacionales y al fortalecimiento de las áreas protegidas no sólo es uno de los frutos maduros de la Constitución del 91, sino la consecuencia lógica de haber encontrado en Julia Miranda una profesional íntegra y enamorada de lo público, tantas veces pisoteado y estigmatizado, con razón en algunos casos, porque es evidente que el valor de lo público se ha desvalorizado como consecuencia de la mala política y de la politiquería.
El Gobierno, porque no creo que haya sido solo una decisión del ministro de Ambiente sacar a la doctora Miranda, está jugando con candela y tiene el agua lejos. Los ojos de la comunidad internacional están puestos sobre el país, dada la alta inversión ambiental que se viene dando a través de la cooperación multilateral y por los compromisos adquiridos por el Estado en torno al cambio climático, el crecimiento verde, la transición energética y la economía circular.
Así las cosas, como dicen los pelaos ahora, Julia Miranda la sacó del parque con su gestión y su legado. Esperemos que el Gobierno, que ya la sacó a ella del cargo, no permita que las sirenas de alerta que ahora suenan resulten apenas un anticipo de una conflagración más grave que destruya en segundos la aún débil institucionalidad ambiental que la saliente directora de Parques ayudó a construir, incluso por encima de la politiquería que nunca la dejó de rondar.

Luis Fernando Ospina.
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