Con el urbanismo no puede hacerse demagogia

El arquitecto y planificador Jorge Pérez Jaramillo ha construido una reputación internacional desde el urbanismo con su trabajo transformador de Medellín y su área metropolitana. Conoce los territorios y desde la academia sigue cimentando las bases para consolidar nuevos modelos de ocupación. Acaba de publicar su último libro “Medellín: urbanismo y sociedad”, una especie de radiografía de lo que ha sido, es y deberá ser, el futuro de las ciudades, más allá de la pandemia. Reconoce la capacidad de llegar a acuerdos como sociedad, pero lamenta los populismos y la demagogia dentro de algunos grupos políticos en la toma de decisiones de futuro.

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Si fuera cierto que las ciudades se parecen a sus ciudadanos, Medellín sería, sin duda, mucho mejor de lo que ahora es. Por fortuna, diríamos muchos, conserva buena parte de lo que representa como persona, urbanista, planificador y académico, el arquitecto Jorge Pérez Jaramillo.

 

No sólo fue subdirector de Planeación del Área Metropolitana, que agrupa a los 10 municipios del Valle de Aburrá, sino director de Planeación de Medellín y arquitecto del POT de la ciudad que está vigente, y ahora trabaja con el Gobernador Aníbal Gaviria como asesor de planeación y hábitat.

 

Fue elegido por la Fundación Rockefeller como Resident Fellow para el Bellagio Center en Italia en agosto de 2019. Miembro del UBUNTU Grupo Asesor de Alto Nivel para la Unión de Ciudades y Gobiernos Locales UCLG. Consultor sénior del Banco Mundial y fue Visiting Fellow en King’s College, Cambridge, en 2017.

 

Hablamos con el profesor Pérez Jaramillo sobre los aprendizajes que nos deja una pandemia sin antecedentes como la del COVID-19 y los retos que tienen las ciudades para tramitar con éxito desafíos tan complejos como el cambio climático. Por su trabajo y experiencia, abordamos con él proyectos estratégicos como Parques del Río y la visión de futuro que se viene consolidando en Antioquia en términos de la crisis climática y la sostenibilidad de los territorios.

 

¿Cuál es la gran reflexión que se puede hacer sobre las ciudades en medio de esta pandemia?

Jorge Pérez Jaramillo: Uno de los fenómenos más complejos, pero a su vez más potenciales para un cambio de paradigma, es el de la urbanización. Tenemos que tomarnos en serio la forma en que habitamos nuestros entornos, en especial, cómo estamos consumiendo, cómo estamos interviniendo los suelos, la demanda y la interdependencia humana, pero en especial si es sostenible la inmensa concentración de personas en las ciudades. Llegó la hora de pensar juntos las ciudades, los territorios.

Una de las grandes reflexiones que se están haciendo en el mundo pasa por aceptar que el COVID-19 desnudó las deficiencias en torno al urbanismo, a no haber planificado mejor nuestros entornos. Es claro el papel que están jugando en medio de la pandemia los médicos, los científicos, los epidemiólogos, pero los urbanistas no se ven, pese a que ha sido claro el impacto del coronavirus en aquellos entornos hacinados, sin servicios públicos, sin acceso a internet, en zonas con profundas desigualdades en materia de transporte público, empleo y nutrición.

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Parques del Río es un ícono urbano de como el espacio público se convierte en un derecho de la gente a la ciudad, a un aire limpio, a mejor calidad de vida. Foto: Hernán Vanegas.

 

¿Fracasó ese modelo de ciudades?

No, claro que no. El debate sobre las ciudades ha llevado a muchos críticos a decir que las densidades urbanas nos llevarían a una sin salida, pero vemos que no es así. Las ciudades, las metrópolis, en el tema de transporte, por ejemplo, han demostrado que no son el foco de propagación de la pandemia. Caso contrario ocurre cuando se habla de hacinamiento en términos de la hiperpoblación y precariedad a hablar de densidad.

El COVID-19 nos obligó a enfrentar los grandes problemas, esos que durante muchos años no se quiso enfrentar, pese a que eran conocidos. Cuántas decisiones que llevábamos décadas esperando se tuvieron que dar en dos o tres semanas por razones de la pandemia. Durante muchos años hemos aplazado decisiones, en algunos casos por intereses políticos, pero también por mezquindad y odios personales. Estamos en medio de una pandemia, la del coronavirus, pero hemos estado en muchas otras, sobre todo en la pandemia de las inequidades y exclusiones respecto de derechos fundamentales a una vivienda digna y  a espacios públicos amplios y seguros, por citar algunos ejemplos

 

¿Cuáles son los aciertos y las oportunidades que tenemos de ese modelo?

Siempre es importante mirar hacia atrás, porque parte del problema de la sociedad contemporánea ha sido quedarse sólo en ver los problemas. Uno de los aciertos grandes de nuestro sistema ha sido la tendencia histórica de pensar los territorios y a construirlos con visión de largo plazo. Cuando la sociedad avanza en tener los diagnósticos, los estudios  y el panorama de la planificación, las cosas funcionan mejor. Pero cuando pese a todo eso no es coherente, es indolente y piensa de forma individual, los procesos se truncan.

