Vivimos en una sociedad concebida y planeada para un clima estable, construida sobre la suposición de que el clima del futuro no será muy distinto al del pasado, acostumbrada a unos regímenes de lluvia, temperatura, caudal y otras variables ambientales que se suponen conocidos a partir de los registros históricos. La sociedad actual no está preparada para grandes cambios en el clima. Veamos esto con algunos ejemplos.
Los puentes sobre los ríos están construidos con la idea de que el caudal nunca —o casi nunca— llegará a ser tan grande como para que el agua les pase por encima o los destruya. Así mismo, los canales pretenden contener indefinidamente a los ríos, especialmente en zonas urbanas que han aplicado intensamente la idea de canalizar para desarrollar el territorio, o “canalizar para industrializar” como lo describe Bibiana Preciado en su tesis sobre el desarrollo urbano de Medellín durante la primera mitad del siglo XX [2], cuando comenzó la canalización del Río Aburrá y muchos de sus afluentes.
Las grandes presas de tierra que forman los embalses de los que depende la producción de casi el 70% de la electricidad de Colombia [3] también fueron diseñadas con la idea de que el agua nunca les pase por encima, excepto por el vertedero construido para tal fin. Si esto no se cumpliera y la cantidad de agua superara la capacidad del vertedero y pasara por encima de la presa, ésta podría romperse. En otras palabras, el paso de agua por encima de una presa es una situación peligrosa que debe evitarse al máximo. Por eso las Empresas Públicas de Medellín (EPM) prefirieron inundar la casa de máquinas de Hidroituango durante la emergencia de 2018, en vez de permitir que el agua superara el nivel máximo de la presa; era preferible perder la casa de máquinas y no la presa —esta es mi interpretación—.
En la presa de Hidroituango [5], el caudal promedio del Río Cauca ronda los 1100 metros cúbicos por segundo (m3/s) y el caudal máximo histórico no ha superado los 6000 m3/s. El vertedero de la presa está diseñado para permitir el paso de 22600 m3/s, o sea más de tres veces el caudal máximo registrado. La idea es que, en el futuro, el caudal del Río Cauca nunca crezca tanto como para comprometer la seguridad de la presa.
Los hoteles junto al mar se construyen con la idea de que la playa que atrae a sus clientes permanecerá en buenas condiciones durante mucho tiempo, por lo menos lo suficiente como para que se justifiquen las inversiones requeridas para construir y mantener en operación estas costosas infraestructuras turísticas. No se construyen hoteles junto a la playa esperando que en los próximos años el mar erosione o inunde la costa.
Muchas de las vías del país están construidas al lado de ríos y quebradas, incluyendo algunas de las carreteras de última generación que están trazadas al lado de los ríos Cauca y Magdalena. Por ejemplo, la carretera entre Santa Fe de Antioquia y Bolombolo, que fue mejorada recientemente como parte de los nuevos proyectos viales del país [6], está trazada como una línea casi paralela al Río Cauca. En la imagen de la derecha, la línea de la carretera se confunde con el cauce del río.
Quienes las diseñaron supusieron que estas carreteras y sus ríos vecinos seguirán coexistiendo unas al lado de los otros durante mucho tiempo, que el río nunca se volverá tan caudaloso como para inundar frecuentemente la carretera, y menos aún como para destruirla.
Con esta misma idea fue diseñada y construida la vía principal del Metro de Medellín que está justo al lado del canal del Río Aburrá. La vía de los trenes y el río están separados por un muro que, se supone, los mantendrá así durante muchos años. Se espera que ni el muro falle ni el río inunde la vía, que el canal logre contener al río indefinidamente. No obstante, en años recientes hemos visto al río alcanzar el nivel máximo del canal en varias ocasiones y ha sido necesario reforzar este muro en varios lugares.
Los acueductos requieren grandes inversiones que se hacen con la idea de que éstos le proporcionarán agua a una población durante décadas. No se construyen captaciones, tanques, plantas de tratamiento, redes de tuberías, y toda la infraestructura que requiere un acueducto con la idea de que el suministro sea inconstante. Tampoco se espera que un acueducto recién construido deje de funcionar bien en pocos años.
