Los límites de la infosfera

Vivimos en un planeta finito y por eso no podemos consumir materia y energía indefinidamente, debemos hacerlo de forma sostenible. Pero, ¿hay algún límite para la información que podemos producir y almacenar? En la era de YouTube, Tik Tok y WhatsApp, es tiempo de empezar a pensar en la infosfera y en sus límites.

La pirámide de Unas en Saqqara (Egipto)
La pirámide de Unas en Saqqara (Egipto) fue uno de los primeros lugares en la Tierra en los que se almacenaron grandes cantidades de información que todavía podemos leer hoy. La información está en la forma de inscripciones con conjuros para orientar al Faraón en el más allá, que fueron grabadas en los pasadizos dentro de la Pirámide (que no se ven en la foto). Esta construcción está entre nuestras primeras huellas en la infosfera.

Parece ser un rasgo muy humano pensar que el mundo no tiene límites. Que los recursos que necesitamos para fabricar ropa, casas y vehículos, así como  las sustancias y energía que usamos para ayudar a las plantas a proveernos de alimentos, estarán ahí por siempre.

Sin embargo, hoy la mayoría somos conscientes de que esa forma de pensar es problemática. De que ese vicio tan humano engendró las condiciones para el caos climático y la destrucción de la biodiversidad que están en curso. 

Afortunadamente, es cada vez mayor el número de personas que entienden que vivimos en un planeta finito y que debemos consumir esos recursos de una manera y a un ritmo que se corresponda con ese hecho elemental.

Aún así, incluso las personas más conscientes del problema parecen ser igualmente ignorantes de los límites de un recurso fundamental; uno con el que hemos construído también el mundo que habitamos, y que si bien no parece tan tangible como la materia prima, los alimentos o la energía, está también sometido a las limitaciones de un planeta finito. Me refiero a la información. 

¿Qué es la infosfera?

 

Reconstrucción gráfica de uno de los “hiper centros de datos” de Facebook,
Reconstrucción gráfica de uno de los “hiper centros de datos” de Facebook, lugares en los que se manipula la información producida en sus redes sociales. Más de 600 centros como estos existen y se están construyendo en el mundo en este momento. Fuente: https://www.datacenterknowledge.com/cloud/analysts-there-are-now-more-500-hyperscale-data-centers-world

Consumimos, intercambiamos y producimos información a una velocidad de vértigo. Lo hacemos, aparentemente, sin imaginar y mucho menos calcular que puede llegar un momento en el que nuestra infomanía se haga tan insostenible como el uso indiscriminado de recursos materiales.

Como dije antes, la creencia de que la información no está restringida en un planeta finito, de que es un recurso inagotable, un producto que podemos producir e intercambiar a manos llenas, viene de la percepción de que es intangible. 

¿Qué espacio, cuántos recursos terrestres puede ocupar un chisme que pescas en Instagram, una receta que encuentras por casualidad en un video en Tik Tok o un hilo en X (antes Twitter)? Basta con formular estas preguntas para darse cuenta de que la información es más tangible de lo que parece. De que la infosfera en la que habitamos está hecha también de materia y consume abundante energía de un planeta finito.

Para empezar, la información ocupa espacio. Lo hace porque siempre necesita un sustrato material. Desde las piedras de las pirámides en las que los faraones inscribieron conjuros hace más de cuatro milenios, hasta los transistores microscópicos de la electrónica contemporánea que, aunque alcanzan hoy un tamaño sólo un poco mayor que el de un átomo, su número debe ser tan grande para poder almacenar las ingentes cantidades de información que necesitamos, que la suma de todos ellos en el planeta ocupa con creces un volumen superior al de las pirámides milenarias.

A todo esto deben sumarse las importantes cantidades de materia de las que debemos rodear a esos dispositivos de almacenamiento para que cumplan su función. Desde tuberías y cables que conducen electricidad o que transportan la misma información desde o hacia el lugar en el que se almacena o produce; pasando por pantallas para desplegar toda o parte de esa información para que la consuman cerebros ansiosos; hasta llegar a ventiladores y sustancias refrigerantes que evitan que se derrita la materia por la que pasa.

La información necesita, pues, materia; y también mucho, mucho espacio. 

