La reactivación económica debe ser compatible con el cambio climático

El exministro Mauricio Cárdenas Santamaría lleva varios meses haciendo recomendaciones sobre cómo podría hacerse una recuperación económica una vez la pandemia deje de ser la gran amenaza para la vida, como lo es actualmente. No tiene la receta exacta, pero su experiencia en lo público y su capacidad intelectual como asesor de organismos multilaterales le dan la legitimidad necesaria para hablar sobre los retos que se deben afrontar en medio de la peor crisis de la historia reciente. Generar empleo y consumir local son dos de las claves que advierte el exministro en la conversación que sostuvo con Brigitte Baptiste, rectora de la EAN y una de las ambientalistas más reconocidas del mundo.

No podría ser mejor, ilustrativo, profundo y esperanzador el encuentro entre un economista curtido y con amplia experiencia en lo público (ministro de Estado) y una brillante investigadora, ambientalista, disruptiva y transformadora mujer para hablar de recuperación económica en tiempos de la pos pandemia. Mauricio Cárdenas Santamaría se confiesa con Brigitte Baptiste.

 

Sin artilugios, porque conoce lo efímero del poder político, Cárdenas escribió hace menos de una semana un artículo a dos manos en el diario El País de Madrid, titulado “La pandemia debe transformar la agricultura local”, en el que afirma, entre otras cosas, que “en el corto plazo, los gobiernos no solo deben proporcionar apoyo financiero a personas y empresas afectadas por la pandemia, sino también tomar medidas para prevenir una crisis alimentaria”.

 

Una crisis que tiene visos de catástrofe: la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que al menos 14,4 millones de habitantes de los 101 países importadores netos de alimentos podrían sufrir desnutrición como resultado de la crisis económica generada por la COVID-19. En un escenario extremo -la reducción de diez puntos porcentuales en el crecimiento del PIB real global en 2020- ese total aumentaría a 80,3 millones, dice Cárdenas en su análisis para el diario español.

 

Esa cifra se sumaría a la de los 690 millones de personas que padecen hambre en el mundo, según estimativos de la Oficina de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en su informe sobre el Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición de 2020, publicado en Territorios Sostenibles el pasado 22 de julio (“El mundo seguirá con hambre”).

 

La pandemia del COVID- 19 podría aumentar esa cifra a 840 millones de personas con inseguridad alimentaria en 2030 y la meta de hambre cero establecida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) no se cumplirá, así como serán mucho más graves los efectos sobre la salud de las poblaciones más vulnerables, incluidos los niños.

 

Incluso antes de la pandemia, según UNICEF, ya padecían de emaciación 47 millones de niños en 2019. Los organismos humanitarios necesitan inmediatamente 2.400 millones de dólares para proteger la nutrición materna e infantil en los países más vulnerables desde hoy hasta el final del año.

 

La emaciación es una forma de malnutrición potencialmente mortal que provoca una delgadez y debilidad extremas en los niños, y aumenta sus posibilidades de morir o de sufrir deficiencias en su crecimiento, su desarrollo y su capacidad de aprendizaje.

 

La investigación agrícola es el camino

En ese contexto, Cárdenas le dijo a Baptiste que no es posible separar la relación entre alimentación y tratamiento del COVID-19, pues está claro que las personas con dietas poco saludables y desbalanceadas están en el rango de pacientes de alto riesgo por razones de bajo peso, obesidad, emaciación, todas relacionadas con la alimentación.

 

La pandemia del COVID-19, dice Cárdenas, debería impulsarnos a redefinir la manera en que nos alimentamos como humanidad. Hoy el mundo tiene ante sí una oportunidad única para adoptar medidas de largo alcance para promover dietas más sanas, motivar a los agricultores a producir una gama más variada de alimentos y fortalecer la colaboración entre los sectores agrícola, alimentario y de salud pública. La investigación agrícola puede desempeñar un papel crucial en la transformación de los sistemas alimentarios, haciéndolos más sostenibles y resilientes.

 

Esta crisis sanitaria y económica ha recalcado la urgente necesidad de transformar la agricultura. Y la reconstrucción económica que le seguirá es una oportunidad perfecta para proporcionar una mejor nutrición y más salud para todos, advierte Cárdenas Santamaría.

 

Cómo hacerlo de forma sostenible

Las medidas de distanciamiento social y confinamiento para limitar la propagación del virus han reducido de manera importante los ingresos de las personas y, en consecuencia, la demanda global de alimentos. El declive resultante de los precios de los alimentos entre enero y mayo de 2020 ha afectado profundamente el sustento de cientos de miles de pequeños agricultores en todo el planeta.

 

Los cierres de restaurantes y escuelas, las disrupciones logísticas y la falta de mano de obra migrante han hecho que se desperdicien inmensas cantidades de producción agrícola. En vez de interrumpir el comercio, las autoridades deberían facilitarlo, mejorando la coordinación y el intercambio de información entre productores y compradores de alimentos, especialmente en el nivel local.

 

Y cuando habla de lo local, Cárdenas activa dos botones: empleo y fomento de las cadenas productivas. “No podemos seguir fomentando una alimentación que dependa de los combustibles fósiles. Es hora de promover la investigación sobre productos saludables, pues seguimos dependiendo del arroz, el maíz y el trigo. La quinua es una alternativa importante que hay que promocionar”.

 

Según el exministro, en los últimos 60 años, las dietas globales se han vuelto más homogéneas y con un predominio cada vez mayor de alimentos básicos altos en energía y bajos en micronutrientes. Tres cereales (el arroz, el maíz y el trigo) proporcionan más del 50% de las calorías que los seres humanos obtienen de las plantas. La gente en general, pero principalmente los más pobres, no consumen suficientes alimentos con alta cantidad de nutrientes, como frutas, frutos secos, semillas y cereales sin procesar. Y cerca de 11 millones de personas mueren cada año a consecuencia de dietas poco sanas.

