Si se cumpliera aquello de que “desde el desayuno se sabe qué va a ser el almuerzo”, la comunidad internacional que se reunirá en noviembre, en Glasgow (Escocia), en la Cumbre sobre Cambio Climático (COP25), sabrá que América Latina no necesita más diagnósticos sobre la crisis climática, sino recursos de inversión para mitigar los daños causados durante siglos, y no precisamente por parte de los países del continente, sino por las grandes economías globales.

 

En la reunión virtual celebrada este miércoles a instancias de Argentina, Colombia, Barbados, Chile, Costa Rica, Panamá y República Dominicana, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, destacó el liderazgo de América Latina en los programas de transición energética, pero volvió a dejar la mano en los bolsillos, pues la ayuda a través de la cooperación internacional para los países en vía de desarrollo no sólo sigue siendo insuficiente, sino desigual.

 

De ahí que más allá de los elogiosos mensajes del Jefe de la ONU, los siete mandatarios convocados al “Diálogo de alto nivel sobre la crisis climática en las Américas” coincidieron en la necesidad urgente y sin dilaciones de diseñar una batería de medidas que permitan enfrentar lo que ya es “una pandemia para América Latina”, tal como calificó el presidente de Argentina, Alberto Fernández, los efectos del cambio climático.

 

Fernández usó la figura del “reloj de la destrucción” para advertir, una vez más, que frente a la crisis climática no hay tiempo que perder para emprender una acción decisiva y contundente que impida lo inevitable, la destrucción de los ecosistemas, el éxodo de cientos de miles de personas por la crisis alimentaria, la pobreza y la extinción de las especies.

 

Para lograr ese objetivo, entre muchos otros, es necesario que los países más ricos, en su mayoría los principales responsables del calentamiento global, destinen dinero, tiempo y recursos humanos para consolidar la transición hacia la energía renovable.

 

En ese sentido, el Presidente de Colombia, Iván Duque, saltó al escenario para reclamar su liderazgo y advertir que el uso de energías renovables no convencionales es un camino seguro hacia la lucha contra las emisiones de gases de efecto invernadero y que América Latina necesita tener cubierta no menos del 70 por ciento de su demanda de energía a través de la sistemas solares y eólicos, así como avanzar en la renovación de los flotas de transporte con movilidad limpia.

 

Duque ratificó su compromiso con la agenda 2030 y aseguró que Colombia avanza en sus metas de reducción de emisiones de contaminantes a través de la siembra de 180 millones de árboles, las inversiones en energías limpias que han permitido pasar del 0,2 por ciento de la capacidad instalada al 14 por ciento para 2022 en luz solar y eólica, así como la presentación de un proyecto de ley que convierta en políticas de Estado varias de las normas expedidas para combatir el cambio climático.

 

Tal como lo aseguró en la reunión preparatoria para la COP15 sobre Diversidad Biológica que se realizará a fines de 2021 en Kunming, China, el Presidente Duque reclamó acciones que trasciendan las fronteras a favor de la lucha contra la crisis climática y solicitó la conmutación o condonación efectiva de créditos para los países de América Latina que cumplan sus metas climáticas.

 

El enviado especial de los Estados Unidos para el Clima, John Kerry, estuvo conectado desde la virtualidad con los demás mandatarios de América Latina y el Caribe, entre ellos Alberto Fernández de Argentina, para hablar sobre la crisis climática. Foto: Presidencia de Argentina.

Guterres respaldó el papel ejercido por Colombia y llamó a donantes y bancos a que dediquen la mitad de sus fondos de lucha contra la crisis climática a la adaptación de los países en desarrollo, en un claro mensaje anticipado a la COP25.

 

“La adaptación sigue siendo la mitad desatendida de la ecuación del clima, con solo un 21% de la financiación dedicada a ello, pues los países en desarrollo necesitan 70.000 millones de dólares al año para lograrlo y, además, cuadriplicarse al final de esta década para asegurar la eficacia de la acción climática”.

