Nuevas formas de energía para Colombia: una conversación sobre la transición energética del país

En el contexto de la crisis climática, es clara la importancia de hacer una transición hacia el uso de fuentes de energía que no estén basadas en los combustibles fósiles. ¿Qué papel podrían jugar en Colombia las energías solar, eólica y nuclear? ¿Cuáles son sus ventajas y desventajas? ¿Es viable reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles? Sobre estos y otros asuntos relacionados estuvimos conversando con Santiago Ortega, experto en energía.

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En el contexto del día mundial del ahorro de energía el pasado 21 de octubre, en Territorios Sostenibles conversamos con el ingeniero Santiago Ortega, quien es el Director de “Emergente energía sostenible” y experto en temas de energías limpias y renovables. Con él conversamos sobre el uso de combustibles fósiles como principal fuente de generación de energía, el papel del fracking en los planes de recuperación, y la posibilidad de tener un sistema energético en el que se combinen diferentes formas de generación de energía, todo en el contexto de la transición hacia el uso de energías más limpias y renovables que no sólo es necesaria sino también urgente por la crisis climática. Agradecemos a Santiago su disposición para conversar con nosotros y sus valiosos comentarios.

 

Territorios Sostenibles (TS): Hoy en día la mayor fuente de energía en Colombia y el mundo siguen siendo los combustibles fósiles en sus diferentes formas: petróleo, carbón y gas. Incluso sabemos que en Colombia la economía depende en gran medida de los combustibles fósiles, particularmente del petróleo, y que Ecopetrol sigue siendo la empresa más grande del país. ¿Cómo se imagina que Colombia podría avanzar en una transición energética

 

Santiago Ortega (SO): Lo primero para conversar de este tema, es que es importante resaltar que el país lleva recorrido un camino muy importante en la dirección de la transición energética. Un punto importante en este sentido en Colombia, en comparación con otros países como Estados Unidos, es que todos los partidos políticos, todo el espectro político, independientemente de sus diferencias en otros temas, están a favor de la transición energética. Desde el año 2014 en el Gobierno del presidente Santos con la implementación de la ley 1715 se ha venido avanzando en el proceso de transición. El gobierno actual incentiva y celebra cada planta de generación de energía eólica o solar que “nace” en el país, e incluso realizó una misión de transformación energética para incentivar la transición hacia formas de energía renovables. En este sentido, esta posición del Gobierno es bien importante para el mercado, porque para lograr transformar efectivamente la matriz energética colombiana añadiendo formas de energía renovables, es importante tener un marco regulatorio estable que incentive a los inversionistas, y esto está pasando en Colombia. Actualmente, en el país tenemos incentivos tributarios significativos que han impulsado diversos proyectos relacionados con las energías renovables. Por ejemplo, el gobierno anterior y el actual han lanzado diferentes subastas para generación de energía eólica y solar en la Guajira que darán lugar a la generación de 2000 MW/h para el año 2022 o 2023.

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También es muy importante notar que además de los proyectos grandes, también han surgido una gran cantidad de proyectos de menor tamaño. Es difícil saber cuántos son en realidad porque no todos están registrados ni aplican a incentivos tributarios, pero de acuerdo con cifras del gobierno se tienen mínimo 400 proyectos de este tipo, y de acuerdo con expertos, podemos alcanzar una generación de aproximadamente 100 MW a través de paneles solares instalados en techos de usuarios finales. Eso significaría que la planta solar más grande de Colombia no sería la de El Paso en El Cesar que tiene 80 MW instalados, sino que sería una generación distribuida en múltiples lugares. Y esto no hace sino crecer.

 

Esto puede explicarse en parte porque cada vez los paneles solares son más baratos, incluso durante el tiempo de pandemia y a pesar del alto valor del dólar, el costo de los paneles solares disminuyó causando que cada vez más personas quieran involucrarse en la generación de su propia energía.

 

En realidad creo que Colombia está muy bien con la promoción del uso de las energías renovables, evidentemente falta que el mercado sea más maduro y crezca, pero en general el Gobierno está muy alineado con la regulación, y los empresarios con el mercado. Estos, a mi juicio, son los elementos fundamentales para que se lleve a cabo el proceso de transición.