Existen suficientes indicadores y matrices que demuestran que buena parte de los proyectos pensados con rigor técnico y académico muchas veces se abandonaron, se ignoraron e incluso se desprestigiaron. La pandemia nos deja una gran lección: hay asuntos de sociedad con los que no se puede jugar. Resolver los retos sociales, económicos y territoriales no es una opción, es la única opción. Repito, el COVID-19 es una pandemia, pero existen muchas otras más graves y están relacionadas con la segregación socioespacial, de la precariedad en los servicios públicos, de la movilidad insostenible, de la falta de acceso, de la crisis ambiental y la destrucción de los ecosistemas.

 

¿Por qué tu último libro se tituló Medellín, urbanismo y sociedad. Son nuestras ciudades una foto de lo que somos como colectivo?

Sin duda. El urbanismo es lo que los seres humano como sociedad hacemos. Urbanizar o crear una ciudad es un ejercicio humano. El territorio tiene sus propias formas y lógicas de desarrollo, pero especialmente es donde se generan acuerdos colectivos. Medellín es una excelente foto de lo que somos como sociedad, pero también de las profundas inequidades espaciales y de acceso a lo básico. Acá ha habido mucho conocimiento de urbanistas y arquitectos, pero sobre todo mucha resiliencia ciudadana.

 

Visto desde esa perspectiva, ¿hay razones para el optimismo o no?

Es fácil caer en la desesperanza y el pesimismo, porque la realidad es dura en muchos momentos, como éste. Sin embargo, cuando hablo con los jóvenes encuentro que hay motivos y hecho para el optimismo. La fuerza de las circunstancias está generando una gran conciencia en las nuevas generaciones. Un asunto que considero importante plantearnos, a manera de balance de nuestra propia historia, es por qué nuestra sociedad abandonó una dinámica que fue muy valiosa de encontrar en medio de las diferencias en las posiciones y las visiones, acuerdos sobre lo fundamental y entender que había procesos sin ideologías, sin partidos de por medio, sin sectarismos, porque eran de todos.

Esos jóvenes son escépticos frente a esos liderazgos mesiánicos y a una parte de la institucionalidad, pero creen profundamente en ser agentes de cambio y transformación. Lo que veo complicado es que no hay una lectura adecuada de nuestra propia historia y por eso aparecen distintas egolatrías y las vanidades frente a un futuro que no existe. Estamos pasando por un momento de populismos, demagogias e idolatrías de la que nuestra ciudad no ha estado exenta.

 

¿Estoy equivocado si digo que uno de esos ejemplos de desidia y egolatría tiene que ver con proyectos de futuro como Parques del Río, entre muchos otros?

Primero hay que decir que ese proyecto hace parte de mis entrañas y en él hay parte de lo que soy como urbanista. Parques del Río fue concebido hace muchos años atrás, pero no como un asunto cosmético, sino como eje de transformación alrededor de su principal arteria, el río Aburrá-Medellín. La razones por las cuales Parques del Río marca un antes y un después para la ciudad es porque contiene decisiones políticas estructurales, sociales de fondo, ambientales de vanguardia, pero además porque significa una ruptura con una historia acumulada por décadas de lo que he llamado “la tiranía de la ingeniería vial”. Esa fue una forma de aproximarse a las ciudades de la mano de la industria automotriz y de las refinerías de combustibles fósiles.

Esa discusión no se ha querido dar. A una ciudad como Medellín le pareció costoso hacer Parques del Río, pero vio normal y aceptable que durante casi 70 años la inmensa mayoría de los presupuestos públicos, en una sociedad llena de falencias, se hayan dedicado a construir vías para los carros. Toda una contradicción. No es posible aceptar, por ejemplo, que en el Valle de Aburrá existan municipios con menos de un metro cuadrado por habitante de espacio público. (La OMS recomienda 15 m2/hab).

Otro asunto importante es que la funcionalidad de Medellín la ha convertido durante años en un cruce de caminos esencial para las dinámicas de la economía de Antioquia y del suroccidente colombiano y entonces, sí o sí, Medellín tiene una estructura altamente dependiente de la conectividad funcional. Así, Parques del Río, con la llegada de las llamadas Autopistas de la Montaña, se convierte en un proyecto esencial como respuesta de la ciudad frente a la presión que va llegar como resultado de esa conectividad funcional. Además, la región y la capital está invirtiendo en el ferrocarril y al mismo tiempo desarrollando sus sistemas masivos de transporte colectivo. Eso es Parques del Río.

Panorámica del proyecto Parques del Río, con el afluente como eje articulador del desarrollo de Medellín, y símbolo del espacio público como un derecho ciudadano. Foto: Hernán Vanegas.

 

Esa es una mirada, pero hay otras en contravía del proyecto. ¿Por qué?

