Ya no hablaremos de ciudades, sino de súper ciudades. Las urbes no podrán ser pensadas, como hasta ahora, a escala urbana, sino a escala territorial, pero sin los límites que los procesos administrativos y políticos han querido mantener intactos durante siglos. La pandemia del Covid19 será pasajera, pero sus efectos sobre los espacios en los que habitamos y nos relacionamos serán duraderos y transformadores.
Quien lo afirma es Alfonso Vegara (Alicante, 1955), director de la Fundación Metrópoli, un español con tres especialidades: arquitecto, economista y sociólogo, que ocupa parte de su vida en viajar por el mundo asesorando a gobiernos y grupos empresariales sobre cómo construir ciudades para tiempos de alta convulsión y transformación política, económica y social.
Territorios Sostenibles lo entrevistó de forma virtual desde su casa en Madrid y estas son algunas de las frases que motivaron una larga conversación con Vegara, quien además conoce al dedillo nuestro Valle de Aburrá y el Departamento de Antoquia, pues fue el artífice del estudio sobre Diamante Medellín y Valle de Aburrá, Metrópoli 2050. Así fueron los ejes de esta ilustrativa y amplia conversación.
Las nuevas ciudades
Habrá un cambio en la perspectiva sobre cómo vamos a construir y adaptar los territorios. Se va a pasar de una escala urbana a una escala territorial. Las ciudades no son el problema, son buena parte de la solución. Las ciudades están acá para quedarse, mientras el virus se irá pronto.
Veremos una nueva relación de lo urbano con lo rural. Vamos hacia un equilibrio mucho más fuerte. Se va a valorar mucho más lo urbano que hasta ahora y asistiremos a la consolidación de las llamadas ciudades intermedias, que son los conectores entre la ruralidad y las grandes urbes.
Más que ciudades aisladas, el mundo camina hacia la interconexión de las ciudades, lo que nosotros llamamos las súper ciudades o diamantes territoriales, los sistemas de ciudades.
En el aspecto urbano, en las ciudades se van a presentar cambios dramáticos en torno a la vivienda tradicional, con estructuras flexibles, híbridas, entre trabajo y descanso. En las oficinas, los centros comerciales, las universidades, el espacio público, la movilidad, los servicios de salud, los sistemas de producción y de distribución.
Vamos a tener ciudades más humanas y más equilibradas de las que teníamos antes de la pandemia. Ya no hablaremos de ciudades sostenibles ni resilientes, sino de ciudades solidarias.
¿Cómo es la propuesta de la ecociudad del Oriente antioqueño?
La región del Oriente es la gran oportunidad que tiene Antioquia para seguir siendo competitivo y relevante en el ámbito internacional.
Su ubicación estratégica, su riqueza natural y su potencial económico hacen de la región el punto más atractivo para crear allí la súper ciudad de Oriente, pues el aeropuerto internacional se convierte en un eje de conectividad inigualable.
La única infraestructura física que tiene Medellín y su Valle de Aburrá para conectarse con el país y con el mundo es el aeropuerto José María Córdova.
El aeropuerto se convierte para Medellín en el punto de encuentro internacional y del intercambio comercial con el mundo, pues tiene cerca de Bogotá y Cali.
El concepto de conectividad implica unir esos puntos estratégicos alrededor no sólo del transporte aéreo, sino de la conectividad digital y de la institucionalidad, en las que Medellín juega un papel trascendental.
Unir el Valle de Aburrá con el de San Nicolás, a través de los ejes entre Guarne y Marinilla, Marinilla y Rionegro y una línea paralela al aeropuerto, permitiría crear el Triángulo de la Innovación y poner esa región en el radar del mundo.
La innovación y la conectividad son el camino
Las ciudades para sobrevivir deben ser creativas. Las ciudades compiten entre sí, pero avanzan y progresan las que usan mejor la innovación y la creatividad. Hoy la competencia no es exclusiva por los recursos financieros, sino por la retención y aprovechamiento del talento humano.
Sin talento no hay innovación.
Una de las batallas será mejorar la ciudad y hacerla muy atractiva, no sólo para la inversión, sino como un componente del talento de las personas que viven en ellas. Que la gente se sienta representada en esos talentos y en esa creatividad de la ciudad. Es crear sostenibilidad en la innovación.
Los retos en la innovación están ligados a la educación y a la capacidad de formación y retención de talento humano.
Experiencias exitosas de la nueva planificación urbana
La experiencia de Barcelona en el concepto de las súper manzanas es muy inspiradora y lo que se viene haciendo en Madrid, con el programa de células de vida urbana, es interesante, porque permite mantener permeabilidad global a los tejidos, se puede recuperar mucho espacio público y las cubiertas como nuevo espacio para el disfrute social y los negocios.
Medellín está en una posición privilegiada para ser un referente en América Latina en torno al aprovechamiento del espacio público. Hay innovación social y voluntad política para hacer transformaciones de su entorno urbano. La ciudad como laboratorio de experimentación urbana a la altura de Singapur, Bilbao, Yokohama y Copenhague.
Uno de los negocios más lucrativos e interesantes en las próximas décadas será construir ciudades.
La recuperación en la era pos Covid19
En Colombia, como en casi todo el mundo, el principal reto ha sido la atención sanitaria, pero pronto llegará lo más complejo y definitivo: el cambio climático.
América Latina debe aprovechar los aprendizajes obtenidos en Europa, pues el virus llegó tarde al Continente y eso significa tener una ventaja a la hora no sólo de atender la crisis sanitaria, sino de revisar la planificación urbana. El conocimiento que se está adquiriendo debe traducirse en mejores políticas en salud, economía, movilidad, espacios públicos y modelos de producción.
La pandemia está acelerando las respuestas a los desafíos que vienen viviendo las ciudades, entendidas como el lugar donde vive la gente, donde se mueve, donde trabaja, donde se relaciona. Vamos a ver un resurgimiento económico, pero sobre todo un resurgimiento social, con ciudades más igualitarias y más solidarias.
¿Para dónde van las ciudades?
Las ciudades del futuro no se parecerán a las que nos muestran en las películas. Habrá mucha tecnología, pero sobre todo, mucha biotecnología. Serán ciudades más humanas y podremos valorar mejor los equilibrios sociales y con la naturaleza.
Las ciudades del futuro darán respuesta a los problemas ambientales, del consumo responsable y de la competitividad, pero con la solidaridad como sello de la convivencia con el planeta y con su hábitat.