Olas de calor y la esperanza de que los bosques protejan a Colombia

Una ola de calor muy severa ha afectando recientemente a millones de personas en la India y Pakistán causando impactos sociales y económicos muy adversos. ¿Colombia está a salvo de las olas de calor? ¿Qué deberíamos hacer para mitigar los riesgos? ¿Por qué son claves los bosques y las decisiones del próximo Presidente de la República?

Ola de calor en la India y Pakistán
Ola de calor en la India y Pakistán vista desde los satélites. Fuentes: ESA y NASA.

Así se ve desde los satélites la ola de calor que ha afectado a millones de personas en la India y Pakistán recientemente (Figura 1). Las olas de calor son periodos generalmente cortos (uno o varios días) durante los cuales la temperatura del ambiente se vuelve excepcionalmente alta en un territorio. El mapa de la izquierda muestra la temperatura de la superficie de la tierra medida por la misión satelital Copernicus Sentinel-3 de la Agencia Espacial Europea (ESA) el pasado 29 de abril. En gran parte de la India y Pakistán, esta temperatura ha alcanzado valores por encima de 40ºC o 50ºC. Los valores máximos han superado los 60ºC. El mapa de la derecha muestra los “puntos calientes” detectados por el sistema FIRMS del la NASA entre abril 28 y mayo 4 de 2022. Ambos mapas evidencian la severidad de la ola de calor en la región.

La temperatura del aire (esa que sentimos los humanos) ha alcanzado valores entre 42ºC y 46ºC durante el día en muchas ciudades y territorios de la India [1,2]. La antesala de esta ola de calor fue el mes de marzo más caliente registrado desde que el departamento de meteorología del país comenzó sus mediciones hace 120 años [1].

Para poner estos números en contexto, les invito a pensar cómo irían su vida y sus negocios si la temperatura de sus ciudades o territorios se elevara por encima de 40ºC o 45ºC durante el día de varios días consecutivos y las noches también fueran excepcionalmente calientes. La experiencia y muchos estudios científicos nos han enseñado que las olas de calor tienen impactos muy dañinos para la salud de los humanos y otras especies de animales y plantas, y causan grandes perjuicios a actividades económicas como las agropecuarias. Aunque son temporales, las olas de calor pueden causar daños permanentes. No es buena idea meterse adentro de un horno muy caliente ni siquiera por un instante.

No es raro que las olas de calor coincidan con sequías provocando una combinación de impactos muy adversos. Según un estudio del Programa Ambiental de las Naciones Unidas (UNEP, https://www.unep.org/; [3]), la sequía extrema y la ola de calor que azotaron a Europa en 2003 tuvieron “enormes efectos sociales, económicos y ambientales adversos, como la muerte de miles de ancianos vulnerables, la destrucción de grandes áreas de bosques por incendios y efectos en los ecosistemas acuáticos y glaciares” y causaron “cortes de energía y restricciones de transporte y una disminución de la producción agrícola”. Este estudio estima que las pérdidas superaron los 13.000 millones de euros, es decir, una cantidad de dinero parecida a todo el presupuesto nacional de Colombia en ese mismo año (cerca de 68 billones de pesos).

Retrasar la mitigación del cambio climático aumenta el riesgo por olas de calor

Hoy en día sabemos con bastante confianza que, si no aceleramos las medidas de mitigación, el cambio climático empeorará las olas de calor y sus impactos en muchas regiones del mundo. En Colombia no estamos a salvo de estos impactos; al contrario, vivimos en una de las regiones del planeta más vulnerables al cambio climático y que según las proyecciones del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) se volverá más caliente a medida que transcurra el siglo XXI. Las tendencias históricas confirman que el calentamiento de nuestra región comenzó hace décadas [4].

Según el último reporte del IPCC, si no logramos acelerar las medidas de mitigación para reducir el calentamiento global, las olas de calor no solo se volverán más intensas y frecuentes en muchos lugares del planeta sino que podrían causar aumentos de temperatura por encima de “umbrales críticos” para la agricultura y la salud [5], es decir, la temperatura podría alcanzar valores muy dañinos o incluso letales para las personas, los animales y las plantas.

No es solo que las olas de calor vayan a ser peores en el futuro, es que ya son peores que en el pasado. Por ejemplo, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) publicó los resultados de un estudio en el que analizaron las características de las olas de calor en 50 grandes áreas metropolitanas de ese país entre 1961 y 2019 [6]. La conclusión es que durante los últimos 60 años las olas de calor se han vuelto más frecuentes, más duraderas y más intensas, y la temporada del año en la que ocurren se ha alargado. Esto es lo que muestran las barras anaranjadas que crecen desde los años sesenta hasta la actualidad en la Figura 2. Cada barra representa una década.

