La falta de información precisa, verificable y oportuna proveniente de los sistemas de salud del cerca del 90 por ciento de los países que integran el sistema de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha infectado la confianza en los procesos de vacunación contra el coronavirus, pues los reportes sobre el número de muertes durante la pandemia es directamente proporcional a la desigualdad con que se han asignado los biológicos.
En otras palabras, la cifra de muertes es casi tres veces superior a las oficialmente reportadas al sistema de la OMS y estarían entre 6, 8 o 10 millones por encima de las hasta ahora anunciadas. En consecuencia, ante menores cifras de fallecidos, menos cupos de vacunas, aunque paradójicamente son los países más pobres donde están los mayores niveles de contagios y de muertes, pero menores posibilidades de comprar biológicos.
Así se interpretan algunas de las cifras publicadas por la agencia de la ONU para la salud, entre ellas, que un 90% de países reportaron interrupciones en los servicios de salud esenciales y un 3% de los hogares gastaron más del 25% de su presupuesto en atención sanitaria.
A 31 de diciembre de 2020, las estimaciones preliminares sugieren que el número total de muertes mundiales atribuibles a la pandemia de COVID-19 en 2020 fue de al menos tres millones, lo que representa 1,2 millones de muertes más que los 1,8 millones notificados oficialmente.
Triunfo de la ciencia, fracaso de la humanidad
Coincidiendo con el lanzamiento del informe 2021, el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, les recordó a las grandes potencias agrupadas en el G-20 que “nuestro compromiso con el futuro se mide por nuestras acciones de hoy. Sólo ayer, más de 13.000 personas de todo el mundo perdieron la vida a causa del COVID-19, nueve cada minuto. Hoy la cifra será similar. Y mañana, y al día siguiente. Y la gente seguirá muriendo mientras persista la disparidad mundial de las vacunas. Sí, el rápido despliegue de las vacunas contra el COVID-19 es un triunfo de la ciencia. Pero su distribución desigual es un fracaso para la humanidad”, advirtió.
La OMS ha insistido en la equidad en la asignación de las vacunas, pues a estas alturas, el llamado mecanismo COVAX debería haber entregado 170 millones de dosis en todo el mundo, pero debido al nacionalismo de las vacunas, a la limitada capacidad de producción y a la falta de financiación, esa cifra es de sólo 65 millones.
El coronavirus afecta de manera desproporcionada a las poblaciones vulnerables, y corren mayor riesgo de contraerlo quienes viven en entornos superpoblados. Además, el estudio apunta que la falta de desglose de los datos favorece la desigualdad de los resultados sanitarios, ya que solo el 51% de los países incluyen datos desglosados en sus informes estadísticos nacionales.
Así, con un 90% de países que reportan interrupciones en los servicios de salud esenciales y un 3% de los hogares que gastaron más del 25% de su presupuesto en atención sanitaria, la cobertura sanitaria universal corre mayor riesgo de quedarse rezagada.
En contraste, no todo ha sido negativo, pues la esperanza de vida global al nacer ha aumentado de 66,8 años 2000 a 73,3 años en 2019, y la expectativa de vida en condiciones saludables ha aumentado de 58,3 a 63,7 años.
Los mayores avances se están consiguiendo en los países de bajos ingresos, principalmente debido a la rápida reducción de la mortalidad infantil y de las enfermedades transmisibles.
Además, se ha logrado una reducción mundial del 33% en el consumo de tabaco, aunque en el otro lado de la balanza se indica que aumenta la obesidad en los adultos con registros de hasta una cuarta parte de la población de los países de ingresos altos en 2016.
Aunque las enfermedades no transmisibles representaron siete de las diez causas de muerte en el mundo en 2019 con millones de fallecidos, especialmente en los lugares con menos recursos, los decesos por esta causa también disminuyeron.
Tedros aseguró que se ha producido un descenso constante de la mortalidad debida a los suicidios, homicidios, el envenenamiento no intencionado y las lesiones por accidentes de tráfico, pero que muchas más de estas muertes, que suponen un mayor riesgo para los hombres que para las mujeres, aún pueden prevenirse.
“Para cerrar estas brechas y cumplir los objetivos mundiales, debemos seguir centrándonos en la distribución equitativa de los servicios y el acceso a una atención sanitaria de calidad y asequible y a intervenciones eficaces en todos los países y para todas las poblaciones”, dijo en la presentación del informe.
Por ello, Tedros llamó a los países del G-20 a que prediquen con el ejemplo y aporten toda su cuota de financiación.
“Una inversión de miles de millones podría acabar ahorrando billones, y salvando vidas”, sentenció la OMS.
“Seamos claros, estamos en guerra con el virus. Y si estamos en guerra con el virus, tenemos que tratar nuestras armas con reglas de economía de guerra, y todavía no estamos ahí. Y esto es así para las vacunas, y para otros elementos en la lucha contra el virus”, concluyó su presentación el director de la OMS, al tiempo que ratificó su preocupación por el relajamiento de las normas de protección comunitarias, la crudeza del virus en India, y la propagación progresiva del COVID-19 en América Latina