En general, todas las obras de ingeniería que he mencionado se diseñan y construyen con la idea de que funcionen bien y sean seguras durante varias décadas o incluso siglos. La sociedad espera que sus obras de infraestructura, y sobre todo las más estratégicas y costosas, mantengan su funcionalidad y seguridad durante mucho tiempo; esa es la expectativa.
Además, no es solo cuestión de infraestructura, sino también de ideas que se materializan en planes, políticas y decisiones. Los gobiernos tratan continuamente de responder preguntas y tomar decisiones sobre cómo atender las necesidades de la sociedad y protegerla de desastres como los causados por inundaciones, sequías, derrumbes, enfermedades, etc. Con este fin, los gobiernos diseñan e implementan políticas que a menudo comprometen grandes recursos de la nación en el largo plazo.
Las empresas y las personas comunes también hacemos planes de largo plazo que comprometen nuestras capacidades y recursos. Para la mayoría de las personas, comprar una casa es una decisión que implica comprometer gran parte de sus recursos económicos durante décadas a través de un crédito hipotecario. Por su parte, los bancos conceden estos créditos bajo la suposición de que las personas podrán pagar sus cuotas durante veinte o treinta años.
En este mismo sentido, la agricultura requiere planes de mediano y largo plazo que dependen de factores ambientales como el régimen de lluvias. Cuándo, cuánto y dónde lloverá son preguntas importantes para quienes toman decisiones sobre la producción agrícola. Si la respuesta a estas preguntas cambia mucho con el tiempo, se pueden perder cosechas y grandes inversiones, como sucede cuando una sequía inesperadamente intensa o prolongada afecta a una región agrícola.
La mayoría de las sociedades actuales son sedentarias, es decir, viven bajo la suposición de que la gente puede permanecer indefinidamente en un mismo lugar, sin necesidad de trasladarse regularmente como en las sociedades nómadas. Actualmente cerca del 50% de la población mundial vive en áreas urbanas [9]. Esta concentración de la población en ciudades llenas de edificaciones y otras infraestructuras complejas refleja el sedentarismo porque obedece a la idea de que dichas ciudades pueden funcionar bien y permanecer en el mismo lugar durante mucho tiempo.
En fin, nuestra sociedad (colombiana y global) está construida sobre la idea de que vivimos en un mundo que cambia, pero no tanto ni tan rápidamente como para que las obras de infraestructura, las políticas, los planes e incluso las ideas dejen de ser útiles pronto. Durante mucho tiempo la sociedad ha estado guiada por la idea de que el clima del futuro será parecido al del pasado, de que los registros históricos contienen la información clave sobre el futuro. Por ejemplo, la idea de que para diseñar grandes obras de infraestructura basta con analizar los registros históricos sin preocuparse demasiado por las proyecciones del futuro. Técnicamente, esta idea se conoce como la suposición de estacionariedad.
¿Podemos seguir contando con esta estabilidad? ¿Podemos seguir pensando y actuando bajo la suposición de estacionariedad?
La respuestas es no
La respuesta corta a estas preguntas es no. La razón fundamental es el cambio climático.
Una de las consecuencias más generales del cambio climático es que estamos dejando atrás al Holoceno, la era geológica que comenzó hace alrededor de 12 mil años y durante la cual surgieron y se desarrollaron todas las civilizaciones humanas. Como dijo Jorge Zuluaga en su Réquiem por el Holoceno [10], “una de las consecuencias […] del calentamiento global es el fin de una de las “eras climáticas” más estables del último millón de años, el Holoceno”. El clima de las próximas décadas pertenecerá a otra era geológica menos benévola para los seres humanos, que algunos han sugerido llamar Antropoceno para enfatizar los impactos de origen humano (antrópicos), o Piroceno [11] para resaltar el papel del fuego y los incendios en los efectos del cambio climático.
Durante el Holoceno, la temperatura promedio del planeta nunca salió de una franja de aproximadamente un grado Celsius de amplitud. La temperatura promedio global se mantuvo alrededor de 15ºC sin exceder 16ºC durante los casi 120 siglos que duró el Holoceno, pero en el último par de siglos esta temperatura se disparó. Ya estamos 1,3ºC por encima de los niveles preindustriales, y vamos en camino de llegar a 2ºC o 3ºC hacia finales del siglo XXI, es decir, lejos del Holoceno.
