Mientras en Cali se registraban el domingo precipitaciones por encima de los 150 milímetros por hora, una cifra nunca antes vista en la capital del Valle, y una avenida torrencial convertía las calles principales de Dabeiba (Antioquia) en una amalgama de lodo, piedras y madera, los océanos seguían experimentando un aumento de temperatura que ya alcanzó cifras récord y seguirán provocando aumento en las lluvias en todo el planeta.
El ciclo del agua, que comienza y termina en los océanos, está roto y destruido como consecuencia de las emisiones de los gases de efecto invernadero (GEI) y lo peor está por venir, según los informes entregados este martes por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), organismo de la ONU, que este año dedicó su día a los océanos.
Es claro que un mayor aumento en las temperaturas de los mares no sólo altera los ciclos secos y de intensas lluvias en todo el planeta, sino que agudiza el deterioro de los ecosistemas marinos y terrestres, por cuanto la absorción de calor produce cambios dramáticos en los niveles y la acidificación de los mismos.
El informe de la OMM es alarmante. El calentamiento de los océanos ha alcanzado niveles récord y que “lo peor está por venir”, ya que hasta 2100 el océano podría absorber mucho más calor que el ya absorbido durante el pasado medio siglo. Incluso, agrega, “si se logra contener el calentamiento global en sólo dos grados más, los mares absorberán entre dos y cuatro veces más calor que en el pasado medio siglo, aunque de superarse ese límite podrían ser hasta siete veces más”.
La razón es contundente: el océano ha absorbido entre el 20% y el 30% de las emisiones de dióxido de carbono en los últimos 40 años, lo que provoca una reducción de oxígeno que afecta a la biología marina, del mismo modo que ésta se ve perjudicada por el calentamiento del medio acuático. “Las repercusiones de tal daño durarán años: el océano tiene una memoria muy larga, incluso más que la atmósfera”, dijo la portavoz de la OMM, Clare Nullis al presentar su informe.
El nivel del mar aumentó 15 centímetros en el siglo XX y seguirá haciéndolo por el deshielo de glaciares, lo que afectará al 40% de la población mundial, esto es, asentamientos que están a 100 kilómetros de la costa.
Imágenes satelitales recogidas durante la última década por científicos demuestran la pérdida de grandes extensiones de costa en ambos océanos y el inminente peligro que corren cientos de miles de comunidades asentadas en zonas marinas, como consecuencia de las inundaciones y la pérdida de especies.
Lo que está en juego
El océano condiciona el tiempo y el clima en todo el mundo y es uno de los pilares de la economía mundial y de la seguridad alimentaria. El cambio climático, además de acarrear graves consecuencias para el océano, multiplica los riesgos a los que están expuestos cientos de millones de personas, pues éstos ocupan el 70 % de la superficie terrestre.
Los mares son el termostato de la Tierra y son una especie de cinta transportadora de calor. Absorbe y transforma una parte importante de la radiación solar que incide en la superficie terrestre y aporta calor y vapor de agua a la atmósfera. La formación de enormes corrientes oceánicas horizontales y verticales permite distribuir este calor por todo el planeta, a menudo a lo largo de miles de kilómetros, configurando así el tiempo y el clima de la Tierra a escala mundial y local.
Es decir, los fenómenos climáticos ocurridos este fin de semana en Cali Dabeiba, por citar sólo algunos ejemplos, están estrechamente relacionados con los océanos.
El océano absorbe más del 90 % del exceso de calor atrapado en el sistema climático a causa de los gases de efecto invernadero, protegiéndonos así de un aumento de temperatura aún mayor debido al cambio climático.
«El contenido calorífico de los océanos ha alcanzado niveles sin precedentes y la acidificación de los océanos no cesa. Las consecuencias de estos cambios se sentirán durante cientos de años a causa de la gran inercia del océano”, según Petteri Taalas, secretario General de la OMM.
La OMM aseguró que el hielo en el Ártico se está derritiendo y ello entraña profundas repercusiones para el resto del planeta que se manifiestan a través de cambios en las pautas meteorológicas y la aceleración de la subida del nivel del mar.
En 2020, la extensión mínima anual de hielo marino en ese punto fue una de las más bajas de las que se tiene constancia, y expuso a las comunidades polares a episodios atípicos de inundaciones costeras y a múltiples partes interesadas, como los sectores naviero y pesquero, a peligros causados por los hielos marinos, agrega la OMM.
La “economía azul”, cuyo valor estimado oscila entre 3 y 6 billones de dólares anuales, representa más de tres cuartas partes del comercio mundial y proporciona medios de subsistencia a más de 6.000 millones de personas.
Cada año se pierden en el mar millones de dólares en mercancías y cientos de vidas, debido a condiciones meteorológicas extremas, como vientos fuertes, grandes olas, niebla, tormentas eléctricas, hielo marino y rociones congelantes.
Cada vez genera mayor inquietud el posible aumento del tráfico marítimo a raíz de la pérdida de hielo marino en un mundo que se calienta. A diferencia de los fenómenos meteorológicos extremos, cuya duración es relativamente corta, el hielo marino representa una amenaza constante y, a menudo, oculta. Menos hielo no significa menos peligro, y las consecuencias de un accidente grave en aguas del Ártico serían devastadoras para el medioambiente.
A medida que la población costera sigue creciendo, sin olvidar los grupos de turistas que visitan esas zonas de forma puntual, la prestación de servicios de predicción de parámetros costeros también resulta fundamental. Los puertos, epicentro del transporte de personas y mercancías, requieren predicciones exactas para velar por la seguridad de sus operaciones y mantener el desarrollo económico.
Oceanografía y desarrollo sostenible
Tal como se dijo, los océanos absorben más del 90 % del exceso de calor del sistema climático, pero de acá a 2100, éstos habrán absorbido entre dos y cuatro veces más calor que en el último medio siglo. En las aguas oceánicas más cálidas, la mezcla entre capas de agua se reduce y ello merma el suministro de oxígeno y nutrientes indispensable para la vida marina. En cuatro décadas, el océano ha absorbido entre el 20 y el 30% de las emisiones de dióxido de carbono fruto de la actividad humana, con la consiguiente acidificación de los océanos.
El nivel del mar ha subido unos 15 cm durante el siglo XX y lo seguirá haciendo. Según las proyecciones de la Plataforma Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), el aumento podría alcanzar entre 30 y 60 cm de aquí a 2100, incluso aunque se reduzcan drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero y se mantenga el aumento de temperatura muy por debajo de 2 °C. Sin embargo, si las emisiones de gases de efecto invernadero siguen sin reducirse, el incremento oscilará entre 60 y 110 cm.
La subida del nivel del mar y la intensificación de las tormentas también incrementarán la frecuencia de los episodios en los que, durante la marea alta, el nivel del mar alcanza valores extremos, con el consiguiente aumento de los riesgos para muchas ciudades costeras e islas pequeñas de baja altitud.
En consecuencia, no queda otra alternativa que trabajar para mitigar esos daños y evitar que se cumpla la profecía de la OMM de que “lo peor está por venir”.