Con hambre y la nevera llena, podrían decir algunos. Otros, que seguimos pateando la lonchera. Lo que es cierto es que las cifras dan dolor de estómago. Cómo no sentir retorcijones al saber que en 2019 se desperdiciaron cerca de 931 millones de toneladas de alimentos en todo el mundo, mientras 690 millones de personas padecen hambre en el planeta y otros 3.000 millones no pueden pagarse una dieta sana que no cuesta más de 1.5 dólares por persona.
Así como esas cifras provocan náuseas, dimensionarlas puede ocasionar convulsiones. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), esas 931 millones de toneladas que fueron a parar a la basura representan el 17 por ciento del total global de alimentos que llega a manos del consumidor y con ellas se podrían cargar 23 millones de camiones de 40 toneladas. En fila, esos vehículos alcanzarían para darle la vuelta siete veces a la Tierra. ¡Qué mareo!
En Colombia, donde no menos de 3.5 millones de personas padecen hambre y desnutrición, se pierden cada año cerca de nueve millones de toneladas de alimentos, lo que se necesitaría para darles comida a ocho millones de personas. Esos insumos podrían llenar cerca de 230 mil camiones de 40 toneladas cada uno. Los desperdicios representan el 40 por ciento del total de los alimentos producidos.
Lo peor de todo, si es que puede haber algo peor que botar los alimentos, es que son los hogares donde el desperdicio es mayor (con el 11 por ciento), mientras en los restaurantes y los supermercados esas cifras son del 5 y el 2 por ciento, respectivamente, según la ONU. Cuando hablamos de alimentos, están incluidos los huesos, en el caso de los cárnicos, y las cáscaras, que bien podrían utilizarse en la fabricación de otros insumos de uso masivo.
En el mundo, per cápita, cada año se desperdician 121 kilogramos de alimentos a nivel del consumidor, y 74 de esos kilogramos se desperdician en los hogares.
A la hora de buscar responsables, el desperdicio de alimentos es un problema global, no solo del mundo desarrollado. El informe sobre el Índice de Desperdicio de Alimentos 2021 del PNUMA y la organización asociada WRAP, es la recopilación, el análisis y el modelo de datos más completos hasta la fecha sobre el desperdicio de alimentos, y ofrece una metodología para que los países puedan hacer sus propias mediciones. Se identificaron 152 puntos para la medición del desperdicio de alimentos en 54 países.
Efecto sobre los ecosistemas
El desperdicio de alimentos tiene importantes efectos ambientales, sociales y económicos. Por ejemplo, en un momento en que la acción climática aún está rezagada, entre 8% y 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero están asociadas con alimentos que no se consumen, si se toman en cuenta las pérdidas que suceden antes del nivel del consumidor.
Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA, aseguró ayer que “disminuir el desperdicio de alimentos reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero y la velocidad de la destrucción de la naturaleza que resulta de la conversión de la tierra y la contaminación. Al mismo tiempo, mejoraría la disponibilidad de alimentos y, por lo tanto, reduciría el hambre y ahorraría dinero en un momento de recesión mundial”.
Los países pueden aumentar la ambición climática al incluir el desperdicio de alimentos en las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) de cara al Acuerdo de París, al tiempo que fortalecen la seguridad alimentaria y reducen los costos para los hogares. La prevención del desperdicio de alimentos es también un área crucial para su inclusión en las estrategias de recuperación pos COVID-19.
Lejos de las metas del ODS12
La Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la ONU 2021 brindará la oportunidad de lanzar nuevas acciones audaces para abordar el desperdicio de alimentos a nivel mundial, pues es claro que las metas fijadas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible no se podrán cumplir, si se mantiene el ritmo de contribuciones acordadas al que vamos.
“Durante mucho tiempo, se asumió que el desperdicio de alimentos en el hogar era un problema importante solo en los países desarrollados. Ahora vemos que las cosas no son exactamente así”, dijo Marcus Gover, director ejecutivo de WRAP.
El ODS 12 busca reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita a nivel de los minoristas y los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro.
Un número creciente de países ha medido el desperdicio de alimentos en los últimos años. Los informes encuentran que 14 países ya tienen datos sobre el desperdicio de alimentos en los hogares recopilados de una manera compatible con el Índice de desperdicio de alimentos.
Otros 38 países tienen datos sobre el desperdicio de alimentos en los hogares en los cuales pequeños cambios en la metodología, la cobertura geográfica o el tamaño de la muestra permitirían crear una estimación compatible con el ODS 12. En total, 54 países tienen datos de al menos uno de los tres sectores que abarca el informe.
Dado que 75% de la población mundial vive en algún país con una estimación de desperdicio de alimentos directamente observada a nivel doméstico, la confiabilidad de la estimación en este sector es mayor. En cambio, puesto que las estimaciones directas son mucho más bajas al nivel de los minoristas y los servicios de alimentos, la confianza en las estimaciones en estos sectores es menor.
El PNUMA lanzará grupos de trabajo regionales para ayudar a desarrollar las capacidades de los países para medir el desperdicio de alimentos a tiempo para la próxima ronda de informes a fines de 2022, y ayudarlos a desarrollar líneas de base nacionales para rastrear el progreso hacia la meta de 2030, y diseñar estrategias nacionales para prevenir el desperdicio de alimentos.