Lo de que la información es intangible más bien lo tenemos que ir repensando.

El problema de la energía

 

Pero hay un problema aún más acuciante con la información y su proliferación desmedida e insostenible en un planeta finito: la energía para crearla, mantenerla y distribuirla.

De acuerdo a una ley bien conocida de la física —que las personas entendidas llaman “segunda ley de la termodinámica”—, cualquier cosa abandonada a su suerte tenderá a degradarse inexorablemente. Y no me refiero solamente a que se oxidará, si tiene metales, o se pudrirá, si está hecha de materia viva o materia degradable por bichos microscópicos. Me refiero a que las cosas abandonadas tienden a desordenarse internamente. Y el desorden es, físicamente, una forma de pérdida de información. 

La información, pues, según la física, no dura para siempre. En palabras llanas, si dejas un bit descuidado por ahí, posiblemente no volverás a verlo: “la segunda ley lo pasará al papayo”.

Pero hay un antídoto contra la degradación de la información en el universo: la energía.

Los mecanismos que impiden que la información se degrade son casi tan diversos como los medios de almacenamiento existentes. A un periódico hay que ponerlo debajo de un objeto pesado para que no se vuele o guardarlo en una gaveta para que no se moje. En el proceso gastas energía. A los libros hay que preservarlos en lugares con baja humedad y poca luz y hasta desinfectarlos de vez en cuando. Gastas energía. A los discos y a las memorias electrónicas se les debe suministrar energía eléctrica para que repasen sus bits, o ejecutar sobre ellos de vez en cuando algoritmos de corrección de errores. Gastas energía. A veces, resulta incluso más fácil mantener copias de la información para que en caso de degradarse un original, la información sobreviva en las copias. También gastas energía con esto que llaman redundancia. 

Pero hay algo que requiere aún más energía: extraer, enviar y almacenar información. Si la pirámide de Unas permaneciera enterrada en la arena, posiblemente el texto que conserva duraría cientos de miles de años, incluso con la segunda ley rondando como un buitre. Pero nadie podría leerlo. Es necesario mantenerla a flote, limpiarla todos los días para que los infomaniacos, sedientos de información y curiosidades, puedan leer nuevamente los conjuros que escribieron allí los egipcios hace más de 4.000 años.

En suma: la información consume energía.

Para nadie es un secreto que la crisis global es fundamentalmente una crisis de la energía. Hemos calentado en exceso la atmósfera del planeta descargando en ella y a manos llenas los productos de desecho de la quema de combustibles fósiles; combustión que es, no podemos negarlo, la forma más eficiente y barata de extraer energía de la materia (finita) del planeta.

Si el mantenimiento, lectura, transporte y almacenamiento de información requiere energía, entonces la información también es parte del problema. Para ponerlo más claro: en un mundo finito, debemos poner límites a la información porque ella requiere energía en abundancia, energía que no tendremos para siempre.

Los números de la infosfera

Pongámosle números al problema.

 

Hoy, se sube a YouTube, que es con mucho la red social con la mayor cantidad de información en la Tierra, la medio bicoca de 500 horas de video cada minuto (ver figura abajo). De esos vídeos desconozco la cantidad que terminan borrándose, bien por voluntad propia de sus creadores o por mecanismos de depuración del mismo YouTube. Sin embargo, no sería muy descabellado afirmar que la cantidad de material que se borra es bastante insignificante comparada con el que se agrega continuamente. En otras palabras, hay un contrato implícito con esta red social de que lo que subas estará allí para siempre. ¿Es esto realmente sostenible?

Horas de video que se suben a YouTube cada minuto.
Fuente: https://www.statista.com/statistics/259477/hours-of-video-uploaded-to-youtube-every-minute/.

¿Cuánta energía se requiere para mantener disponible esa ingente cantidad de información, en su mayor parte completamente inútil, para que la especie infomaníaca la consuma o peor aún para que no lo haga? ¿Cuánta energía necesita YouTube para recuperar y reproducir continuamente la información de los vídeos más populares que se reproducen miles de millones de veces al año?

