El sexto ciclo de reportes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático contiene dos capítulos dedicados al agua: el Grupo de Trabajo I (WGI), en su capítulo 8 (Water Cycle Changes) [1], analiza los cambios observados y proyectados en las diferentes componentes del ciclo hidrológico desde una perspectiva global; mientras que el Grupo de Trabajo II (WGII), en su capítulo 4 (Water) [2], se enfoca en los impactos del cambio climático sobre la disponibilidad hídrica y en los riesgos asociados al agua, así como en las opciones de adaptación con enfoque desde el agua. Esta es la primera vez que el WGI del IPCC tiene un capítulo dedicado exclusivamente al ciclo hidrológico. Como resultado del análisis desarrollado en el reporte del IPCC, se publicó recientemente un artículo científico orientado a la reflexión de que, pese a estos esfuerzos, el agua sigue siendo un punto olvidado en las políticas de cambio climático [3]. Este artículo fue liderado por un grupo de autoras y autores de los dos capítulos del IPCC enfocados en el agua.
El análisis presentado por este grupo de científicas y científicos argumenta que, en temas de cambio climático, el agua aún no recibe la atención que merece, tanto desde la ciencia como desde la política, por varias razones.
En primer lugar, el enfoque histórico de los estudios de cambio climático se ha centrado fundamentalmente en el análisis de cambios en la temperatura, el cual se ha fortalecido aún más con el uso de niveles de calentamiento global motivado por el objetivo de ser coherentes con los marcos políticos actuales. Desde este punto de vista, muchos estudios sobre cambio climático se han centrado en entender cómo las temperaturas a escala global y regional responden ante diferentes niveles de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Más recientemente, se han implementado metodologías para analizar la respuesta del sistema climático al alcanzar diferentes niveles de calentamiento global con respecto a niveles pre-industriales (p. ej. el Acuerdo de París considera mantener el nivel de calentamiento muy por debajo de 2°C, en la medida de lo posible por debajo de 1.5°C, con respecto a niveles pre-industriales). Si bien algunos modelos son capaces de simular la respuesta de las temperaturas ante el forzamiento de GEI, estos mismos modelos aún tienen deficiencias representando el ciclo hidrológico y sus respuestas ante el aumento de los GEI. Esto sugiere la necesidad de considerar otras aproximaciones más allá del uso de umbrales de calentamiento global para comprender la respuesta del ciclo hidrológico en un clima cambiante, lo que representa un gran reto desde las áreas físicas del clima, como es el caso de la modelación numérica del ciclo hidrológico.
En segundo lugar, la atención cada vez mayor que se presta a los fenómenos hidrometeorológicos extremos (que sin lugar a dudas son de suma importancia) ha eclipsado en ocasiones cambios de mayor escala temporal, que también producen impactos en cascada en todos los sectores de uso del agua. En particular, este sexto ciclo de reportes del IPCC ha avanzado enormemente en la detección y atribución de eventos extremos como lluvias torrenciales, huracanes, o sequías, que han generado gran parte de los impactos debidos al cambio climático. Sin embargo, existen otros cambios que ocurren en escalas temporales más largas y que también generan grandes impactos. Por ejemplo, si la temporada lluviosa en una región determinada inicia más tarde en el año, esto no necesariamente genera la ocurrencia de lluvias más intensas pero puede afectar la agricultura y la biodiversidad, pues la disponibilidad de agua se ve afectada. Desde este punto de vista, el cambio climático no solo ha generado la intensificación del ciclo del agua (materializada en una mayor frecuencia e intensidad de eventos hidrometeorológicos extremos) sino que también ha producido cambios en la estacionalidad de este ciclo, los cuales han recibido mucha menos atención, incluso desde la agenda científica.