El simple hecho de que la temperatura promedio del planeta lleve décadas con una tendencia creciente y tienda a aumentar más en el futuro contradice la suposición de estacionariedad. Como consecuencia del cambio climático, ya no vivimos en un clima en estado estacionario sino transitorio. Esto significa, por ejemplo, que los valores promedio de la lluvia, la temperatura y otras variables climáticas que estimamos a partir de los registros históricos, no permanecerán en el tiempo, sino que cambiarán, es decir, son transitorios, pasajeros.
Si el caudal promedio de un río que usted conoce ha sido 100 litros por segundo, le sugiero no dar por sentado que así seguirá siendo durante las próximas décadas. Lo más probable es que este promedio “conocido” cambiará porque el cambio climático está alterando la lluvia, la temperatura y otras variables climáticas de las que depende el río. Los promedios históricos se mantenían en el mundo estacionario en el que la humanidad vivía antes pero no en el mundo transitorio al que nos estamos adentrando cada vez más por el cambio climático.
Con el cambio climático le estamos diciendo adiós a la suposición de estacionariedad. Muchas formas de pensar y hacer las cosas que funcionaron bien en el pasado dejarán de hacerlo en el futuro, incluyendo algunos de los métodos más tradicionales de la ingeniería.
Métodos de ingeniería en duda
Algunos métodos de ingeniería ampliamente usados para diseñar obras de infraestructura, como las que he mencionado, están perdiendo su validez como consecuencia del cambio climático. Veamos esto con un ejemplo.
Para diseñar obras de infraestructura alrededor de un río, como un puente, un canal, una vía cercana al cauce o una presa, es necesario calcular un caudal máximo que podría llegar a ocurrir, pero con una probabilidad muy baja. La idea es que sea un caudal tan grande que comprometería la funcionalidad o seguridad de la obra, pero tan poco frecuente que posiblemente pasen décadas o incluso siglos sin que ocurra.
Un método tradicional para calcular este caudal máximo tiene los siguientes pasos:
- Obtener una serie de tiempo de caudales en el punto de interés, por ejemplo, las mediciones hechas en una estación limnimétrica —-limnímetro es un instrumento usado para medir el caudal de los ríos—-.
- Suponer que los datos de caudal están ordenados de acuerdo con unas reglas estadísticas llamadas técnicamente “funciones de distribución de probabilidad”. Una práctica muy común en la ingeniería es suponer que los caudales máximos de un río se distribuyen según la función de distribución de probabilidad Gumbel, nombrada así en honor al matemático alemán Emil Julius Gumbel [13].
- Escoger un periodo de retorno, por ejemplo 50, 100 o 500 años. El periodo de retorno hace alusión al tiempo en el que se espera que un caudal máximo asociado pueda ocurrir una vez. Así, mientras mayor sea el periodo de retorno, menor será la probabilidad de que ocurra un valor extremo. En otras palabras, un caudal máximo de 500 años de periodo de retorno es más grande y menos probable que uno de 50 años. Para diseñar obras de ingeniería que no deberían fallar “nunca”, como una presa, se escogen periodos de retorno grandes.
- Calcular el caudal máximo para el diseño de la obra usando los datos históricos, la distribución Gumbel y el periodo de retorno escogido.
Muchas obras de ingeniería se han diseñado y construido usando este método, que ha demostrado su validez para un clima estacionario. El problema es que el clima está cambiando significativamente, dejó de ser estacionario, se salió del Holoceno.
En otras palabras, los ríos del futuro van en camino de volverse significativamente diferentes a los del pasado. Los ríos no serán como eran antes. Los registros históricos se quedan cortos para prever lo que vendrá.
Vamos a necesitar nuevos métodos de ingeniería que consideren mejor el estado transitorio del clima actual. Mientras tanto, será cada vez más riesgoso diseñar las grandes obras de ingeniería del país para el clima nuevo con los métodos viejos.
