¿Por qué los niveles de contaminación aumentan en ciertas épocas del año en las ciudades de Colombia?
Cada año, durante los meses de febrero y marzo, y en algunos casos en octubre, los niveles de contaminación del aire aumentan significativamente en diferentes ciudades y territorios del país. Estos aumentos son particularmente evidentes en ciudades como Medellín y Bogotá, en parte por sus altas emisiones de contaminantes desde la superficie, y en parte porque cuentan con redes de monitoreo más robustas que otros territorios del país en donde el monitoreo es aún incipiente o incluso inexistente.
Acaba de comenzar el primer episodio del 2023. Hace algunos días el Área Metropolitana del Valle de Aburrá (AMVA) a través del Sistema de Alerta Temprana de Medellín y el Valle de Aburrá (SIATA) anunció la llegada del primer episodio del año de gestión de la calidad del aire, señalando los días en los que esperamos mayores incrementos en los niveles de contaminación del aire (Figura 1).
Estos aumentos en los niveles de contaminación están relacionados con cambios en las condiciones meteorológicas de la región, asociados con el viaje de la Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT) sobre Colombia y con la llegada de la primera temporada de lluvias al país. La ZCIT es una franja de nubes que se desplaza latitudinalmente (de sur a norte y viceversa) sobre el país a lo largo del año y que da como resultado mayor nubosidad en diferentes regiones para diferentes épocas del año. Alrededor de febrero y marzo, y posteriormente en octubre, esta franja de nubes se ubica sobre los Andes colombianos cubriendo muchos territorios del país.
La ubicación de esta franja de nubes sobre Colombia ocasiona una disminución en la cantidad de radiación solar que llega a la superficie limitando su calentamiento y por lo tanto la mezcla de las capas de aire cercanas a la superficie. Es como imaginar una olla de agua puesta en el fogón; si el fogón está prendido —que es el efecto que causa la radiación solar al calentar la superficie— el agua se mezcla. Mientras que si el fogón está apagado, el agua no se mueve y en consecuencia se mezcla mucho menos.
Además, a veces aparecen capas estables o de inversión térmica en la baja atmósfera, que son capas en las que el aire se encuentra en condiciones calmas —se mueve y se mezcla poco— y en las que se limita el transporte de contaminantes hacia la alta atmósfera y otras regiones. Una capa estable es como una capa de “aire estancado” que mantiene la contaminación cerca de la ciudad.
Por otro lado, durante el periodo febrero-abril hay una alta ocurrencia de incendios forestales en la región del noroeste de Suramérica que contribuye a la emisión de contaminantes desde la superficie. Estos contaminantes son transportados por la atmósfera desde los bosques contribuyendo al deterioro de la calidad del aire registrado en ciudades como Medellín y Bogotá. Este vínculo entre la ocurrencia de los incendios forestales en la región y aumentos en los niveles de la contaminación en las ciudades de Colombia ha sido reportado en artículos y publicaciones previas [1; 2]. En la Figura 2 pueden verse los incendios que en algún momento estuvieron activos durante la última semana (febrero 23 a marzo 2).
Las condiciones climáticas relacionadas con El Niño/Oscilación del Sur (ENOS) —es decir con la ocurrencia de los fenómenos conocidos como El Niño y La Niña— también juegan un papel relevante en la ocurrencia e intensidad de los episodios de contingencia por contaminación del aire en el Valle de Aburrá y el país. El Niño reduce la cantidad de lluvia que cae sobre el país, a pesar de que la ZCIT esté sobre el territorio colombiano. Estas condiciones favorecen la formación de capas estables y de retención de contaminantes en la baja atmósfera, lo que usualmente se traduce en episodios más intensos de contaminación. Por el contrario, La Niña favorece la ocurrencia de eventos de precipitación sobre Colombia, lo que contribuye al lavado de los contaminantes del aire y por lo tanto, a episodios de contaminación menos severos.
Desde finales del año 2020 hemos estado en lo que se ha llamado el triple episodio de La Niña, es decir, llevamos más de dos años bajo la influencia de La Niña. Estas condiciones climáticas han dado como resultado que los episodios de mayores concentraciones de contaminantes en el Valle de Aburrá y otras regiones de Colombia de los últimos dos años no hayan sido particularmente severos. En este momento, y aunque parecen estar terminando las condiciones La Niña, aún es incierto el pronóstico de las condiciones para los siguientes meses.