En tercer lugar, se necesita un mayor enfoque en la comprensión de la eficacia de las estrategias de adaptación actuales y futuras para reducir los riesgos climáticos relacionados con el agua. Es claro que los cambios en el ciclo hidrológico han generado grandes impactos, principalmente en el Sur Global. Se estima que cerca de la mitad de la población humana experimenta escasez de agua durante al menos un mes al año debido en parte al cambio climático. Se proyecta que la demanda de agua en la mayoría de sectores socioeconómicos, en especial para irrigación, aumentará a lo largo del siglo XXI, y cuando estos patrones de uso del agua se combinan con regulaciones inadecuadas, se puede generar una extracción aún mayor, conduciendo a inseguridad hídrica. Una mayor inseguridad hídrica pondrá en riesgo la seguridad alimentaria y energética puesto que el 80% del uso consuntivo del agua se destina a la agricultura, el 50% de la producción mundial de alimentos se irriga y el 19% de la generación de electricidad térmica mundial proviene del 10% de la mayoría de las cuencas con estrés hídrico.
Además, considerando el crecimiento demográfico actual y esperado en ciudades de todo el mundo, particularmente en el Sur Global, los modelos muestran que más de 440 millones de personas en ciudades a nivel mundial se enfrentarán a la inseguridad hídrica para el año 2050. Las ciudades en el Sur Global estarán particularmente en riesgo dado que la mayoría de las personas carecen de acceso a infraestructuras de agua, saneamiento e higiene. De esta manera, aunque la intensificación del ciclo del agua no es la principal amenaza para los recursos hídricos a escala regional, sin duda exacerbará las vulnerabilidades existentes relacionadas con el agua causadas por diversos factores socioeconómicos.
Las grandes incertidumbres en los cambios futuros de las condiciones hidrometeorológicas y, por lo tanto, en la disponibilidad de agua y/o los riesgos asociados (p. ej., inundaciones y sequías) aumentan aún más el nivel de desafío para la adaptación. Dada la centralidad del agua para los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, la adaptación es clave para responder al riesgo causado por el cambio climático. La adaptación es y será crucial en todos los contextos para reducir la vulnerabilidad a la inseguridad hídrica, la cual varía ampliamente entre las personas, tanto dentro como entre los países.
Si bien la evidencia existente de adaptación en el sector del agua prevalece en la agricultura, la creciente población mundial y la urbanización exigen que la adaptación se lleve a cabo cada vez más en las ciudades y también se centre en el sector del agua, el saneamiento y la higiene. Se necesitan investigaciones adicionales y la pronta implementación de las estrategias de adaptación, teniendo en cuenta las posibles limitaciones físicas y financieras asociadas a los incrementos de la temperatura global. Así, el próximo informe de evaluación del IPCC deberá centrarse más en comprender la eficacia de la adaptación actual y futura para reducir los riesgos climáticos, para lo cual la evidencia sigue siendo irregular.
Finalmente, el papel del agua no se ha reconocido adecuadamente en la evaluación de las estrategias de mitigación, aunque el cumplimiento del Acuerdo de París y los compromisos actuales requiere un despliegue masivo de estrategias terrestres cuya viabilidad y eficiencia dependen en gran medida de la disponibilidad hídrica.
Existen múltiples formas de reducir nuestras emisiones de GEI con posibles beneficios sociales y ambientales, por ejemplo, en la calidad del aire. Sin embargo, y más allá de los aspectos tecnológicos y financieros, existen posibles límites físicos para los escenarios de mitigación. Si bien las reservas finitas de energía fósil pueden invalidar el escenario de emisiones más altas evaluado en el sexto reporte del IPCC, los escenarios de bajas emisiones compatibles con el Acuerdo de París no solo se basan en la sostenibilidad de la generación de energía hidroeléctrica sino también en el fortalecimiento de los sumideros de carbono terrestres naturales para absorber nuestras emisiones residuales de GEI. Al hacerlo, es posible que las trayectorias socioeconómicas planteadas para estos escenarios no consideren plenamente las consecuencias hidrológicas y los impactos en curso ya observados en los sectores de la energía, la agricultura y la silvicultura. Esto muestra la necesidad urgente de considerar no solo la factibilidad de las diferentes estrategias de mitigación en términos de la tecnología o los recursos requeridos, sino también, y más importante, en términos de sus impactos sociales y ambientales, particularmente en los aspectos relacionados con el agua. Lo anterior sugiere la urgencia de una visión más inter y transdisciplinaria de la mitigación.