En la Tierra, hay un límite para la cantidad de energía que puede extraerse o consumirse cada año. Ese límite no sólo pone cotas a los barcos, los aviones o los trenes que podemos mover, a la electricidad que podemos producir, a la comida que podemos cultivar; ese límite también impone un techo para la información que podemos producir, almacenar o distribuir. 

La infosfera tiene un límite.  

En el año de 2023, el consumo total de energía eléctrica de los centros de datos en el mundo, es decir esos lugares de cuya existencia nunca te percatas y a donde van a parar —supuestamente para siempre— las selfies que nunca compartes (la mayoría se suben a las “nubes” de Google y Apple), los vídeos de gatos que subes a YouTube o las series que disfrutas en streaming, consumieron el 4% de toda la energía eléctrica producida en el planeta. Esto equivale, en plata blanca, a la medio bicoca de 900 TWh de energía por año

Se calcula que, para el año 2030, este consumo alcanzará las 3.200 TWh, que es la misma energía que se necesitará para electrificar todos los vehículos del planeta. 

¿Ya empezaron a sudar?

Hablemos ahora de la cantidad de información que hemos acumulado.

Se estima que hay unos 100.000’000.000’000.000’000.000 bytes de datos almacenados en todo el planeta; es decir, si te gusta el español, cien mil trillones de bytes o, si te va mejor con los prefijos elegantes, 100 Zetabytes

Otra manera de expresar este número incomprensible es decir que el contenido actual de la infosfera equivale a la información que hay en un video de alta resolución que dura aproximadamente 2 mil millones de años. La película de la vida en la Tierra.

Ahora bien, si suponemos que el límite de la infosfera se alcanzará el día que usemos el 100% de la energía eléctrica sólo para almacenar, transportar y recuperar datos, esto significa que, con la capacidad y tecnología actual, podríamos almacenar en la Tierra unas 25 veces más información de la que ya tenemos. Es decir, en el presente la infosfera tiene un límite de unos 2500 Zetabytes, de los que ya hemos usado 100. 

Pero el límite podría ser mucho menor. Por supuesto, ninguna sociedad es viable si utiliza el 100% de su energía solo para manipular información. También podría ser mucho mayor. Cada año la humanidad extrae más energía y por lo tanto su capacidad para almacenar información seguirá creciendo.  

El límite real debe estar entre esos dos extremos, pero allí está el problema. 

Por la misma razón que sabemos que en una Tierra finita no podremos obtener una cantidad ilimitada de energía, incluso una cantidad mucho mayor que la que ya extraemos sin modificar de forma radical el planeta, tampoco podremos entonces almacenar toda la información que queramos.

El apocalipsis informático

 

Es momento de formular la pregunta clave: ¿Cuánto nos tomará usar la totalidad de la capacidad de la infosfera?, o si lo quieren poner más dramático, ¿cuándo será el apocalipsis informático?

La respuesta a esta pregunta depende de dos números que no son fáciles de estimar. 

Por un lado está el ritmo al que producimos información en la Tierra. 

Según un estudio de IBM de 2012, se producen 1.700 millones de megabytes de datos cada minuto en todo el planeta. Esta cifra eclipsa por mucho las 500 horas de video por minuto que se suben a YouTube y que corresponden “apenas” a unos 3 millones de megabytes por minuto de información subida a esta red.

Si este ritmo no cambia, la infosfera, con su tamaño actual, se habrá saturado completamente en 2.600 años. “¡De la que nos salvamos!” dirán las personas optimistas. 

Pero el ritmo al que producimos información cambia cada año. Ese es el segundo número que necesitamos. El estimativo más conservador es que la velocidad a la que producimos información está creciendo en 1% por año (en la figura que mostramos de la velocidad de subida de información a YouTube el crecimiento fue del 5%, al menos hasta 2019).  

Si un crecimiento de esa magnitud se mantiene, en tan solo 20 años habremos saturado completamente la infosfera

No parece muy prometedor, ¿verdad?

A modo de conclusión

 

Vivimos en un planeta material y energéticamente finito. Afortunadamente la mayoría ya entendemos bien esto. Pero es momento de empezar a ser conscientes también de que la información, almacenada en eso que llamamos la infosfera y que parece intangible, pero alrededor de la que gravita nuestra vida hoy, necesita abundantes cantidades de materia, espacio y energía para producirse, transportarse y almacenarse. 

