La agricultura inteligente o Smart Farming (en inglés) es el término que se ha acuñado para referirse a la aplicación de las tecnologías de la industria 4.0 en la agricultura. El concepto con el que estamos más familiarizados los profesionales del agro es el de “agricultura de precisión”. La agricultura de precisión, que nació a principios de los años noventa, se basa en el geoposicionamiento de tractores y la aplicación de fertilizantes de manera “precisa”, según mapas de suelos creados con base en diagnósticos sobre su composición.
Las tecnologías de la agricultura de precisión, principalmente los sistemas de geoposicionamiento global (GNSS por sus siglas en inglés) y los tractores, solamente tienen aplicabilidad en zonas muy planas, de grandes extensiones y con grandes capitales de trabajo. Por esta razón, su aplicación y el beneficio que prometen han sido mínimos en la agricultura de países en vía de desarrollo como Colombia y no han llegado a impactar significativamente la agricultura a pequeña escala de nuestro país.
Por el contrario, las tecnologías de la agricultura inteligente ofrecen la posibilidad de llegar a zonas en las que la agricultura de precisión no es viable. Tecnologías como los vehículos aéreos no tripulados (drones), el internet de las cosas y la inteligencia artificial pueden ser aplicadas en casi cualquier contexto, sin importar su topografía y distancia a centros urbanos, incluso con costos más asequibles. De hecho, muchos pequeños agricultores ya cuentan con un teléfono inteligente, lo que les ha dado la posibilidad de aprender a manipular aplicaciones, es decir, tienen tecnología y conocimiento básico para capturar datos.
La agricultura a pequeña escala tiene ahora la posibilidad de acceder a tecnología de punta con el fin de empezar a resolver problemas que los han aquejado por años. Dos de los problemas que han padecido los pequeños agricultores por mucho tiempo son el limitado acceso a la asistencia técnica y las dificultades para la comercialización de sus productos. Es bien sabido que las entidades estatales encargadas de brindar asistencia técnica a los campesinos, tienen dificultades de presupuesto y accesibilidad a sitios apartados, para conocer de primera mano los problemas técnicos de los agricultores. Así mismo, la intermediación que por años ha existido en nuestro modelo agrícola es la que percibe las mayores ganancias, siendo éste uno de los retos más difíciles. Esto se debe a que son precisamente los intermediarios los dueños de la información: quien produce, quien vende, quien transporta y quien compra.
La situación anterior motivó que el grupo de Investigación y Desarrollo en Inteligencia Artificial (GIDIA) de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia – Sede Medellín, bajo la dirección del profesor e investigador John William Branch Bedoya, haya creado una línea de investigación en Agricultura Inteligente que actualmente viene desarrollando la implementación de una plataforma de Smart Farming para pequeños productores (Imagen 2).
Las investigaciones del grupo se vienen desarrollando en el corregimiento de San Cristóbal, una de las áreas que abastece de productos agrícolas a la ciudad de Medellín, no solamente de alimentos sino también de flores; uno de los productos más característicos de la región. La meta inicial es crear una plataforma que permita el acceso de los pequeños agricultores al servicio de asistencia técnica. Para esto se han implementado tecnologías de internet de las cosas IoT (Internet of Things en inglés) en invernaderos para producción de hortalizas, con el objetivo de capturar datos de temperatura, humedad relativa, conductividad eléctrica del suelo, contenido de dióxido de carbono (CO2) en el aire, e incluso imágenes que monitorean el crecimiento de los cultivos (Imagen 3).
Para una segunda etapa se planea investigar temas relacionados con la comercialización de los productos. Además, se ha comenzado a utilizar la tecnología de drones para la identificación de cultivos, con el fin de inventariar y tener un mejor conocimiento de los volúmenes de oferta a los mercados. Actualmente, y utilizando inteligencia artificial desde el aire, se ha logrado una identificación precisa de cultivos de cebolla y flores, e incluso se han detectado áreas preparadas para siembra, lo que posibilitará establecer ofertas futuras (Imagen 4).
Se espera que estas investigaciones comiencen a dar frutos pronto, y que posteriormente se desarrollen trabajos enfocados en resolver diferentes problemas particulares de cada región o producto. La diversidad en el sector agrícola es muy amplia, por lo que requiere de la participación de diferentes entidades y personas que unan sus esfuerzos en aplicar tecnologías que ya están al alcance de los pequeños agricultores.
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