Cambiar con el cambio- Parte 1: los ríos

Cambiar con el cambio climático es una idea que puede guiar muchas decisiones importantes en Colombia. ¿En qué consiste la idea y qué decisiones podemos tomar?

cambio climático
Imagen tomada de: https://geographic.media/south-america/colombia/colombia-photos/girardot-photos/magdalena-river-in-giradot-colombia/

“Cambiar con el cambio” es una frase que aprendí de mi abuela Fanny y que ella usaba como clave de su receta para enfrentar retos y vicisitudes. Si ya no podemos hacer esto o aquello porque la salud no lo permite, pues entonces hay que cambiar y hacer otras cosas, por ejemplo. Hay que cambiar con el cambio, decía y practicaba ella decididamente.

Así, mi abuela Fanny que sabía muchas cosas pero no era experta en el cambio climático, me enseñó una de las lecciones más inspiradoras para imaginar soluciones a los problemas ambientales. Parafraseando su lección, voy a contarles que es urgente y necesario “cambiar con el cambio climático”, y comenzar a plantear tres propuestas de cambios generales que a mi juicio podemos y debemos impulsar en Colombia. Por ahora me enfocaré en la primera que es sobre los ríos. En otras columnas abordaré las demás.

Los tres cambios se resumen en una sola idea: como sociedad tenemos que hacer un retroceso planeado y organizado. Y rápido porque nuestro margen de maniobra frente al cambio climático se está reduciendo velozmente. Como cuando los ejércitos que van perdiendo una batalla retroceden para reducir sus pérdidas y organizarse mejor. Pues les cuento que ya hemos perdido importantes batallas contra el cambio climático. Al menos desde principios de los años 90 cuando salió el primer reporte del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), la ciencia viene advirtiendo, cada vez con más confianza, que es urgente mitigar el cambio climático y que no hacerlo resultaría catastrófico para la humanidad. Hemos tenido avances importantes pero no a la velocidad que requiere la mitigación. Como consecuencia de esta lentitud, la alternativa que nos queda en muchos casos es retroceder, de una u otra manera.

Las tres propuestas comienzan con una buena noticia. La buena noticia es que Colombia es un país bastante grande para quienes lo habitamos. En números gruesos, el territorio de Colombia mide poco más de cien millones de hectáreas y tiene cerca de 50 millones de habitantes; es decir, en promedio tenemos más de dos hectáreas de tierra por habitante —para que lo comparen con el tamaño de sus casas, una hectárea son diez mil metros cuadrados. En comparación, la densidad poblacional de Francia es más del doble, y en Países Bajos (Holanda) es casi diez veces mayor; es decir, estos países tienen mucho menos espacio disponible. Lo que quiero mostrar con estos números es que en Colombia tenemos bastante espacio para imaginar cambios que impliquen movernos por el territorio. En esto somos afortunados; no todos los países tienen espacio para retroceder.

No pelear con los ríos

Colombia es un país de grandes ríos (de todos los tamaños, incluyendo quebradas y demás) que fluyen por la cordillera de Los Andes hacia las costas del Mar Caribe y el océano Pacífico, o hacia los Llanos Orientales para unirse a las inmensas cuencas del Amazonas y el Orinoco.

La mayoría de la población y actividades económicas del país están concentradas alrededor de los ríos Cauca y Magdalena. Que tengamos todos estos ríos es una gran ventaja geográfica que nos da, entre muchas otras cosas, la posibilidad de abastecer de agua a millones de personas alimentando acueductos directamente desde ríos, y también la posibilidad de generar una gran cantidad de electricidad con embalses y centrales hidroeléctricas.

Sin embargo, esos mismos ríos que nos abastecen de agua y energía suelen aparecer en los medios de comunicación nombrados como los causantes de desastres. Son comunes las noticias sobre ríos que desbordan su cauce habitual inundando ciudades, pueblos, barrios, cultivos, vías, etc. Inundaciones desastrosas como las que entre 2010 y 2011 nos costaron algo así como una reforma tributaria o las que hoy en día “mojan prensa” hablando de destrucción y muertes. Mocoa, Tapartó, La Calera, Mompós, La Mojana, Soledad y las calles y barrios de Cartagena, Barranquilla, Medellín o Bogotá son apenas una muestra de la larga lista de nombres que podemos asociar con inundaciones desastrosas, y a menudo mortales, ocurridas recientemente.

Una previsión del cambio climático que hoy en día podemos hacer con bastante confianza gracias a la ciencia es que esas inundaciones no van a menguar en Colombia durante las próximas décadas. Por el contrario, lo previsible es que tendremos inundaciones más extremas a medida que el cambio climático continúe y avancemos en el siglo XXI [1].