Figura 2. Empeoramiento de las olas de calor en 50 grandes áreas metropolitanas de Estados Unidos entre 1961 y 2019. Fuente: EPA.

Los bosques son nuestra mejor protección contra las olas de calor

El territorio suramericano tiene una característica que lo diferencia mucho del resto del mundo: la presencia de los extensos bosques del Amazonas. Actualmente estos bosques cubren casi 5 millones de kilómetros cuadrados del continente, o sea casi cinco veces la extensión del territorio colombiano. Además, “Colombia [es un] país de bosques” [7], como dice el título del libro recientemente publicado por el Foro Nacional Ambiental, Fescol y Editorial Alpha, y editado por Manuel Rodríguez Becerra y María Fernanda Valdés Valencia. Este libro nos recuerda que “los bosques colombianos cubren más de la mitad del territorio nacional”.

Dado este contexto, pienso que la mejor alternativa que tenemos en Colombia (y Suramérica) para reducir nuestro riesgo por olas de calor y sequías es proteger los bosques, especialmente los grandes bosques del Amazonas. ¿Por qué pienso esto? Una idea clave es que estos bosques funcionan naturalmente como un gran sistema de refrigeración del continente. Esto se nota en los mismos mapas de puntos de calor que revisamos al principio pero mirando hacia la zona tropical de Suramérica (Figura 3).

Ola de calor
Figura 3. Puntos de calor en Suramérica tropical entre abril 28 y mayo 4 de 2022. Fuente: FIRMS, NASA.

Este mapa muestra que en los bosques del Amazonas casi no hay puntos de calor. Lo mismo pasa a lo largo de la costa Pacífica colombiana en donde se encuentra la segunda mayor extensión de bosques del país. Proteger estos bosques del Pacífico también es crucial por muchas razones.

Muchos fenómenos fascinantes ocurren en los bosques tropicales todo el tiempo. Tres fenómenos que ayudan a explicar la capacidad de estos bosques de refrescar el ambiente y reducir el riesgo por olas de calor y sequías son:

  1. Por tener una vegetación con muchísimas hojas, los bosques transpiran mucha humedad. El viaje del agua desde el suelo hasta la atmósfera pasando por las raíces y hojas de los árboles y otras plantas aumenta algo que se conoce como el flujo de calor latente. Cuando este flujo aumenta, la temperatura (el flujo de calor sensible) disminuye. Aumentar el flujo de calor latente es lo que hacemos cuando soplamos una sopa caliente para enfriarla.
  2. Los árboles forman una especie de barrera protectora que favorece la retención de humedad en el suelo de muchas maneras. Caminado por los bosques del Amazonas uno puede comprobar que hay mucha humedad tanto en el aire como en el suelo. Esta retención de humedad es crucial para que funcione el mecanismo de enfriamiento que describí en el punto anterior.
  3. La gran cantidad de agua que los bosques transpiran hacia la atmósfera alimenta la lluvia en muchas regiones más allá de los bosques. Por ejemplo, un estudio reciente estima que entre el 20% y el 30% de la lluvia que cae en la parte media y alta (desde Antioquia hasta Nariño) de la cuenca del río Magdalena y en los Llanos Orientales proviene de la cuenca del Amazonas [8].

La deforestación destruye estos mecanismos naturales que no ocurren de la misma manera en otros ecosistemas ni se remplazan simplemente sembrando árboles. Esta es una razón importante por la que evitar la destrucción de los bosques existentes es mucho más urgente que sembrar miles o millones de árboles. Si no logramos detenerla, la deforestación del Amazonas transformará a Colombia y al resto del continente de manera irreversible. Una de las preocupaciones principales es que con la deforestación aumente significativamente el riesgo por olas de calor y sequías que producen grandes perjucios sociales, ambientales y económicos. No olviden las miles de personas muertas y los 13.000 millones de euros perdidos en Europa debido a la ola de calor combinada con sequía en 2003 [3].

Dependerá mucho del próximo presidente de Colombia

Que sigamos contando con la protección contra olas de calor y sequías que nos dan los bosques dependerá mucho del próximo Presidente de Colombia, y especialmente de sus decisiones para detener la deforestación.

Con el gobierno actual nos fue mal. El presidente Iván Duque tomo decisiones como lanzar una operación militar controversial (Artemisa) que penalizó a comunidades locales por su papel relativamente pequeño en la deforestación sin enfrentar a actores poderosos de la sociedad que, sabemos, contribuyen significativamente a la deforestación. Esta es una de las ideas que un grupo de científicos presentamos en una carta publicada el año pasado por la revista Science titulada “Menoscabando la paz y el medio ambiente de Colombia” [9], que el períodico El Espectador reseñó como “ ‘Jalón de orejas’ de científicos a Duque” [10].