 

Alberto Fernández repitió lo que otros mandatarios han dicho: “no hay una crisis ecológica ajena a la crisis social y a las necesidades de replantear los pilares de la arquitectura financiera internacional, por lo que la riqueza en el mundo debe ser ponderada desde una nueva visión, y no con una sensibilidad centrada en otras cosas que no sea el medioambiente”.

 

Y no era para menos, pues existe consenso sobre que mientras Estados Unidos, China, Japón, Corea del Sur, Irán, Rusia, India, Alemania, Arabia Saudí y Canadá concentran la mayor cantidad de emisiones, Centroamérica y el Caribe es la zona más vulnerable a los desastres naturales extremos por el cambio climático, aunque eso no se traduce en más y permanentes recursos de cooperación de las grandes economías.

 

La ministra chilena de Medio Ambiente y presidenta de la COP25, Carolina Schmidt, demandó enfrentar la realidad “con la responsabilidad y sentido de urgencia que la sociedad, la ciencia y la vida en el planeta demandan”, dado que la actual crisis es el mayor desafío que tiene esta generación y enfrentarla resulta un imperativo ético, social y económico”.

 

“La naturaleza nos está gritando”: John Kerry

 

Este “Diálogo de alto nivel” contó con la participación del enviado especial de Estados Unidos para la crisis climática, John Kerry, quien reclamó acelerar la acción en la lucha contra el cambio climático, pues “la naturaleza nos está gritando ante la creciente frecuencia de desastres por inundaciones e incendios”.

 

Kerry insistió en que “una acción mundial es necesaria y más urgente que nunca, y ya no es cuestión de aprobar más compromisos”, en clara respuesta a quienes siguen atrapados en las discusiones sobre quién pone más o pone menos a la hora de las emisiones de gases contaminantes o de subsidios a la combustibles fósiles.

 

Para el representante climático del Presidente Joe Biden, es claro que “según los científicos, el problema es que quizá hayamos pasado dos puntos de inflexión: el del atlántico y el de los arrecifes de coral, y que quizá sea irreversible”.

 

Ecopetrol es uno de los mejores ejemplos en el Continente en torno a la transición hacia energías limpias, solar y eólica, y por liderar una novedosa estrategia de protección de ecosistemas estratégicos, con la creación de 50 eco-reservas. Foto: Getty Images.

La lucha contra el calentamiento global está en su década decisiva, tras los años perdidos durante el Gobierno del expresidente estadounidense, soslayó Kerry.

 

Los otros gritos de América Latina

A los mensajes del secretario general de la ONU y del enviado de los Estados Unidos se sumaron otras voces menos diplomáticas que las de Fernández, Duque y la ministra chilena Schmidt, pues el presidente de República Dominicana, Luis Abinader, denunció la desigualdad regional para acceder a financiamientos que permitan hacerle frente al cambio climático.

 

Esta realidad, observó, “debe ser un punto importante en la discusión de la recuperación pos pandemia, ya que la creación de un mundo igualitario, inclusivo y resiliente al clima pasa necesariamente por impulsar el desarrollo compatible con la naturaleza para todos los países”.

 

Laurentino Cortizo, jefe de Estado de Panamá, puso la Cumbre en Glasgow como “última oportunidad que tiene la humanidad para preservar el planeta y no se puede fracasar”.

 

A estos llamados se suman las voces de los líderes que participan en la Cumbre Mundial de la Naturaleza que se realiza en Marsella, Francia, donde el presidente Emmanuel Macron ha comprometido su palabra en el apoyo a las comunidades indígenas globales como defensores de la Madre Tierra.

 

De hecho, bajo el mando de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), este encuentro global ha puesto sobre la mesa dos temas de trascendencia y que, sin duda, deberán ser abordados en la COP25: la protección de la Amazonía y el reconocimiento del conocimiento ancestral como pilares de un nuevo modelo de gobernanza ambiental, en el que la biodiversidad está en el centro de las decisiones de política pública.

 

Ambas citas coinciden en momentos en que otros organismos globales que trabajan por el ambiente advierten del aumento de las temperaturas en todo el planeta y la estrecha relación que tienen los desastres como prueba inobjetable de que del calentamiento global “nadie está a salvo”.

 

(*) Con información de agencias.