 

TS: De acuerdo con lo que plantea sobre los avances de la transición energética en Colombia, ¿podríamos decir que el país es líder en Latinoamérica en la transición energética hacia el uso de energías más limpias?

SO: Esta respuesta depende del enfoque que le demos. Si hablamos de tamaño, capacidad instalada o de la existencia de plantas grandes, hay otros países como Brasil, Perú, Uruguay, Chile, e incluso México, que en este momento van más adelante que Colombia. Esta situación puede que cambie con la instalación del gran proyecto eólico en la Guajira que mencioné anteriormente.

Pero en términos del usuario final Colombia está más adelante. El país es más potente en temas de conexión e intercambio de energía con la red y el uso de las baterías. Colombia, a  través de la misión de transformación lanzada hace un par de años, ha avanzado significativamente en el proceso de transformación y adaptación del sector energético a las nuevas condiciones del mercado.

Desde el Ministerio de Energía, el alto Gobierno y la Comisión de Regulación de la Energía, se promueven desarrollos e implementaciones de una manera a la que no estábamos acostumbrados, y que terminan modificando el sistema de una forma muy importante. Por ejemplo, se han implementado diferentes estrategias de regulación y se han habilitado posibilidades de negocios de energía para el usuario final como los agregadores de demanda (el usuario decide desconectarse del sistema por un incentivo), el tema de datos y los medidores inteligentes de energía. En general, en estos temas e iniciativas puede considerarse que Colombia es líder en la región en comparación con los otros países Latinoamericanos.

 

TS: Una discusión que se ha adelantado en el país durante los últimos meses es sobre la posible extracción de reservas de gas mediante fracking. En el contexto de que Colombia ha apoyado e incentivado de manera significativa la transición hacia la generación con otras fuentes de energía, ¿cómo considera que entra el fracking en la ecuación?, ¿qué papel puede jugar el fracking en el contexto de la transición energética y frente a la actual crisis climática?

SO: Considerar el fracking es como “prenderle una vela a dios y otra al diablo”, pero es necesario darse unos toques de realidad. El 30% de los ingresos de Colombia son gracias al petróleo, es necesario reconocer que Colombia es un país petrolero y los países energéticos en el marco de la transición energética tienen que diseñar un plan que efectivamente sea de transición. Esta transición tiene que llevarse a cabo sin poner en riesgo los ingresos que sostienen el 30% del presupuesto del país. En mi opinión, el fracking es una alternativa que hay que analizar con cuidado, porque hay muchas y diversas maneras de hacer fracking que traen riesgos diferentes.

 

El fracking no es una técnica nueva pues viene haciéndose desde hace 40 años; entonces la decisión en este momento de hacer fracking termina dependiendo de una necesidad de mantener un negocio andando, pero al mismo tiempo empezar a transformarlo. Hay grandes complejidades en el largo plazo.

 

La primera estaría relacionada con la decisión del país y de Ecopetrol de invertir gran parte del presupuesto en fracking, con los riesgos ambientales que esta decisión trae, y con los riesgos sociales y reputacionales tan altos asociados, en una apuesta que puede que no de los resultados esperados. Tratando de explicar más a fondo esta idea: la relación de Colombia con el petróleo es tóxica, en el sentido en que somos un país petrolero que depende del petróleo, pero como país no tenemos la capacidad de modificar el precio de ninguna manera. En el contexto mundial, otros países tienen la capacidad de modular y modificar el mercado del petróleo, pero Colombia no tiene esa capacidad y entonces está a merced de los mercados internacionales. Por lo tanto, un gran riesgo con estas técnicas de extracción no convencionales es que son típicamente más costosas que extraer crudo normal, y dado que dependemos del mercado internacional, un escenario posible es que en algún momento el valor pagado a Colombia sea muy bajo.

 

Por otro lado, es necesario entender que hasta el momento, la idea del fracking está en fase exploratoria y no parece viable tomar la decisión de dejar de utilizar el petróleo. Tanto en Colombia como en el mundo, usamos el petróleo de múltiples maneras que involucran los  combustibles, pero también para productos agroquímicos, insumos para la industria, el plástico, los perfumes, y en general para una gran cantidad de productos. El petróleo es un producto alrededor del cual nos organizamos como sociedad, muchas cosas del mundo actual terminan dependiendo del petróleo.