Impactos de la contaminación del aire sobre la salud
La mala calidad del aire tiene múltiples impactos sobre la salud humana. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 99% de las personas en el mundo vive en lugares donde se exceden niveles de contaminación del aire adecuados para la salud y la vida, lo que causa más de 7 millones muertes en el mundo cada año [OMS].
La evidencia científica de los últimos años acerca de los impactos de la contaminación del aire sobre la salud es contundente. El Banco Mundial y la comisión Lancet sobre contaminación y salud reportan que en la actualidad la contaminación del aire causa casi 9 millones de muertes prematuras al año, lo cual es cercano al 16% de todas las muertes en el mundo [3; 4]. Esto es tres veces más muertes que las causadas por el SIDA, la tuberculosis y la malaria juntas, y 15 veces más que las causadas por todas las guerras y otras formas de violencia [3].
Entre las muertes atribuibles a la contaminación del aire, alrededor del 37% se debieron a cardiopatía isquémica y accidente cerebrovascular, el 18% y el 23% a enfermedad pulmonar obstructiva crónica e infecciones agudas de las vías respiratorias inferiores, respectivamente, y el 11% a cáncer en las vías respiratorias [5].
Los niños y los adultos mayores son particularmente vulnerables a los efectos de la contaminación del aire. Niños y adolescentes tienen los pulmones en desarrollo, además, típicamente suelen ser más activos cuando están en espacios al aire libre, por lo que pueden inhalar más aire contaminado y enfrentar mayor riesgo de infección, tos y bronquitis. Además, crecer respirando aire contaminado puede afectar el desarrollo de sus pulmones, lo que pone a los niños en mayor riesgo de desarrollar enfermedades pulmonares a medida que crecen y envejecen. En el caso de los adultos mayores, los estudios han encontrado que enfrentan un mayor riesgo de problemas respiratorios y cardiovasculares después de respirar aire contaminado con ozono y material particulado [6].
La contaminación del aire no sólo causa enfermedades relacionadas con las vías respiratorias. Estar expuesto a una mala calidad del aire puede tener efectos en el cerebro y la salud mental de las personas. Las personas que respiran aire contaminado tienen más probabilidades de desarrollar problemas de salud mental; incluso, pueden presentar cambios físicos y funcionales significativos dentro de las regiones del cerebro que regulan las emociones y, como resultado, desarrollar ansiedad y depresión con mayor frecuencia que quienes respiran aire más limpio [7] .
Un artículo publicado recientemente en la revista Forbes resalta conexiones más fuertes entre la contaminación del aire y problemas de salud graves, y señala que los impactos de la mala calidad del aire son más adversos de lo que hemos pensado durante los últimos años [8].
En Latinoamérica, se estima que esta problemática ambiental causa más de 250 mil muertes cada año [9]. En particular en Colombia y según el Instituto Nacional de Salud (INS), se atribuyen a la mala calidad del aire miles de muertes, principalmente causadas por enfermedad isquémica del corazón (EIC) y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Así mismo, el Departamento Nacional de Planeación (DNP) calcula que la mala calidad del aire es la causa de más de 8 mil muertes anuales, con costos asociados de aproximadamente 12,2 billones de pesos, cifra que equivale aproximadamente al 1,5 % del PIB [10].
Una problemática que va mucho más allá de las contingencias
Aunque es claro que monitorear y gestionar los episodios de contingencia en las ciudades de Colombia es una tarea importante y urgente, la contaminación del aire es un problema estructural que va mucho más allá.
Aún cuando en otros periodos del año los valores reportados por las estaciones de monitoreo son menores que durante los episodios de contingencia, éstos en general siguen estando significativamente por encima de los estándares recomendados por la OMS para garantizar la salud y la vida de las personas (Tabla 1).
Los valores máximos permisibles en Colombia para el material particulado de tamaño 2.5 micrómetros (PM2.5), establecidos en la resolución 2254 de 2017 [11], quintuplican el valor máximo permisible anual y duplican el valor máximo diario recomendados por la OMS. El PM2.5 se usa en muchos casos como referencia de la calidad del aire debido a sus múltiples impactos sobre la salud humana.
