Están dados los requisitos y elegidos los invitados para medir los alcances de la política internacional de los Estados Unidos contra el cambio climático, ahora que el presidente Joe Biden regresa a la aldea global por la puerta grande destinada a los presidentes.
Lo hará este viernes 19 de febrero en la Conferencia de Seguridad de Múnich, que por ser virtual no será menos agitada y tensa, pues Europa mantiene el mal sabor de boca que dejaron los cuatro años de Donald Trump, empecinado en minar la confianza de la OTAN, la OMS y, por supuesto, el Acuerdo de París sobre el cambio climático.
En otras palabras, la de Múnich resulta la mejor oportunidad global para enderezar el rumbo en la lucha contra la pandemia del COVID-19, el calentamiento global y la inestabilidad geopolítica de Occidente con Europa, en especial con Rusia e Irán, eslabones perdidos en la búsqueda de un nuevo acuerdo antinuclear. Elementos, todos, considerados por Washington como de “seguridad nacional”.
De ahí que Biden, conocedor de los hilos que se mueven en dichos escenarios, no sólo haya elegido al exsecretario de Estado, John Kerry, como “zar del clima”, sino que ahora encuentre en la figura de Bill Gates, dueño del gigante Microsoft, un aliado incondicional contra el cambio climático y un “visionario” desatendido en torno a la pandemia que ahora tiene al mundo en una crisis de consecuencias impredecibles.
Así, mientras Biden pondrá el tono en lo político, Bill Gates hará lo propio en lo científico y lo tecnológico, con el fin de convencer a sus pares europeos que no hay tiempo para mirar atrás y, menos, para seguir discutiendo quién tiene la razón a la hora de hablar del calentamiento global como la nueva pandemia de la humanidad.
Ambos, Biden y Bill, encontrarán un espacio único para explicar los alcances de su política global y los ejes de su estrategia de seguridad nacional, amenazada no sólo por los conflictos en Oriente Medio y el terrorismo islámico, sino por la carrera nuclear que mantiene Irán y el débil acuerdo sobre ese tema con Rusia.
Biden insistirá en que las migraciones climáticas atentan contra la estabilidad de su país y del mundo, pues cada vez que se produce un daño o un desastre natural cientos de miles de personas deben salir de sus territorios y buscar refugio en otros países, lo que presiona la ayuda humanitaria y el desplazamiento de tropas a zonas de confinamiento.
Bill Gates, por su parte, mostrará con evidencia científica los efectos de las pandemias, en especial cuando se intervienen de forma indiscriminada los ecosistemas y se trafica con especies de animales en zonas donde los controles sanitarios son inexistentes y, por demás, controlados por mafias internacionales. Entregará algunos resultados sobre las investigaciones que adelanta su fundación y desmontará los mitos relacionados con las vacunas, según las cuales tienen microchips para controlar a la humanidad.
La agenda global
En la reunión de Múnich del viernes estarán, además, la canciller alemana, Angela Merkel, la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, y el secretario general de la ONU, António Guterres.
La pandemia será uno de los temas clave del encuentro virtual, como lo prueban las intervenciones también del secretario general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, y el filántropo Bill Gates.
En la agenda, los asuntos tradicionales de este foro están centrados en la política internacional y la seguridad, en el que también participarán el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien ha manifestado su preocupación por la crisis climática.
La OTAN puede jugar un mayor papel incorporando el cambio climático, adaptando las fuerzas armadas y mitigando las emisiones militares. Es hora de renovar la cooperación transatlántica y afrontar los retos globales.
La presencia de Bill Gates ha copado buena parte de la atención internacional, pues el multimillonario lleva años estudiando el cambio climático y tiene un plan para combatirlo. En su nuevo libro “Cómo evitar un desastre climático”, ofrece una hoja de ruta para reducir a cero las emisiones, una meta factible, pero que requerirá grandes avances tecnológicos.
“La gente que cree que esto es fácil tiene que estudiar la amplitud de las fuentes de emisiones y la gente que cree que es imposible espero que miren al potencial de innovación en estas áreas y vean que es posible, aunque muy difícil”, dijo el martes en un encuentro virtual con un grupo de medios europeos.
Su conclusión es que para evitar un desastre es necesario alcanzar las cero emisiones netas y para ello, hará falta impulsar herramientas ya existentes como la energía solar y la eólica o la captura de carbono, pero además desarrollar nuevas tecnologías. “Éstas, advierte, no se pueden limitar sólo a ámbitos como la generación de electricidad y el transporte, sino que deben transformar muchos otros sectores como el agroalimentario, el de la producción del cemento o del acero”.
Una revolución tecnológica
Bill Gates dijo que es necesario “movernos a una velocidad de cambio de la economía física que no hemos visto en ningún momento de la historia y es imprescindible que la ciencia logre un avance ‘radical’”.
La seriedad de los países en su lucha contra el cambio climático, según Gates, podrá medirse en buena parte en función del dinero que destinan a investigación y desarrollo, pues sin esos progresos tecnológicos el mundo está destinado al fracaso. “El esfuerzo climático tiene energía, tiene un objetivo que es un buen objetivo -llegar a cero para 2050- y ahora lo que hace falta es un plan”, dice.
Junto a Biden, el filántropo fijó las prioridades de su agenda: abordar pandemia y clima con los líderes internacionales y convencerles de que las lecciones aprendidas de una crisis son claves para resolver la otra.