Vida útil
Otro concepto importante para tomar decisiones sobre obras de infraestructura que requieren grandes inversiones es el de vida útil. Esperamos que obras como puentes, vías, embalses y acueductos funcionen bien y de manera segura durante varias décadas, es decir, que tengan una vida útil suficientemente larga como para que se justifiquen las inversiones.
Por ejemplo, cuando una empresa de servicios públicos construye un alcantarillado pluvial tiene que invertir cuantiosos recursos para hacer excavaciones y poner tuberías y otros elementos. Estas inversiones se justifican económicamente comparándolas con lo que los ciudadanos pagaremos por el servicio, siempre y cuando el alcantarillado construido funcione bien durante varias décadas, digamos 40 años. Si el sistema deja de ser funcional o seguro antes de eso, entonces la empresa tiene que asumir pérdidas económicas o elevar sus tarifas.
En ejemplos como este del alcantarillado se necesitan proyecciones de varias décadas para tomar decisiones que implican mucho dinero en el presente.
En general, cualquier decisión que dependa de variables climáticas como la lluvia, la temperatura o el caudal de los ríos, y requiera hacer cuentas que consideren lo que va a pasar durante las próximas décadas, debería considerar muy seriamente el cambio climático. Esto implica revisar y quizás dejar atrás ideas y métodos que funcionaron bien en el pasado pero que ya no son válidos. Tenemos que considerar que estamos viviendo en un mundo en transición, que estamos transitando del Holoceno hacia una nueva era desconocida para la humanidad.
Cuentas de largo plazo
Algunas de las discusiones políticas y económicas más importantes del presente usan argumentos basados en cuentas de largo plazo. Dada la magnitud y diversidad de los impactos proyectados del cambio climático, estas cuentas no deberían ignorarlo ni subestimarlo.
Por ejemplo, prestigiosos líderes de opinión y organizaciones han controvertido la reforma pensional propuesta por el Gobierno colombiano con argumentos del tipo: “el pasivo se dispararía del 110% al 249% del producto interno bruto (PIB) al año 2070”, como dijo la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF) en un comunicado citado por el periódico El País [14]. A menudo, proyecciones económicas como estas ignoran o en el mejor de los casos subestiman los efectos que tendrá el cambio climático sobre el PIB durante las próximas décadas. Dada la magnitud de las pérdidas, daños y otros impactos que causará el cambio climático tanto en el país como en el resto del mundo, ignorarlo o subestimarlo en este tipo de cuentas es peligrosamente engañoso [15].
Así como con los métodos de la ingeniería, también tenemos que revisar nuestra manera de hacer cuentas sobre el futuro del país.
Conclusión
No podemos dar por sentado que las viejas obras de ingeniería funcionarán bien y seguirán siendo seguras durante las próximas décadas. Tampoco podemos asumir que los métodos y las ideas que han funcionado bien en el pasado seguirán funcionando bien en el futuro, ni hacer planes o cuentas de largo plazo sobre el desarrollo del país ignorando o subestimando el cambio climático. El cambio climático genera la necesidad de revisar las formas de pensar y actuar en la sociedad.
Referencias
[1] https://fundacionmagdalena.blogspot.com/2014/04/6-de-abril-de-1974-el-sabado-6-de-abril.html
[2] Zapata, B. A. P. (2015). Canalizar para industrializar: La domesticación del Río Medellín en la primera mitad del siglo XX. Universidad de los Andes.
[3] BID: https://blogs.iadb.org/energia/es/la-matriz-energetica-de-colombia-se-renueva/
[4] https://cu.epm.com.co/institucional/proyectos/hidroituango/noticias-proyecto-ituango
[5]https://www.medellin.gov.co/es/sala-de-prensa/noticias/conoce-las-cinco-dimensiones-hidroituango
[7]https://notisegovia.com/antes-del-2020-entregaran-via-recuperada-santa-fe-de-antioquia-bolombolo/
[9] https://www.un.org/uk/desa/68-world-population-projected-live-urban-areas-2050-says-un
[10] https://territoriossostenibles.com/cambio-climatico/requiem-por-el-holoceno/
[11] https://territoriossostenibles.com/cambio-climatico/piroceno/
[12] https://www.realclimate.org/index.php/archives/2013/09/paleoclimate-the-end-of-the-holocene/