Educación: de las aulas a las UCI

El cierre de las escuelas como consecuencia de la pandemia dejará efectos devastadores entre los niños de todo el mundo, pero en especial en los de América Latina, donde 100 millones de ellos se quedarán rezagos y, peor, habrán perdido los avances logrados durante años en torno a sus competencias y oportunidades. El informe de la UNESCO es desalentador: “estamos ante una catástrofe generacional” que durará décadas y tendrá consecuencias negativas sobre el desarrollo mundial. La ONU convoca reunión global de emergencia para este 29 de marzo.

Educación en tiempo de pandemia

El proceso de formación y fortalecimiento de la capacidad de aprendizaje en los niños está en cuidados intensivos en todo el mundo por efectos de la pandemia y sus efectos en el mediano plazo se prevén catastróficos no sólo para ellos y sus familias, sino para el desarrollo global.

 

Mientras en términos económicos estamos ante una década perdida, en relación con la educación afrontamos una “catástrofe generacional”, según la Oficina de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que ayer entregó su más reciente informe sobre los efectos del COVID-19 en el proceso de aprendizaje de los niños como consecuencia del cierre de escuelas y la falta de acceso a la tecnología.

 

La conclusión del estudio hay que leerlo varias veces para poder dimensionar esa tragedia: “los niños perdieron los avances logrados en competencias de lectura” y los países más afectados por el cierre de las escuelas “tardarán incluso una década para volver a los niveles que se tenían antes de la pandemia”, dando por hecho que la apertura de los centros educativos será una prioridad en los planes de reactivación pos pandemia.

 

El problema, según la UNESCO, es que eso no parece estar en la agenda de los gobiernos. Pese a que la mitigación del abandono escolar y las pérdidas de aprendizaje requieren que la educación sea una de las prioridades de la recuperación de la crisis derivada la pandemia, el 65% de los gobiernos de países de renta baja redujeron sus presupuestos de educación, los de renta alta también los cortaron, un 35%. La agencia de la ONU destacó que los paquetes de estímulo fiscal asignan únicamente un 2% al renglón educativo.

 

En América Latina los estragos son peores que los del resto del planeta. En nueve de los 14 países donde la mayoría de escuelas permanecieron cerradas entre marzo de 2020 y febrero de 2021, están en esta parte del Continente, con casi 100 millones de estudiantes afectados. Panamá es el país que mantuvo las escuelas cerradas la mayor parte de los días, seguido de El Salvador y Bolivia.

 

Colombia ha sido uno de los países con mejores respuestas a la crisis, pues casi el 75 por ciento de los estudiantes han estado bajo el modelo de alternancia en los últimos meses y eso ayudó a mitigar los estragos del cierre de las escuelas.

 

El dato es desalentador, pues los estudiantes que tenían deficiencias en competencia lectora antes de la pandemia estaban disminuyendo y se proyectaba que pasaran de 483 millones a 460 millones en 2020. La cifra se disparó a 584 millones, un incremento del 20%, y “anuló los avances logrados en veinte años”, señala la UNESCO.

 

Cerca de 214 millones de niños, uno de cada siete alumnos en todo el mundo, se perdieron más de las tres cuartas partes de su aprendizaje presencial, mientras que más de 888 millones continúan enfrentando interrupciones en su educación debido al cierre total y parcial de escuelas, según la ONU.

 

educación a través de aulas vacías
Esta es la imagen que no quisiéramos ver jamás. Aulas vacías y estudiantes en cuarentena, sin posibilidad de avanzar hacia un futuro mejor. Foto: Cepal.

 

Los hallazgos de UNESCO

Volver al punto del camino en que se encontraba el mundo puede llevar una década, aunque se podría conseguir para 2024 con un trabajo excepcional que contemplara clases de recuperación, entre otras medidas, según la UNESCO.

 

Los datos indican que los centros escolares interrumpieron las clases presenciales total o parcialmente un promedio de 25 semanas desde que comenzó la pandemia, pero hay países o zonas que han mantenido los cierres un año y que no cuentan con regresar a las aulas durante el presente año escolar.

 

Las consecuencias de dichos cierres y la falta de acceso a la tecnología son lamentables. En el caso latinoamericano, sólo el 42% de los niños en el último año de secundaria eran capaces de leer sin dificultades al término de 2020, mientras que en 2019 esa cifra era de 55%.

 

El promedio mundial disminuyó de 41% a 34% en el mismo periodo.

 

La UNESCO estima que si no se aceleran los esfuerzos, el ritmo de progreso que había antes de la pandemia no se recuperaría hasta 2035, mientras que si esa labor se impulsara un 20%, se llegaría al mismo punto en 2029.

 

Nicaragua y la Guyana Francesa fueron los dos países de la región con la menor pérdida del año escolar por los cierres de las aulas, con un promedio que oscila del 10% al 34%. Brasil, Paraguay, Bolivia, Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica y Panamá registraron la mayor pérdida, con una media de 75% a 89%.

 

La situación de América Latina, aunque es peor respecto del resto del mundo, no es muy distinta en otras regiones, pues las escuelas estuvieron abiertas y operan regularmente en la mitad de los países del mundo (107), principalmente en África, Asia y Europa, donde 400 millones de alumnos son de preescolar hasta secundaria.

 

En 30 países las escuelas permanecen cerradas, afectando a 165 millones de estudiantes. Los cierres parciales por zonas y grados escolares, o con asistencia reducida que se llevan a cabo en 70 países, impactan cerca de mil millones de alumnos, dos tercios de la población estudiantil mundial, toda una tragedia que trasladó los efectos del COVID-19 de las salas de cuidados intensivos del sector médico a las aulas de clase del sector educativo.

 

Luis Fernando Ospina.
Luis Fernando Ospina.

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