Durante el gobierno del Presidente Duque la deforestación ha seguido avanzando, por ejemplo como consecuencia de la expansión de potreros en donde ganaderos (¿legales o ilegales?) crían ganado que recibe vacunas por parte del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) y venden carne que termina en los supermercados (legales) del país. Sobre este ejemplo les recomiendo leer la investigación publicada por Tatiana Pardo Ibarra en Mongabay: “¿A dónde va a parar la carne de res que causa deforestación en el parque Chiribiquete?” [11].

Revisando las propuestas de los candidatos presidenciales Federico Gutiérrez (https://federicogutierrez.com/wp-content/uploads/2022/05/Fico-propone-Ambiental.pdf), Gustavo Petro (https://gustavopetro.co/descarga-programa-de-gobierno/) y Sergio Fajardo (https://sergiofajardo.co/wp-content/uploads/2022/03/Documento-Ambiental-.pdf) sobre la deforestación, encontré varias coincidencias esperanzadoras que no solo se refieren al qué hacer (reducir la deforestación) sino también al cómo hacerlo:

  • Los tres candidatos reconocen la deforestación como un problema ambiental crítico para Colombia.
  • Los tres candidatos dicen que reducirán la deforestación de los bosques en la Amazonia.
  • Los tres candidatos parecen entender que las causas de la deforestación no son solamente las actividades ilegales.
  • Los tres candidatos dicen que impulsarán el trabajo con las comunidades locales para proteger los bosques.
  • Los tres candidatos dicen que realizarán el catastro multipropósito, lo cual debería contribuir a las estrategias para la reducción de la deforestación.
  • Los tres candidatos dicen que avanzarán con la implementación del Acuerdo de Paz y dan a entender que esto incluye el punto uno sobre la Reforma Rural Integral.

Quiero pensar que estas coincidencias entre distintos candidatos son evidencia de que algo hemos progresado en Colombia en la comprensión de que necesitamos resolver los problemas ambientales usando las mejores ideas disponibles, independientemente de nuestras diferencias políticas. También quiero pensar que los candidatos están escuchando advertencias de la ciencia como las que tenemos sobre lo mal que le iría a Colombia si no detenemos la deforestación. Quedará por ver qué tanto cumple su palabra el próximo presidente.

Referencias

[1] https://www.esa.int/ESA_Multimedia/Images/2022/04/Heatwave_across_India Consultada en Mayo de 2022.
[2] https://internal.imd.gov.in/press_release/20220429_pr_1596.pdf Consultada en Mayo de 2022.
[3] De Bono, A., Peduzzi, P., Kluser, S., & Giuliani, G. (2004). Impacts of summer 2003 heat wave in Europe. https://www.unisdr.org/files/1145_ewheatwave.en.pdf Consultada en Mayo de 2022.
[4] Aguilar, E., Peterson, T. C., Obando, P. R., Frutos, R., Retana, J. A., Solera, M., … & Mayorga, R. (2005). Changes in precipitation and temperature extremes in Central America and northern South America, 1961–2003. Journal of Geophysical Research: Atmospheres, 110(D23).
[5] https://www.ipcc.ch/2021/08/09/ar6-wg1-20210809-pr/ Consultada en Mayo de 2022.
[6] https://www.epa.gov/climate-indicators/climate-change-indicators-heat-waves#ref7 Consultada en Mayo de 2022.
[7] https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/manuel-rodriguez-becerra/columna-de-manuel-rodriguez-becerra-colombia-pais-de-bosques-668994 Consultada en Mayo de 2022.
[8] Weng, W., Luedeke, M. K., Zemp, D. C., Lakes, T., & Kropp, J. P. (2018). Aerial and surface rivers: downwind impacts on water availability from land use changes in Amazonia. Hydrology and Earth System Sciences, 22(1), 911-927.
[9] Salazar, A., Salazar, J. F., Sánchez-Pacheco, S. J., Sanchez, A., Lasso, E., Villegas, J. C., … & Dukes, J. S. (2021). Undermining Colombia’s peace and environment. Science, 373(6552), 289-290. https://www.science.org/doi/abs/10.1126/science.abj8367
[10] https://www.elespectador.com/ambiente/el-tiron-de-orejas-a-duque-por-cientificos-en-una-carta-a-revista-science/
[11] https://es.mongabay.com/2021/05/a-donde-va-a-parar-la-carne-que-causa-deforestacion-en-chiribiquete/

Juan Fernando Salazar.
Juan Fernando Salazar.

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