En algún momento, nuestra sociedad perdió la capacidad de pensar de forma colectiva y le dio paso a los populismos y a la demagogia para jugar contra el futuro de la región. Una de las grandes lecciones recientes de Medellín es que desde la planificación se han hecho acuerdos de largo plazo y todos los sectores comprometidos en ello han honrado ciertas cosas. El metro se volvió una causa común, lo mismo que EPM. La equidad también se volvió un pacto de sociedad en muchos aspectos y estamos asistiendo a que la defensa de lo ambiental lo sea de igual forma. Es hora de volver a esos pactos de sociedad. Parques del Río nos puede enseñar mucho de lo que hemos ganado, pero también de lo que hemos perdido como sociedad.

 

¿Dentro de esas ganancias está que el proyecto está siendo replicado, respetando particularidades, en otros municipios de Antioquia, pues en el país muchos otros territorios se volcaron a recuperar los espacios alrededor de los ríos?

La vida me ha regalado otra oportunidad de trabajar con Antioquia en un proyecto de planificación liderado por el Gobernador, cuyo eje de acción es llevar a escala el modelo de Parques del Río, pues los propios alcaldes así lo han pedido. Parques del Río se volvió una apuesta cualitativa por la vida urbana en el territorio departamental. Rionegro, La Ceja, Marinilla, Guarne, Don Matías, Entrerríos, Apartadó, por citar algunos, son proyectos que van. Habrá convocatorias, concursos y la gente será protagonista en sus desarrollos.

 

¿Esto hace parte de la estrategia contra el cambio climático y de las acciones previstas dentro del comité científico conformado después de la declaratoria de emergencia climática que hizo el gobernador Aníbal Gaviria, y del que Usted hace parte?

Sí, pero este es un proceso que tiene años acumulados, porque conocí a Aníbal en 2004, cuando él era gobernador y yo estaba en el Área Metropolitana. Con su liderazgo, el de Sergio Fajardo, entonces Alcalde de Medellín, y Sergio Bustamante, iniciamos la conformación de la Comisión Tripartita. Esa Comisión comenzó por reconocer la estrecha interdependencia dentro de la escala del municipio de Medellín y el resto de la región y, por ende, la enorme oportunidad de construir un futuro posible y articulado. Desde entonces, el gobernador nos pedía que pensáramos en el Parque Central de Antioquia como una fortaleza para convertir a cerca de 50 municipios del centro del Departamento en una gran malla ambiental a partir de los ecosistemas estratégicos, con el objetivo de planificar armónicamente el desarrollo regional.

Lo que se está haciendo ahora, entonces, no es coyuntural, sino la continuación de un proyecto visionario de largo plazo en términos de sostenibilidad, máxime en momentos de desafíos como el cambio climático. La estrategia va más allá de un período de gobierno y busca consolidar una apuesta por el cambio, por evolucionar, por gerenciar una mejor forma de desarrollar los territorios bajo principios de sostenibilidad ambiental, económica, social, cultural, política…

 

¿Cómo encajan en esa visión regional proyectos de planificación tan importantes como el PEMOT del Valle de Aburrá y Metrópolis 2050, ambos liderados desde el Área Metropolitana hace tres años?

Cuando ahora hablaba de la capacidad que tienen las sociedades de negarse a ciertas cosas, olvidé decir que hace tres años estábamos discutiendo el Plan Estratégico Metropolitano no faltaron quienes se resistían a incorporar un concepto sobre “territorios saludables”, producto de los hallazgos de la ciencia, y que ya había sido aprobado en el POT de Medellín en 2014. Hoy más que nunca, ese concepto está vigente y debe ser incorporado en cualquier decisión de la planificación territorial.

Luego, la declaratoria de Emergencia Climática hecha por el Gobernador estaba prevista, incluso, en su programa de Gobierno y se da como una respuesta visionaria que recoge, entre otros, muchos de los elementos planteados dentro del PEMOT metropolitano y, sobre todo, del documento realizado por un gran amigo y profesor, Alfonso Vegara, sobre Metrópolis 2050.

 

¿Cuáles de las 100 acciones que contempla la Emergencia Climática de Antioquia están relacionadas con la propuesta del profesor Alfonso Vegara?

Primero, recordar que con Alfonso ya había trabajado en la consolidación de la iniciativa Cities, que es una red global a la que logramos incluir a Medellín. Conozco la metodología y el pensamiento de Alfonso y de su Fundación Metrópoli. Ese es un plan muy importante y valioso, porque muchas de las variables del estudio tienen que ver con el territorio. En todas las dinámicas de planificación y gestión que estamos adelantando en la Gobernación, y en las que yo participo, está previsto considerar sus aportes. No sólo por su pertinencia, de capacidad de jalonar cambios en la región, sino por su rigor y asertividad. Luego, esa propuesta no está relacionada con una sola variable o acción climática, sino que es transversal. El propio Gobernador propuso una agenda 2040 para Antioquia, pero existen muchos puntos de encuentro que son valiosos.

 

Luis Fernando Ospina.
Luis Fernando Ospina.

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