Así como los compromisos globales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero no son suficientes para mitigar el calentamiento global, los niveles de calidad del aire que fijaba la Organización Mundial de la Salud tampoco corresponden a las realidades de los territorios y, en consecuencia, el organismo acaba de actualizar los índices permitidos después de 15 años de no hacerlo y endurece los umbrales para cuatro grandes sustancias tóxicas, entre otras, las de material particulado PM2.5 y PM10, provenientes de los combustibles fósiles.
Esta decisión de la OMS es un claro mensaje a la comunidad global en torno a la lucha contra el cambio climático y la emisión de gases contaminantes y eleva a la categoría de peligrosos concentraciones que antes estaban catalogadas como seguras.
Endurecer dichos indicadores de calidad del aire implica fijar unos umbrales de seguridad más rigurosos para los principales contaminantes atmosféricos, en especial los que provienen de la quema de combustibles fósiles: petróleo, gas y carbón.
La OMS ha insistido en la urgente necesidad de incorporar el tema de la calidad del aire en todas las políticas sobre cambio climático, dada su estrecha relación con la contaminación, no sólo del aire, sino como un fuerte motor de daños a la calidad de vida en las grandes ciudades y la afectación de los grupos más sensibles de la población, es decir, los niños y los adultos mayores.
La OMS recordó que la ciencia ha identificado bien los efectos de la contaminación en los niños, que pueden padecer una reducción del crecimiento y las funciones pulmonares, infecciones respiratorias y agravamiento del asma. En los adultos, la cardiopatía isquémica y los accidentes cerebrovasculares son las causas más comunes de muerte prematura atribuible a la contaminación del aire exterior.
Por ello, señala la OMS, la morbilidad atribuible a la contaminación del aire está en el mismo nivel que otros importantes riesgos para la salud a nivel mundial, como la dieta malsana y el tabaquismo.
Una incidencia de no poca monta, pues según la Organización cerca de siete millones de muertes prematuras están asociadas a factores de mala calidad del aire.
Así, con suficiente evidencia científica y apoyo unánime de los grandes centros de investigación, la OMS estableció este miércoles los nuevos límites de exposición segura para los seres humanos para seis tipos de contaminantes: las partículas en suspensión de menos de 2,5 micras de diámetro (PM₂,₅), las partículas de menos de 10 micras (PM₁₀), el ozono (O₃), el dióxido de nitrógeno (NO₂), el dióxido de azufre (SO₂) y el monóxido de carbono (CO).
Aunque la mayor reducción se hace para el dióxido de nitrógeno, que pasa de 40 microgramos por metro cúbico a 10, la OMS también aprieta las tuercas respecto de los materiales particulados que produce la combustión de gasolina, diésel, petróleo y carbón, pues para el PM2.5 los niveles se reducen a la mitad y la exposición máxima recomendada anual pasa de 10 microgramos por metro cúbico a cinco. En el caso de las partículas más grandes, las PM10, el límite anual pasa de 20 microgramos por metro cúbico a 15.
Sobre el dióxido de nitrógeno, la OMS ha dicho que este contaminante genera problemas en el aparato respiratorio y está vinculado a los vehículos diésel y gasolina, por lo que es necesario incentivar el uso de los vehículos eléctricos y trabajar en la conciencia medioambiental.
Un mensaje adicional a la Cumbre sobre Cambio Climático
La OMS se suma a otros grupos de trabajo contra el calentamiento global y este nuevo estudio sobre calidad del aire apunta a completar las conclusiones hechas por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) y sobre Diversidad Biológica (IPBES) en el sentido de articular las visiones y las acciones para consolidar una acción climática robusta y sin tiquete de regreso.
Aunque los umbrales de seguridad que establece la OMS no son vinculantes, este paso resulta fundamental para que cada país decida si pone límites a cada contaminante y si establece los mismos de la Organización, tal como lo vienen haciendo muchas naciones en la actualización de sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC).
Los datos más actualizados de la propia ONU (de 2019) estiman que del 90% de la población mundial vive en zonas donde los niveles de concentración superaban los indicados en las directrices de la OMS sobre la calidad del aire de 2005 para exposiciones prolongadas a PM2.5.
Hay coincidencia en que existe una doble velocidad a la hora de abordar la crisis climática. Y también hay paradojas. Mientras en los países desarrollados, la calidad del aire ha ido mejorando de forma gradual, en la mayoría de países de ingresos bajos y medios esa calidad se ha deteriorado, como resultado de mayores niveles de urbanización y un desarrollo económico basado, en gran medida, en la combustión ineficiente de combustibles fósiles, como el carbón, además de la industria y el uso ineficiente de combustibles residenciales.
Qué pasa con los otros contaminantes
En la decisión adoptada por la OMS, la exposición máxima al ozono, medida en microgramos por metro cúbico para un periodo temporal de ocho horas, quedó en el mismo nivel de 2005. Y en el caso del monóxido de carbono se marca por primera vez un umbral para la exposición en 24 horas: cuatro miligramos por metro cúbico.
Para el dióxido de azufre y tras analizar la literatura científica, la OMS decidió aprobar unas directrices más laxas. En 2005 se estableció que la exposición segura para un periodo de 24 horas estaba por debajo de los 20 microgramos por metro cúbico; el límite ahora está en 40.
Esta información representa una oportunidad para que los países con mayores niveles de contaminación del aire ajusten sus Índices de Calidad (ICA) y avancen en programas y proyectos de transición energética, promoción de transporte limpio, mejoras en el espacio público y construcción de rutas para bicicletas y peatones.
De hecho, en el Valle de Aburrá, que agrupa a 10 municipios incluida la capital, Medellín, se acaba de oficializar la entrada en vigencia del segundo período de contingencia por contaminación atmosférica y, por ende, la existencia de medidas restrictivas a la movilidad vehicular por número de placa.
Esta subregión del Departamento de Antioquia ha venido trabajando duro desde 2016 por la calidad del aire, dada su geomorfología de valle estrecho y conurbado, y tiene valiosos instrumentos de gestión ambiental, entre ellos, el PIGECA y el Protocolo para Enfrentar Episodios Críticos por Contaminación, POECA, así como los planes de Movilidad Empresarial Sostenible, que incentiva el uso de la bicicleta como medio de transporte y el compartir el vehículo privado.
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