Una investigación liderada por la profesora y especialista en calidad del aire, Lidia Morawska y en el que trabajaron, además, 40 destacados científicos de 14 países replantea la forma de combatir las infecciones respiratorias, como el COVID-19, y la manera en que, de ahora en adelante, se deberán tener políticas gubernamentales para cambiar la forma en cómo se ventilan los espacios cerrados en el mundo.
El paper, publicado en la prestigiosa revista Science, el pasado 14 de mayo, da cuenta de que durante décadas, los gobiernos han promulgado una gran cantidad de legislación y han invertido mucho en seguridad alimentaria, saneamiento y agua potable para fines de salud pública.
Pero, “por el contrario, los patógenos transmitidos por el aire y las infecciones respiratorias, ya sea la influenza estacional o COVID-19, se abordan de manera bastante débil, si es que se abordan, en términos de regulaciones, estándares y diseño y operación de edificios, relacionados con el aire que respiramos”.
“Como el agua que sale de un grifo, necesitamos limpiar el aire dentro del edificio, reducir significativamente la cantidad de patógenos y sentar las bases para contribuir a la salud de los residentes del edificio”, aseguró Morawska, directora del Instituto de Calidad del aire de Queensland University of Technology (QUT) en Australia.
La investigación sugiere que se haga un cambio inmediato para impulsar una transformación del paradigma en la forma en que se ve y se aborda la transmisión de infecciones respiratorias para proteger la población contra sufrimientos innecesarios y pérdidas económicas.
Este cambio, según los investigadores, “comienza con el reconocimiento de que la prevención de infecciones respiratorias, como la reducción de enfermedades transmitidas por el agua o los alimentos, es un problema manejable”.
Las soluciones
Lo primero que hay que hacer, según el estudio, es empezar por aceptar que el COVID-19 y la mayoría de las infecciones respiratorias tienen componentes importantes de transmisión aérea. Lo cual ha sido negado desde 1910, y solo aceptado lo menos posible cuando es innegable (un patrón que continúa para COVID-19).
Morawska dijo, además, que los edificios consumen más de un tercio de la energía del mundo, gran parte de la cual se gasta en calentar o enfriar el aire exterior cuando se lleva al interior. “En los diseños de las edificaciones se debe optimizar la calidad del ambiente interior en términos de salud y comodidad, pero debe realizarse de manera energéticamente eficiente en el contexto del clima local y la contaminación del aire exterior”.

En el caso de la pandemia actual, la Organización Mundial de la Salud (OMS) solo aceptó que la contaminación por aerosoles era posible siete meses después de comenzada la crisis de salud y durante los primeros meses de la enfermedad ni siquiera avaló la posibilidad de que el uso de mascarillas era fundamental para prevenir la infección.
En Colombia, el Ministerio de Salud solo cambió la primera resolución del protocolo para prevenir el COVID-19 en el país, de abril de 2020 y en el mismo mes de 2021, tras un año de pandemia en Colombia.
Esta actualización del protocolo fue pedida durante meses por miembros de la comunidad científica colombiana. Inclusive, el pasado 6 de febrero, 42 de los más reconocidos investigadores que trabajan con calidad del aire y de diferentes universidades, dirigieron una carta abierta a Fernando Ruiz Gómez, ministro de Salud, en la que pedían que se hiciera, de manera diligente, el cambio de la Resolución 666, por considerarla obsoleta en algunos de sus recomendaciones fundamentales se dio por la Resolución 223 del 25 de febrero de 2021.
En ese momento, el ingeniero Néstor Rojas, PhD, profesor e investigador de la Universidad Nacional, experto en calidad del aire, aseguró que esta actualización se modificó con un punto fundamental que no estaba contemplado en la anterior resolución: la adecuada ventilación de espacios interiores.
Para Rojas, este fue el aporte más novedoso y se basa en las evidencias que se han venido enriqueciendo desde hace un año con respecto a los contagios que se dan en lugares que tienen mala ventilación. Esos eventos de súper contagio (en los que se contagiaron grupos grandes de personas) en ambientes mal ventilados es lo que dio lugar a las recomendaciones.
“Ese es un reconocimiento a que la principal vía de transmisión del Sars Cov-2 es la vía por aerosoles o partículas suspendidas en el aire. Esto hace que se tomen las medidas efectivas para prevenir ese tipo de transmisión.
La ventilación, como aspecto nuevo, es el punto importante porque se reconoce que se dan ese tipo de contagios cuando hay personas no convivientes compartiendo el aire en ese espacio interior. Por eso la mejor forma de reducir el riesgo por la inhalación de esas partículas, que puedan tener copias virales, es la ventilación”, expresó Rojas.
Por el momento, investigadores de todo el mundo coinciden en expresar que es fundamental que se adopten políticas públicas encaminadas a mejorar la calidad del aire en espacios cerrados, que es donde se da la mayor cantidad de contagios y que así se pueda hacer frente a lo que falta de esta pandemia y a problemas de salud futuros.
*El artículo A paradigm shift to combat indoor respiratory infection fue publicado el pasado 14 de mayo de 2021 en la revista Science y fue elaborado por: Lidia Morawska, Joseph Allen, William Bahnfleth, Philomena M. Bluyssen, Atze Boerstra, Giorgio Buonanno, Junji Cao, Stephanie J. Dancer, Andres Floto, Francesco Franchimon, Trisha Greenhalgh, Charles Haworth, Jaap Hogeling, Christina Isaxon, Jose L. Jimenez, Jarek Kurnitski, Yuguo Li, Marcel Loomans, Guy Marks, Linsey C. Marr, Livio Mazzarella, Arsen Krikor Melikov, Shelly Miller, Donald K. Milton, William Nazaroff, Peter V. Nielsen, Catherine Noakes, Jordan Peccia, Kim Prather, Xavier Querol, Chandra Sekhar, Olli Seppänen, Shin-ichi Tanabe, Julian W. Tang, Raymond Tellier, Kwok Wai Tham, Pawel Wargocki, Aneta Wierzbicka, Maosheng Yao.