Una idea que se ha aplicado ampliamente en Colombia como “sin querer queriendo” es la de pelear con los ríos. Me refiero a la idea de construir muros, diques, canales y otras obras de ingeniería dura para “dominar” las corrientes de agua. Es verdad que este tipo de obras son necesarias a veces pero es un error pensar que son la única o mejor alternativa para reducir el riesgo de inundaciones. Con frecuencia no lo son y estas obras acaban convertidas en peleas perdidas contra el agua. Además, a menudo construir alguna de estas obras equivale a trasladar el problema hacia aguas abajo: proteger un terreno destruyendo el del vecino, por ejemplo.

En general, es mala idea pelear con los ríos, y también es una forma de desperdiciar recursos que podríamos usar mejor con la idea (buena) de darles espacio a los ríos para llegar a convivir mejor con ellos. Intuyo que si tuviéramos la cuenta del dinero que hemos despilfarrado durante décadas en obras fallidas y dragados tratando de dominar a los ríos, este dinero alcanzaría para financiar diversas estrategias de adaptación al cambio climático que hoy parecen muy costosas.

Darles más espacio a los ríos

En vez de pelear con los ríos hay que darles espacio. Por ejemplo, en los Países Bajos han trabajado en un programa que se llama, precisamente, “Espacio para los ríos” [2]. La idea general es combinar soluciones basadas en la naturaleza y la ingeniería para darles espacio a los ríos con el fin de reducir los impactos sociales y económicos de su régimen de inundaciones. No es que podamos simplemente importar un programa como este porque Colombia es muy diferente, pero sí podemos usar algunas buenas ideas y adaptarlas o producir nuevas.

Las ideas que necesitamos están al alcance de nuestras posibilidades en Colombia. Tenemos el territorio (recuerden que Colombia es un país muy extenso), el conocimiento y las herramientas para hacerlo. Y el conocimiento no es sólo científico. Hace poco en un foro aprendí del Movimiento de Laderas de Medellín la idea de las “soluciones basadas en la comunidad”. Pienso que la combinación de soluciones basadas en la naturaleza, la comunidad y la ingeniería es un camino muy promisorio para acercarnos a una Colombia más sostenible con menos desastres climáticos.

Con estos asuntos del cambio climático, el ingrediente crítico que más limita suele ser la voluntad política. Necesitamos líderes del gobierno, la economía y la sociedad en general que dejen atrás la idea de pelear con los ríos y en cambio impulsen cambios como darles más espacio. Por ejemplo, restaurar y proteger humedales en vez de construir diques tratando de separarlos indefinidamente de los ríos; en sintonía con ideas como las que el Instituto Humboldt ha elaborado alrededor del concepto de “Colombia Anfibia” [3].

Tengo la impresión de que el actual Gobierno del Presidente Petro va en esta dirección; por ejemplo cuando el mismo Presidente o sus colaboradores resaltan la urgente necesidad de ordenar el país alrededor del agua.

Y los ciudadanos podemos y deberíamos ayudar. No basta con que un gobierno adopte la idea de cambiar con el cambio porque no será fácil hacerlo y eso requiere mucha cooperación de la sociedad en general. Una motivación para cooperar debería ser que nadie se podrá aislar ni proteger individualmente del cambio climático.

Cambiar con el cambio para darles espacio a los ríos es muy difícil pero no imposible. Soluciones fáciles frente al cambio climático no hay. Tenemos que considerar ideas del tamaño de reubicar municipios enteros y trazar y construir nuevas vías alejadas de los ríos. Tenemos que aceptar la idea de retroceder ante los ríos que en Colombia reclamarán cada vez más espacio por el cambio climático. No hacerlo conlleva grandes riesgos.

Uno de los riesgos que más me preocupa de no darles espacio a los ríos está asociado con la seguridad de las presas que soportan nuestros embalses. La mayoría de estas presas fueron construidas hace décadas cuando casi nadie estaba preocupado por el cambio climático. Los ríos y el clima para los que fueron concebidas estas presas están dejando de existir por el cambio climático. El Río Magdalena de las próximas décadas no será el mismo que ha sido en el pasado. La pregunta es si dichas presas podrán soportar los ríos más caudalosos y con inundaciones más extremas en el futuro. Hay que hacer bien estas cuentas para anticiparnos porque no queremos que la falla de una presa nos tome por sorpresa. Una manera de bajar la presión sobre las presas en el futuro será precisamente darles más espacio a los ríos a lo largo y ancho de sus cuencas.

Cambiar con el cambio no tiene por qué ser una mala noticia. Al contrario, puede ser una oportunidad de invertir cuantiosos recursos del país en grandes proyectos que estimulen la economía, generen oportunidades para las empresas privadas y den empleo a muchas personas. ¿A qué empresa de la construcción no le gustaría construir nuevas infraestructuras para reemplazar las que tendrán que ceder su territorio a los ríos? Darles espacio a los ríos puede llegar a ser un gran negocio.