 

La agricultura debe ser un sector estratégico en la etapa de recuperación pos pandemia, pues la crisis alimentaria que se venía dando antes del COVID-19 podría agravarse por efectos del cambio climático y seguir afectando con más rigor a los más pobres. Foto: Hernán Vanegas.

Por qué no despega la reactivación

Mauricio Cárdenas se hace una pregunta oportuna y él mismo busca una respuesta: ¿por qué no despega la reactivación, si Colombia no sólo tiene tierra, agua, bosques, mano de obra calificada, una amplia biodiversidad y gran potencia turístico?

 

Pues, según él, los esfuerzos que se han hecho son insuficientes y es urgente revisar y modificar, de ser necesario, tanta regulación, crear nuevos incentivos para empresas de base y fomentar las alianzas con socios estratégicos, en especial con los que ya están en el biocomercio y el crecimiento verde. “Es evidente que existe una institucionalidad débil en el sector de la agricultura y debemos hacer agendas compatibles con el cambio climático”.

 

Y tiene razón: el 30 por ciento de los Gases de Efecto Invernadero, causantes del aumento de las temperaturas globales, provienen del uso no responsable de los suelos.

 

Cárdenas Santamaría cree que la recuperación económica será mucho más difícil para Colombia, porque su principal socio comercial, Estados Unidos, acaba de registrar una contracción de 32 por ciento en su PIB, mientras Europa ya definió un plan de reactivación que les da prioridad a sus propias economías.

 

Ese panorama no permite pensar en una recuperación rápida, pues, además, las cifras de desempleo en Colombia son dramáticas: 19.8 por ciento en el promedio nacional y 24.9 por ciento en las 13 principales ciudades del país. Es más, el registro podría ser del 30 por ciento si se tuviera en cuenta la población en condición de inactiva. Es decir, que no tiene trabajo, pero tampoco está buscando.

 

Qué tipo de reactivación se necesita

En palabras del exministro de Hacienda, se necesita una reactivación que estimule la generación intensiva de empleo y que no dé más incentivos a la inversión, sino al consumo. Para él, hay un sector estratégico para cumplir ambos preceptos: la vivienda, pues es más fácil mover a la clase media a la compra de casa propia y el sector es intensivo en demanda de mano de obra, con lo que se mejorarían los ingresos de los más pobres y aumentaría el consumo de bienes y servicios.

 

Para lograrlo de forma sostenible, Cárdenas asegura que es necesario incluir en la planeación de esas infraestructuras conceptos de crecimiento verde, pues no es rentable seguir haciendo edificios que demanden altos consumo de energía, generen altos volúmenes de residuos no aprovechables y privilegien el uso del carro privado.

 

Y sobre todo, agrega, Colombia debe dar un salto exponencial en términos de conectividad, pues no se compadece que el 50 por ciento de los hogares estén sin acceso a banda ancha. Esa brecha digital dejó ver las asimetrías que existen y las dificultades para que las personas de más bajos ingresos pudieran acceder a los servicios y los beneficios que entrega el Gobierno, sin contar los efectos perversos sobre el sistema educativo y el comercio electrónico, entre otros.

 

Cárdenas advirtió que el país no va con piloto automático, sino visual, es decir, “a ver qué pasa en el camino” y pidió que se mantenga el control sobre las finanzas del Gobierno, pues no sólo habrá que discutir una nueva reforma tributaria, sino restablecer la regla fiscal, pues ambos elementos son fundamentales para poder hablar de sostenibilidad.

 

“Debe haber mucha responsabilidad a la hora de tomar decisiones que afecten los equilibrios fiscales en los próximos años. Los umbrales económicos no pueden desconocer los umbrales ecológicos. Tener muy en cuenta la frase reciente del FMI: gasten todo con el COVID-19, pero guarden las facturas”.

 

Podremos salir adelante sin petróleo

Mauricio Cárdenas asegura que la agenda del Gobierno en todo este proceso de reactivación sostenible será dual. Por un lado, el petróleo seguirá siendo una fuente importante de recursos para aliviar el déficit fiscal, pero por el otro lado es inaplazable la inversión en recursos renovables no convencionales que permitan hacer una transición energética consistente con las oportunidades globales que hoy tienen, por ejemplo, los impuestos al carbono, de los que el exministro opina que son muy bajo en Colombia, pues solo se pagan 5 dólares por tonelada de CO2, mientras en Estados Unidos está en 30 dólares.

 

El turismo de naturaleza es otra oportunidad que tiene el país para acelerar la reactivación, pero deberá entender que las restricciones a los viajes desde y hacia otros países hará lento el proceso, por lo que hay que aprovechar la iniciativa liderada por Estados Unidos, en el sentido de traer de regreso hacia América Latina a muchas de las empresas que se asentaron en China.

 

Respecto de la lucha por encontrar la vacuna contra el COVID-19, Cárdenas destaca la multimillonaria inversión que vienen haciendo las grandes potencias en investigación y dice que Colombia tiene un potencial enorme en el campo de la biotecnología, pues su amplia biodiversidad le permitirá incursionar con más fuerza en los mercados de alimentos, cosméticos y plantas medicinales.

 

“Es el momento de la educación”: así concluye su conversación Mauricio Cárdenas con Brigitte Baptiste.

 

Luis Fernando Ospina.
Luis Fernando Ospina.

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