 

TS: Tratando de entender mejor la posible transición energética en Colombia, ¿la extracción de gas natural es una forma adecuada de abordar esa transición?, ¿proyectos de este tipo le apuntan a la transición?

SO: La transición se ha planteado como el paso hacia el gas natural. La idea que se propone es similar a lo realizado en Estados Unidos cuando se impulsó el uso del fracking y logró reducir las emisiones de carbono por cuenta de la disminución del consumo de carbón. El gas natural se volvió un combustible más barato que el carbón causando que las industrias decidieran usar gas en vez de carbón.

 

En Colombia somos muy dependientes del gas natural, por ejemplo en las redes de consumo domiciliario, y vivimos en una constante amenaza de que en el mediano plazo el gas se va a agotar. Todavía hay recursos en los pozos Chuchupa y Ballena e incluso hay un par de proyectos nuevos, pero la amenaza es inminente.

 

Indiscutiblemente hace diez años el gas se veía como el combustible de transición, pero creo que esa percepción ha cambiado y hoy no lo es tanto. Creo que hay señales bastante fuertes de otro tipo, por ejemplo en temas de movilidad las baterías eléctricas han ganado bastante protagonismo. Puede que sigamos usando gas para industrias, pero para movilidad el tema ya es eléctrico. Además puede que llegue el hidrógeno y eso causaría que la industria prefiera este tipo de generación a el gas.

 

En mi opinión personal, creo que deberíamos explorar otras formas de generación de energía y aprovechar la transición energética, sobre todo por el riesgo social y reputacional. Me preocupa que haya una alta dependencia de los combustibles fósiles y por concentrarnos en coger la cola de lo que queda de ese mercado perdamos de vista un nuevo mercado que está creciendo.

 

TS: Pensando en cuáles son las nuevas fuentes de energía hacia donde Colombia debería moverse, podríamos considerar dos tipos. Las que llamamos típicamente renovables, como la energía solar y la eólica, y una es que muy controversial que es la energía nuclear. ¿Cree que es factible involucrar  de manera más protagónica estas formas de generación en la matriz energética?

SO:  En particular, hablando de la energía nuclear, creo que no es factible. Y lo digo con tristeza porque soy un enamorado de la energía nuclear, pero la energía nuclear tiene que enfrentarse a asuntos de mercado que son innegables. En Colombia la regulación premia a las fuentes confiables de energía (grandes embalses y centrales térmicas) para dar energía firme y garantizada al país. La energía nuclear podría tener en el futuro estos incentivos. Además, en el país se premia a las fuentes no convencionales de energía renovable, y la energía nuclear cabe como fuente no convencional de energía. Entonces este tipo de energía podría tener deducciones de impuestos y otros beneficios tanto por ser firme como por ser no convencional. Es decir, tiene los dos conjuntos de beneficios que da la regulación.

 

Sin embargo, con los costos que tiene la energía nuclear y con la configuración que tiene el mercado colombiano veo muy difícil que sea factible en los próximos años. Hay dos razones fundamentales:

 

La primera es que los grandes embalses dan energía a muy buen costo, muy barata. En Colombia la energía hidroeléctrica es la base de la generación de energía y a precios muy bajos. Desde mi percepción la energía nuclear es muy costosa para servir como soporte de la energía hidroeléctrica, y si se fuera a considerar como base de la generación, no creo que los costos sean competitivos al lado de los de la hidroeléctrica. Por los costos actuales, veo muy difícil que la generación de energía nuclear pueda competir con la generación hidroeléctrica o la térmica. El sector eléctrico Colombiano funciona por medio de una subasta en donde gana el precio más bajo por KW/h. Siendo así es muy difícil, por los costos, que la energía nuclear pueda competir.