En adelante no deberíamos construir nada más en el espacio que ya es de los ríos o se volverá parte de éstos como consecuencia del cambio climático. Deberíamos comenzar en serio a “pedirle permiso” a los ríos para decidir dónde desarrollar nuestros proyectos. Entiendo que ideas como estas pueden sonar muy mal para quienes tienen terrenos al lado de los ríos y esperan usarlos para construir edificaciones u otros proyectos. A nadie le gusta abandonar un terreno que considera muy valioso. Tendremos que acordar como sociedad la manera de financiar el espacio para los ríos. A lo mejor todos esos espacios podrían ser adquiridos por el Estado y convertirse en espacios públicos que sean de todos y nos sirvan a todos para protegernos de las inundaciones. Ojalá los “economistas del cambio climático” nos ayuden con esto [4].

Conclusión

Concluyamos revisando a grandes rasgos las alternativas que tenemos en Colombia frente a las inundaciones en medio del cambio climático. Son básicamente tres: 

  1. “Hacernos los locos” esperando que las inundaciones dejen de ser tan extremas y no empeoren durante las próximas décadas. Esto no solo es contraevidente sino irresponsable y peligroso. Las previsiones de la ciencia al respecto son muy claras: las inundaciones en Colombia empeorarán con el cambio climático. Este es uno de los costos del cambio climático que algunos economistas y dirigentes suelen omitir en sus cuentas pero que ya empezamos a pagar [5].
  2. Pelear con los ríos en medio del cambio climático, haciendo lo mismo que hemos hecho tantas veces a punta de ingeniería dura para tratar de dominarlos. A mi juicio esta es una receta para el fracaso y un desperdicio de recursos. La pelea con los ríos no es ni razonable ni ganable. Tarde o temprano los ríos de Colombia van a reclamar su espacio, y el espacio que necesitan está creciendo con el cambio climático.
  3. Cambiar con el cambio. Lo que sí es razonable y factible (aunque sea difícil) es cambiar con el cambio climático. La idea de darles espacio a los ríos puede guiar muchos de estos cambios, y a su vez estos cambios pueden impulsar la economía nacional mientras nos acercan al objetivo de adaptarnos mejor frente al cambio climático.

Por más que lo analizo no dejo de pensar que la mejor alternativa para el país es, de lejos, la tercera. De hecho es la única en donde me cabe el optimismo.

Si están pensando que los cambios que propongo son muy grandes y costosos, tienen razón. Reubicar municipios enteros y abandonar vías no son cambios menores. La cuestión es que el tamaño de las soluciones se tiene que parecer al tamaño de los problemas. No vamos a resolver los problemas que nos trae el cambio climático con pequeños ajustes o, como también diría mi Abuela, con pañitos de agua tibia. Hay que cambiar con el cambio climático y los cambios que hagamos en la sociedad y los territorios del país tienen que ser grandes porque el cambio climático ya lo es.

Los grandes cambios se van a dar de una u otra forma. Esperar que no haya cambios grandes no es una alternativa. Lo que sí podemos decidir es si vamos a hacer los cambios necesarios de manera planeada y ordenada o vamos a esperar a que los desastres climáticos se encarguen. Una población, una empresa, un cultivo, una finca, una vía, etc. se pueden reubicar por la vía de planes y decisiones, o por la vía de desastres que los destruyan. Como dice Mario Benedetti en su “Cálculo de probabilidades”:

“Cada vez que un dueño de la tierra
proclama
para quitarme este patrimonio
tendrán que pasar
sobre mi cadáver
debería tener en cuenta
que a veces
pasan.”

Benedetti no estaba hablando del cambio climático pero la idea es semejante. El cambio climático ya está pasando y pasará aún más sobre nuestro territorio, y nos forzará a cambiar. Los años por venir serán mejores si seguimos el consejo de mi abuela Fanny y cambiamos con el cambio antes de que el cambio climático nos pase por encima aún más y nos cambie a las malas.

Referencias

[1]https://territoriossostenibles.com/cambio-climatico/desbordamientos-e-inundaciones-del-rio-medellin-problemas-que-seran-cronicos-y-mas-severos/

[2] https://www.dutchwatersector.com/news/room-for-the-river-programme

[3]http://www.humboldt.org.co/es/estado-de-los-recursos-naturales/item/802-colombiaanfibiav1

[4]https://territoriossostenibles.com/cambio-climatico/puntos-de-inflexion-del-clima-y-por-que-necesitamos-economistas-del-cambio-climatico/

[5]https://territoriossostenibles.com/cambio-climatico/las-cuentas-alegres-que-no-incluyen-el-cambio-climatico/

Juan Fernando Salazar.
Juan Fernando Salazar.

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