El mundo se quema

Incendios como los de la costa oeste de los Estados Unidos, algunos los más devastadores de la historia, se repiten durante los últimos años en diferentes lugares del planeta. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), son consecuencia inequívoca de la influencia del cambio climático causado por el hombre.

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Los cielos anaranjados, que muchos asemejan con postales del fin del mundo, se apoderaron de los paisajes de la costa oeste de los Estados Unidos. En el último mes, los incendios en California, Oregon y Washington han dejado al menos 35 personas muertas, 10 desparecidas, 2 millones de hectáreas quemadas, miles de estructuras, entre ellas viviendas, destruidas, e incalculables pérdidas en los ecosistemas.

 

Como un fenómeno que pareciera dar la vuelta al planeta, los incendios de grandes proporciones han rotado por diversas latitudes y, en este caso, durante lo corrido de 2020 el fuego ha consumido millones de hectáreas en lugares tan lejanos como el Ártico, Suramérica, Pacífico Sur, América del Norte y África, solo por mencionar los fuegos que más daños han causado y de mayor extensión.

 

Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), junio de 2020 fue el segundo más cálido de la historia, solo superado por el de 2019 por apenas 0,01 grados centígrados. Además, los últimos cinco años fueron los de temperaturas más elevadas desde que hay registros. Y el panorama para los próximos cinco años indica que el calor continuará rompiendo récords.

 

Estas temperaturas extremas y los incendios que se han presentado en los últimos meses son consecuencia inequívoca, según la OMM, de la influencia del cambio climático causado por el hombre.

 

Sin embargo, pese a la evidencia científica, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, aseguró en Sacramento (California), el pasado jueves 17 de septiembre, que los incendios se deben a un supuesto mal manejo forestal y negó, una vez más, que se traten de una consecuencia del cambio climático. “Empezará a ponerse más fresco ahora… No creo que la ciencia sepa en realidad (la causa)”, dijo Trump en conferencia de prensa.

 

Con el tema ya instalado en la carrera presidencial a la Casa Blanca, el gobernador de California, Gavin Newsom, salió a poner paños fríos y fue claro en afirmar que hay una relación entre el cambio climático y la gravedad de los incendios en su estado.

 

“Nunca he sentido más obligación y propósito de mantener el liderazgo de California no solo a nivel nacional, sino internacional para enfrentar el cambio climático”, dijo Newsom, el pasado martes 15 de septiembre.

 

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Arde el oeste

Según informó el Departamento de Bomberos de California, 6 de los 20 incendios más grandes desde que se tiene registro en la historia de ese estado han ocurrido durante 2020. Y la problemática está extendida a los estados de Oregon y Washington que están bajo alerta de roja por la mala calidad del aire causada por las quemas.

 

Precisamente, en este último estado, Carlos Tejada, un colombiano que llegó junto a su esposa para residenciarse en la pequeña ciudad de Pullman hace 10 días, dijo que las autoridades dieron la orden de permanecer en las viviendas debido a que los niveles de contaminación son nocivos para la salud.

 

“En todas partes hay columnas de humo. Por las autopistas no se puede transitar y el olor a pino quemado se mete en la nariz muy fuerte. Estamos acatando todas las normas y esperamos que esto pase pronto”, aseguró Tejada.

 

En el estado de California, donde se hicieron famosas las imágenes de los cielos color naranja, la agencia Cal Fire confirmó que su personal combate 29 grandes incendios que representan cerca de 1,2 millones de hectáreas quemadas en 2020, registro que supera cualquier medición en la historia.

 

Al respecto, el Distrito del Aire en el Área de la Bahía, entidad que controla las mediciones de la calidad del aire en buena parte de la costa oeste de los Estados Unidos, aseguró que los cielos anaranjados en California, Oregón y Washington se dan como resultado de las cenizas y el humo de los incendios. “Las partículas de humo tienden a dispersar la luz azul del sol, mientras que permiten que la luz amarilla-naranja-roja llegue a la superficie, haciendo que los cielos se vean anaranjados”.

 

La situación es muy compleja y, según las autoridades, pequeños pueblos han desaparecido del mapa en la zona. Además, se confirmó que muchos de los fuegos fueron provocados directa o indirectamente por humanos. Uno de los casos más paradójicos fue el de una familia en California que usó pirotecnia para celebrar que conocieron el sexo de un nuevo bebé y esta fue la chispa que causó el incendio El Dorado, que alcanzó más de 4.000 hectáreas.

 

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El caso de Bolivia

En Bolivia las cosas no son menos graves. En 2020, al menos 5 millones de hectáreas de bosques y pastizales han sido consumidos por las llamas. La situación es tan compleja que la Presidencia de la República tuvo que suspender una ley que autorizaba las quemas, promulgada en el gobierno de Evo Morales, para poner con esta medida fin a los incendios en departamentos como Santa Cruz y Beni.