 

Por otro lado, la construcción de una planta nuclear toma alrededor de 10 años, que es mucho tiempo en comparación con los 18 meses que toma montar una planta solar, además de que la planta solar puede estar instalada de manera fragmentada en múltiples lugares. Y hasta aquí no hemos hablado de los impactos y riesgos sociales, ¿qué ciudad de Colombia va a querer una planta nuclear en su territorio?

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En mi concepto, el futuro de la energía nuclear no es la generación como la conocemos hoy, necesitamos una próxima generación de energía nuclear con reactores modulares más pequeños y más económicos. Creo que en esa próxima generación de energía nuclear, que esperamos se implemente alrededor del año 2030 y podría estar llegando a Colombia alrededor del año 2045, sería más factible para el sistema energético colombiano.

 

TS: Hablando de la importancia de la generación hidroeléctrica en la matriz energética de Colombia, ¿cómo va a evolucionar este tipo de generación en el contexto del cambio climático?, ¿cómo podríamos empezar a prepararnos para posibles crisis climáticas que pongan en riesgo la estabilidad de la generación hidroeléctrica en el país?

SO: En este momento estamos empezando a trabajar en un proyecto de investigación en el que de manera preliminar intuimos que las energías eólica y solar son complementarias a la generación hidroeléctrica. Lo que intuimos es que el mercado va a evolucionar hacia el tema de la complementariedad. Por ejemplo, en épocas de sequías y menor precipitación es posible tener mayor radiación y poder aprovechar mejor la energía solar, o en temporadas de fortalecimiento de los vientos alisios éstos pueden aprovecharse mejor para generación de energía eólica. Entonces estas formas de energía pueden entrar a complementar la generación hidroeléctrica.

 

Actualmente el tamaño de generación de las energías solar y eólica no es comparable con la hidroeléctrica, pero pensando en que estas formas de generación están creciendo en el país, es pertinente empezar a evaluar cómo se podrían convertir estos tipos de energías en complementos de la generación hidroeléctrica

 

Por otro lado, es importante resaltar que hace 10 años la energía eléctrica no se podía almacenar, pero hoy en día se tienen baterías de gran capacidad, incluso del orden de MW, que permiten almacenar energía. Esta existencia de baterías nos dan un mecanismo adicional para cambiar los picos de demanda y para manejar el sistema de manera distinta, mecanismo en el cual el usuario final juega un papel crucial. Aquí aparecen dos conceptos de este nuevo mercado que a mi juicio son importantísimos: uno son los temas de autosuficiencia y autogeneración, y el otro es el tema de flexibilidad.

 

La autosuficiencia hace alusión a la posibilidad de que cada usuario tenga sus paneles solares y genere su propia energía, para su casa, su empresa o demás. Y la flexibilidad se refiere a que si el usuario tiene sus propias baterías puede ser autónomo, y considerar conectarse a la red en momentos de necesidad, o para vender excedentes de energía, pero se conectaría a la red sólo en ciertas épocas. Eso podría disminuir el estrés al sistema.

 

Anteriormente el sector eléctrico se enfrentaba a la demanda del momento y a la necesidad de cumplir con esa demanda en el momento, hoy en día la demanda puede cambiar. Si es posible no solo mover la perilla de la oferta sino también mover la perilla de la demanda se tiene en el mercado un grado más de libertad para actuar. Por ejemplo, en Colombia hay algo que se llama “demanda desconectable voluntaria” y consiste en que cuando la energía está muy costosa o se está en un pico de generación, ciertos sectores industriales pueden decidir desconectarse durante un tiempo y recibir una remuneración porque le están aliviando estrés al sistema (“yo le pago porque usted se desconectó”). En síntesis, la demanda también puede empezar a responder, se pueden empezar a mandar señales al mercado para que la demanda baje los consumos de diferentes maneras.

 

Podría incluso empezar a pasar que los usuarios decidan cuándo conectarse o desconectarse del sistema apoyándose en el uso de sus baterías y así disminuir la presión sobre el sector. Esto liberaría potencia para suplir los picos. Incluso si se llega a tener mucha generación de energía solar, es posible que al mediodía gran parte de los usuarios estén generando a tope, se desconecten del sistema y posibiliten, por ejemplo, tener las térmicas apagadas y el almacenamiento de energía generada en los embalses.