La Tierra no tiene una capacidad infinita para almacenar información: La infosfera tiene límites. 

Si seguimos creando, almacenando y manipulando información al ritmo al que lo hacemos hoy, pero peor aún, si ese ritmo crece, incluso a una velocidad no muy grande para los estándares actuales, en tan solo unas décadas habremos agotado todo el “espacio” disponible de la infosfera. 

Cuando llegue ese momento, no podremos almacenar un solo minuto de vídeo en YouTube, publicar un trino, enviar un mensaje de WhatsApp o peor aún, registrar un dato en un observatorio astronómico o dejar constancia de una transacción bancaria. 

Yo no creo que lleguemos hasta allá, pero saber que los límites están ahí es bueno. Tal vez no haga mucha mella, pero yo empezaría por tratar de ser más responsable y dejar de pensar que cada foto o video debe ser almacenado para siempre. Es momento de empezar a desprenderse también de la información. En el futuro se necesitará espacio para cosas importantes.

Referencias:

  1. El concepto de “infosfera” fue acuñado por Luciani Floridi en 2014, Ver: The Fourth Revolution: How the Infosphere is Shaping Human Reality (Oxford University Press, Oxford, 2014).
  2.  El tamaño hoy de un transistor individual es de unos 5 nanómetros. Un átomo individual de oro mide 10 veces menos que eso. Una memoria RAM de computadora contiene más o menos 48 mil millones de transistores, más de 5 veces el número de personas vivas.
  3. TikTok podría estar superando a YouTube. De acuerdo con esta fuente https://www.usesignhouse.com/blog/tiktok-stats en 2021 se subieron a los servidores de esta red social más de 9 mil millones de videos. Si asumimos un promedio de 1 minuto por video (que puede ser una subestimación hoy), esto equivale a 300 horas de video por minuto.
  4. Para un informe más detallado sobre el consumo energético de las tecnologías de la información y las comunicaciones pueden leer este documento: https://frontiergroup.org/resources/fact-file-computing-is-using-more-energy-than-ever.
  5. Para que nos hagamos una idea, Colombia consume un total de 0,07 TWh de energía eléctrica por año (ver esta fuente https://www.worlddata.info/america/colombia/energy-consumption.php). Es decir, si toda la electricidad que alimenta los centros de datos se usará solo en Colombia y pudieramos guardarla, tendríamos energía para unos 10.000 años. Deje así.
  6. 1 Zetabyte que se abrevia ZB equivale a  10^21  Bytes. En notación científica la cantidad total de información que hay en la Tierra es entonces 10^23 Bytes. Dato obtenido de https://theconversation.com/the-worlds-data-explained-how-much-were-producing-and-where-its-all-stored-159964
  7.  Estoy asumiendo que un video de alta resolución consume unos 100 MB por minuto de video. Lo que implica que un video de 90 minutos ocupa unos 9 GB que es una cantidad razonable de acuerdo a mi propia experiencia. Si dividimos la cantidad de información total en la Tierra, 10^23 B por 10^8 B/minuto, obtenemos que el video equivalente duraría 10^15 minutos, que equivalen a aproximadamente 2.000 millones de años.
  8. El dato viene de P. Zikopoulos, D. deRoos, K. Parasuraman, T. Deutsch, J. Giles, and D. Corrigan, Harness the Power of Big Data: The IBM Big Data Platform (McGraw-Hill Professional, New York, 2012).  La cifra publicada en el estudio de IBM es 2x10^18 bytes/día que equivale a 1,7x10^15 bytes/minuto o 1,7x10^9 MB por minuto.
  9. Este número se calcula dividiendo la capacidad total que habíamos calculado 25x10^23 menos lo que hemos usado que es 1x10^23, por la tasa de producción de información que es 2.5x10^18 B/día. El resultado es 960.000 días que equivale a 2.600 años. 
  10. Para este cálculo he usado los mismos métodos empleados en este artículo Vopson, M. M. (2020). The information catastrophe. AIP Advances, 10(8). Disponible en línea en: https://pubs.aip.org/aip/adv/article/10/8/085014/990263/The-information-catastrophe
Jorge Zuluaga.
Jorge Zuluaga.

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