Tabla 1. Nivel máximo permisible de contaminación del aire por PM2.5 según la OMS y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia.
Fuente | Promedio anual (μg/m3) | Promedio 24 horas (μg/m3) |
Niveles recomendados por la OMS en 2021 | 5 | 15 |
Resolución 2254 de noviembre de 2017 del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Colombia, 2017 | 25 | 37* |
Es claro que alcanzar los valores recomendados por la OMS requiere esfuerzos de largo aliento, altamente costosos y soportados en transformaciones de múltiples sectores de la sociedad. Sin embargo, hablar del problema de la contaminación del aire y de sus impactos sobre la salud en el Valle de Aburrá y otras ciudades de Colombia sólo durante los periodos de contingencia, es ignorar un problema de fondo que nos afecta a todos en el día a día y que tiene consecuencias sobre la salud pública de la población en el corto, mediano y largo plazo.
¿Alguna solución?
Aunque hay esfuerzos e iniciativas encaminadas a disminuir la contaminación del aire en el Valle de Aburrá, es imperativo avanzar en soluciones de fondo para atender una problemática ambiental que es más estructural que accidental. Seguir fortaleciendo sistemas como SIATA y otras que apuntan a monitorear, entender y gestionar el problema de la contaminación del aire es crucial.
Ni los episodios de contingencia deberían volverse parte de la agenda cotidiana de cada año, ni los habitantes de Medellín y otras ciudades de Colombia deberían tener que estar expuestos a respirar aire contaminado en el día a día.
Es importante poner en práctica estrategias ya trazadas como las existentes en el Plan de Gestión de la Calidad del Aire –PIGECA– del AMVA [12], además de seguir trabajando en la creación y fortalecimiento de otros planes de acción de corto, mediano y largo plazo, basados en la mejor evidencia científica reciente, que informen e involucren de manera más activa a la sociedad.
Piezas fundamentales del rompecabezas para mejorar la calidad del aire en las ciudades de Colombia deben ser las iniciativas de reducción de las emisiones, de control de la deforestación e incendios forestales en los bosques del país y de fortalecimiento de la participación ciudadana.
En la reducción de emisiones puede avanzarse vía tanto la implementación de sistemas de movilidad integrados que posibiliten la interconexión entre diferentes opciones de transporte, así como la transformación del parque vehícular en el marco de la transición energética.
Por otro lado, dada la evidencia de que los incendios forestales causan serios problemas de contaminación del aire en las ciudades de Colombia, debe impulsarse la protección de los bosques también desde y por las ciudades. Los incendios forestales aparentemente distantes no son un problema ajeno a las zonas urbanas.
También es crucial que los habitantes de las ciudades estén más al tanto del aire que respiran día a día y de las cosas que podrían hacer para mitigar la problemática. Es importante fortalecer el diseño e implementación de estrategias de participación ciudadana que vayan mucho más allá del “boom” de los episodios de contingencia.
Hay sinergias virtuosas entre las piezas de este rompecabezas. Al mismo tiempo que avanzamos en la transición energética, en mejores estrategias de movilidad y participación ciudadana, y en la protección de los bosques, podemos cuidar nuestra salud de los efectos nocivos de la contaminación del aire.
Referencias
[1]Mendez-Espinosa, J. F., Belalcazar, L. C., & Betancourt, R. M. (2019). Regional air quality impact of northern South America biomass burning emissions. Atmospheric Environment, 203, 131-140.
[2]https://territoriossostenibles.com/calidad-del-aire/cuidar-los-bosques-desde-y-por-las-ciudades/
[3] https://www.worldbank.org/en/topic/pollution#1
[4]https://www.thelancet.com/journals/lanplh/article/PIIS2542-5196(22)00090-0/fulltext
[5]https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/ambient-(outdoor)-air-quality-and-health
[6]https://www.lung.org/clean-air/outdoors/who-is-at-risk
[7]https://www.weforum.org/agenda/2022/11/impact-air-pollution-brain-mental-health/
[9]https://www.paho.org/en/enlace/air-pollution
[11]https://www.minambiente.gov.co/wp-content/uploads/2021/10/Resolucion-2254-de-2017.pdf
[12]https://www.metropol.gov.co/ambiental/calidad-del-aire/Paginas/Gestion-integral/PIGECA.aspx