 

Ese es un juego interesante del mercado y por supuesto hay que hacer los análisis de confiabilidad. Hay que analizar las diferentes señales de cómo va a seguir ingresando agua a Colombia, estudiar los fenómenos e ir entendiendo cómo pueden evolucionar o verse afectadas las fuentes de agua de Colombia. Si consideramos la posibilidad de que lleguemos a ser un país donde muchos usuarios generan su propia energía y donde el sistema puede ser más flexible, las perspectivas cambian significativamente para el mercado energético colombiano.

 

TS: Entonces en su opinión, ¿el reto es construir un mercado más flexible, con más actores de generación jugando un papel más protagónico, que entren a apoyar al sistema e incluso puedan cambiar las estrategias de mercado modulando la demanda?

SO: Tenemos la ventaja de que el mercado es un invento humano, las reglas del mercado pueden cambiar, si vemos que el mercado no está respondiendo, se puede cambiar, eso fue lo que pasó en el tiempo de los apagones.

 

Es decir, si el mercado no está respondiendo con confiabilidad, entonces es posible cambiar las reglas del mercado para que esté basado en cierta confiabilidad como la que tenemos hoy en día, pero adicionalmente es posible analizar cómo incluir por ejemplo flexibilidad y sostenibilidad. En este sentido, la anterior Ministra de Minas y Energía, María Fernanda Suarez, declaró que “lo que nos sirvió los últimos veinte años para el sector energético en Colombia, no es lo mismo que nos va a servir los próximos veinte años” . Entonces creo que estamos en una época de cambios bien interesantes en el sector energético.

 

TS: Una de las ventajas de energías como la solar es que tienen un gran potencial de descentralización. ¿Es posible hoy para el ciudadano “de a pie” en Colombia y en el Valle de Aburrá generar su propia energía, administrarla y decidir cuándo conectarse al sistema?

SO: En eso ya estamos hace dos años, y es bueno que el ciudadano lo sepa. No es sólo un tema de descentralización, es un tema de democratización. Antes para tener una empresa de energía o para participar en el sector eléctrico, se requerían decenas de millones de dólares, pero hoy con inversiones que están al alcance de familias de clase media, inversiones menores al valor de un carro, es posible generar y tener su propia energía.

 

Hace un par de años, la CREG (Comisión de Regulación de Energía)  propuso las reglas del juego del mercado para los usuarios finales en las que el usuario se conecta a la red cuando lo decide, compra energía cuando la requiere y también puede venderle a la red la energía que le sobra. El balance le llega al usuario en la cuenta de servicios públicos al final del mes, y los precios de compra y venta son similares.

 

Esta relación entre la empresa distribuidora y el usuario permite que el usuario esté conectado a la red y que por lo tanto ya no se requiera bateria. La red funciona como el soporte y la batería del usuario, entonces en condiciones de déficit por alta nubosidad, lluvia o en la noche, el usuario simplemente se alimenta de energía de la red, pero al mediodía y en condiciones de baja nubosidad el usuario puede estar generando excedente de energía que puede vender a la red para que ésta sea distribuida a otros usuarios. Termina siendo una relación bien interesante, con ventajas para el usuario y ventajas para la red.

 

Los requerimientos son básicos y el proceso es simple, el usuario debe realizar la instalación del sistema solar, registrarse ante el operador de red, verificar la capacidad de red para recibir energía, y realizar el proceso de verificación de que el sistema cumple con los requerimientos de instalaciones eléctricas. Incluso nosotros entre nuestras aplicaciones de Emergente energía sostenible (https://www.emergente.com.co/) contamos con una herramienta mediante la cual cualquier ciudadano con la información básica de su cuenta de servicios puede conocer el valor de instalar en su casa su propio sistema de generación de energía.

 

A la larga lo que termina modulando a los sistemas de energía son, o las empresas o los gobiernos, pero los gobiernos responden a los votantes y las empresas responden a los consumidores, entonces al final es el ciudadano quien decide cómo es su sistema de energía de acuerdo a la forma como vota y a la forma como consuma energía.

 

Angela María Rendón Pérez.
Angela María Rendón Pérez.

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