 

“El gabinete ministerial ha tomado le decisión de abrogar el Decreto Supremo 3.973, ‘decreto del ecocidio’. De esta forma, se acaban las quemas como las que provocaron los incendios el año pasado, en Bolivia, y derivaron en la pérdida de más de 5 millones de hectáreas; desastre que no permitiremos vuelva a ocurrir”, dijo Yerko Núñez, ministro de la Presidencia.

 

Además, el Ejecutivo boliviano envió a la Asamblea Legislativa Plurinacional un proyecto de ley proponiendo la abrogación de la Ley 741, que autoriza desmontes. Núñez agregó que atentar contra la vida es un delito y dijo que tomarán acciones contra los responsables de la pérdida de flora y fauna, «Anunciamos que iniciaremos un juicio de responsabilidades contra Evo Morales y sus ministros por haber promulgado un decreto criminal contra el pueblo boliviano y su territorio”.

 

Núñez también destacó que desde el 4 de agosto pasado, la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra prohibió las quemas en los departamentos de Santa Cruz y Beni como una medida de prevención.

 

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La tristeza no tiene fin

Otro lugar que arde es la selva de Brasil. Las columnas de humo de los incendios provocados en El Pantanal, estado de Mato Grosso del Sur, donde está el mayor humedal del mundo, llegaron el pasado viernes 18 de septiembre a Sao Paulo.

 

Esto hizo que las autoridades ambientales en ese país alertaran a la población por la posibilidad de que se diera en el estado de Sao Paulo el fenómeno de la “lluvia negra”, producto del material particulado que arrastran los vientos y contiene, entre otros compuestos, cenizas de la biomasa consumida en las quemas.

 

Hasta el 17 de septiembre de 2020, y según datos oficiales, se registraron 5.741 incendios solo en El Pantanal brasileño (este humedal es compartido también con Paraguay y Bolivia). Este registro supera las 5.498 conflagraciones registradas durante todo septiembre de 2007.

 

Las llamas ya acabaron con cerca del 20% del humedal, que cuenta con unos 250.000 kilómetros cuadrados de extensión, de los cuales 150.000 (casi el 60%) corresponden a territorio brasileño.

 

A estos incendios se le suman las quemas en el Amazonas. Según el profesor de la Universidad Nacional y experto en calidad del aire, Luis Belalcázar, este fenómeno ocurre todos los años y siempre hay afectaciones en la calidad del aire de ciudades lejanas. “Incluso, en algunas ocasiones hemos visto que se han visto comprometidas ciudades tan lejos de esas quemas de biomasa como Bogotá o Medellín”.

 

Australia

Solo en Australia, entre 2019 y 2020, los incendios acabaron con 12 millones de hectáreas de bosque, principalmente en parques naturales y reservas forestales. Las provincias más afectadas fueron Victoria, Nueva Gales del Sur, Queensland y Australia del Sur.

 

Este desastre dejó 34 personas muertas directamente por las llamas y unas 400 más de manera indirecta por la inhalación de humo. Además, 6.000 edificaciones quedaron destruidas y unas 15.000 personas tuvieron que dejar sus territorios por las quemas.

 

Según el Australasian Fire and Emergency Service Authorities Council, estos incendios emitieron unos 400 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera. Además, 1.500 millones de animales murieron, 49 especies fueron amenazadas y unas 113 especies tuvieron que ser reubicadas para no sufrir con las llamas.

 

El ártico se derrite

El verano del hemisferio norte llegó en este 2020 con temperaturas extremas en los lugares más fríos. Entre ellos Siberia (Rusia), lo que provocó incendios devastadores en el Ártico por segundo año consecutivo.

 

La OMM informó que algunos lugares de Siberia durante junio y julio volvieron a superar los 30 grados centígrados. “Una temperatura más cálida que en muchas partes de Florida (Estados Unidos)”, dijo Claire Nullis, portavoz de la OMM, en una conferencia virtual desde Ginebra.

 

Según el organismo, sus científicos recibieron informes sobre una rápida disminución de hielo marino a lo largo de la costa rusa. Además, las temperaturas en Siberia estuvieron 5 grados centígrados por encima del promedio de enero a junio. En ese mes subieron hasta 10 grados centígrados por encima del promedio.

 

Para la OMM, el Ártico se está calentando más del doble de rápido que el promedio mundial. Este fenómeno impacta de manera directa las poblaciones y los ecosistemas locales. Y esto, por supuesto, tiene repercusiones globales.

 

“Lo que sucede en el Ártico no se queda en el Ártico. Los polos influyen en el clima y las condiciones climáticas en las latitudes más bajas, donde viven cientos de millones de personas”, agregó Nullis.

 

Con este panorama, las cosas parecen no muy claras. Más si se tiene en cuenta que, según cálculos de la OMM, en el último año, las temperaturas han estado en promedio un 1,3 grados por encima de los niveles preindustriales. Las predicciones climáticas, asegura el organismo, indican que la tendencia se va a mantener. Es probable que la temperatura media mundial anual esté por lo menos un grado por encima en cada uno de los próximos cinco años.

 

 

Rafael González Toro.
Rafael González Toro.

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