De esta manera, el agua sigue sin estar presente en las negociaciones internacionales sobre el cambio climático. Según el análisis realizado por el grupo de autoras y autores de esta publicación, ninguno de los documentos de la COP27 (27a Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático) mencionó el agua y, ciertamente, el agua no aparece ni una sola vez en el Acuerdo de París. Sin embargo, la viabilidad de los escenarios de bajas emisiones de GEI que aún pueden ser compatibles con este acuerdo depende no solo del nexo energía-carbono, sino también de la disponibilidad del agua y sus interacciones con los ciclos de energía y carbono.
Las negociaciones internacionales sobre el cambio climático a menudo se estancan en la compensación de daños y la cantidad de fondos para la adaptación de los países del Sur Global. Hasta el momento, alrededor del 60% de todas las respuestas de adaptación se refieren a peligros relacionados con el agua o involucran el agua como una respuesta de adaptación. Desafortunadamente, la efectividad de las estrategias de adaptación actuales y futuras para reducir los riesgos relacionados con el clima aún no se ha evaluado a fondo. Mientras tanto, está bastante claro que la efectividad de la mayoría de las medidas de adaptación disminuirá en la medida en que se alcancen mayores niveles de calentamiento global. De ahí la necesidad de limitar este calentamiento a 1.5 °C.
Es esencial desarrollar un enfoque más integrado del agua y el cambio climático que permita a científicas y científicos, así como a encargadas y encargados de formular políticas, “cerrar el círculo” entre las opciones de mitigación, los cambios en el ciclo del agua, los impactos hidrológicos y la adaptación.
Referencias.
[1] Douville, H., K. Raghavan, J. Renwick, R.P. Allan, P.A. Arias, M. Barlow, R. Cerezo-Mota, A. Cherchi, T.Y. Gan, J. Gergis, D. Jiang, A. Khan, W. Pokam Mba, D. Rosenfeld, J. Tierney, and O. Zolina, 2021: Water Cycle Changes. In Climate Change 2021: The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change [Masson-Delmotte, V., P. Zhai, A. Pirani, S.L. Connors, C. Péan, S. Berger, N. Caud, Y. Chen, L. Goldfarb, M.I. Gomis, M. Huang, K. Leitzell, E. Lonnoy, J.B.R. Matthews, T.K. Maycock, T. Waterfield, O. Yelekçi, R. Yu, and B. Zhou (eds.)]. Cambridge University Press, Cambridge, United Kingdom and New York, NY, USA, pp. 1055–1210, doi:10.1017/9781009157896.010. Disponible en: https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg1/downloads/report/IPCC_AR6_WGI_Chapter08.pdf.
[2] Caretta, M.A., A. Mukherji, M. Arfanuzzaman, R.A. Betts, A. Gelfan, Y. Hirabayashi, T.K. Lissner, J. Liu, E. Lopez Gunn, R. Morgan, S. Mwanga, and S. Supratid, 2022: Water. In: Climate Change 2022: Impacts, Adaptation and Vulnerability. Contribution of Working Group II to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change [H.-O. Pörtner, D.C. Roberts, M. Tignor, E.S. Poloczanska, K. Mintenbeck, A. Alegría, M. Craig, S. Langsdorf, S. Löschke, V. Möller, A. Okem, B. Rama (eds.)]. Cambridge University Press, Cambridge, UK and New York, NY, USA, pp. 551–712, doi:10.1017/9781009325844.006. Disponible en: https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg2/downloads/report/IPCC_AR6_WGII_Chapter04.pdf.
[3] Douville, H., R.P. Allan, P.A. Arias, R.A. Betts, M.A. Caretta, A. Cherchi, A. Mukherji, K. Raghavan, and J. Renwick, 2022: Water remains a blind spot in climate change policies. PLOS Water 1(12): e0000058. https://doi.org/10.1371/journal.pwat.0000058. Disponible en: https://journals.plos.org/water/article?id=10.1371/journal.pwat.0000058.