Incendios forestales son un foco de contaminación del aire en las ciudades colombianas

Las quemas indiscriminadas, en zonas rurales, e inclusive en Venezuela, afectan la calidad del aire en las ciudades del país. Esta problemática se acentúa para la población en tiempos de pandemia.

Barranquilla

El problema se repite. Esta vez le tocó a Barranquilla. La capital del Atlántico amaneció, el jueves 18 y el viernes 19 de junio, cubierta por el humo. La razón: las quemas indiscriminadas en la isla Salamanca, limítrofe con esa ciudad, en jurisdicción del departamento de Magdalena.

 

Las quejas de los ciudadanos, especialmente de los barrios orientales de la urbe, no se hicieron esperar. Desde las redes sociales se pidieron medidas urgentes para un problema recurrente. Según decenas de barranquilleros, esta afectación en la calidad del aire se da por las constantes quemas indiscriminadas en predios privados de Salamanca.

 


Así amaneció Barranquilla durante el 19 y el 20 de junio pasados debido a las quemas en la isla Salamanca (Magdalena). Foto: Fernando Díaz.

Ante la situación, el alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, pidió una urgente intervención del Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible. “¿Hasta cuándo? Somos los más afectados por la falta de dolientes de Isla Salamanca. Ya habíamos notificado a autoridades del Magdalena, pero tampoco actúan. Es claro que las quemas dejan amplios sectores listos para ocupar ilegalmente y generar pobreza”, dijo el burgomaestre.

 

Y al final de la semana pasada, tras las denuncias constantes de autoridades y ciudadanos barranquilleros, desde hace varios años, la Corte Suprema de Justicia le dio al Gobierno Nacional un plazo de cinco meses para establecer un plan de acción para reducir los niveles de deforestación y degradación en la isla Salamanca, que, además, es un área  protegida.

 

El hecho fue otro de los episodios ocurridos durante el año en Colombia, pero que esta vez, en el contexto de la pandemia por el Covid-19, toman otra dimensión. La pregunta se hizo recurrente entre buena parte de la ciudadanía. ¿Por qué si en cuarentena se redujo considerablemente el tránsito de vehículos, los índices de contaminación del aire en ciudades como Bogotá, Medellín y Bucaramanga no bajaron al comienzo del encierro?

 

Una de las razones es clara: los incendios. Muchos de ellos generados en regiones alejadas de las principales capitales del país como la Orinoquía o el Caribe, inclusive en Venezuela. Esto ocasionó que, entre febrero y la primera quincena de marzo, por la acción de los vientos, aumentó el material particulado y, por ende, empeoró la calidad del aire, especialmente en el Valle de Aburrá, Bogotá, Cúcuta, Bucaramanga y algunas ciudades intermedias del país.

 

Para entender este fenómeno hay que conocer que los problemas de contaminación en las ciudades principales provienen de diversas fuentes. Hay emisiones de vehículos y de empresas en las capitales. Pero también de la combustión de la biomasa, que llega a los centros urbanos a causa de las quemas. Todo esto aporta material particulado a la atmósfera y, dependiendo de otros factores, como la meteorología y el relieve, la situación se hace más compleja.

 

En el caso de ciudades como Medellín, o regiones como el Valle de Aburrá, el relieve (un valle rodeado de montañas, más bien un cañón estrecho) no permite disipar los contaminantes, ya que éstos se quedan en la parte baja. Y, adicionalmente, la meteorología, en meses como febrero, marzo y abril, con vientos más lentos y cambio de temporada seca a lluviosa, hace que los inconvenientes se acentúen.

 

“Puede ser que se haga lo que se tenga que hacer dentro del Valle de Aburrá, pero que esto no sea suficiente. Hay que profundizar en aspectos como la complejidad topográfica del territorio donde probablemente hay factores asociados a resuspensión de contaminación. Puede ser que no se aporte más, pero se va quedando. Y tal vez necesitemos más tiempo y más cosas, adicionales a la lluvia y el viento, para tener atmósferas más limpias”, asegura Óscar Mejía, ingeniero geólogo, magister en Ingeniería Ambiental y Matemáticas.

 


Así registró el satélite GEOS de la NASA el desplazamiento de humo por las quemas de biomasa el 26 de agosto de 2020. Foto: Cortesía GEOS-NASA.

Lo que pasó en ciudades como Bogotá, Barranquilla, Cúcuta, Medellín y Bucaramanga, entre otras, es que la biomasa es más dominante en la producción de material particulado comparada con las emisiones de los vehículos y de las industrias.

 

Durante marzo ocurrió en municipios intermedios un hecho no muy común, se observó una bruma espesa en ciudades como Ibagué y municipios como Melgar (Tolima) y Girardot (Cundinamarca) nunca vista. Ese fenómeno no es originario de esos lugares, sino que es biomasa transportada por el viento desde el oriente del país.

 

“Esas emisiones de la biomasa tienen dos etapas. Primero, cuando se empieza a quemar el bosque y, segundo, cuando se termina de apagar el incendio, el área quemada sigue emitiendo partículas. Al apagar el fuego se sigue emitiendo material que arrastra el aire. De ahí que, en esta primera contingencia de 2020, aun cuando hay vehículos e industrias restringidas por la cuarentena, hay momentos del día en los que se ven altos niveles de contaminación. Y cuando esto ocurre es que hay una contaminación regional o transfronteriza”, asegura el ingeniero forestal Jorge Bonilla, investigador, PhD adscrito a la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes.

 

La situación, según Bonilla, “es más compleja porque la gente se incomoda y no entiende el problema. Dice, ¿por qué si se pararon los carros hay igual o más contaminación? Si no se estuvieran parados los carros y parte de la industria la situación sería peor”.

 

Trabajar unidos 

Según los académicos, donde hay que trabajar más fuerte para prevenir esta problemática es hacer una coordinación institucional, en términos del uso de la información disponible, para tomar las decisiones.

 

“Esto consiste en coordinar la información desde las alcaldías, que han venido trabajando de manera conjunta. Y en eso destaco al Valle de Aburrá, que durante los últimos años creó una red de calidad del aire robusta, estable, con unos técnicos muy bien preparados tratando de entender el problema. Ese aporte del SIATA es fundamental. Lo mismo está pasando con Bogotá, que está tratando de conseguir más equipos en esta nueva administración y se ha puesto el tema de calidad del aire en la agenda”, agrega Bonilla.

 

Si se quieren atacar los incendios, seguro las administraciones municipales van a poder controlar los que están en su jurisdicción. El problema aumenta cuando las quemas están por fuera de los límites de esos municipios.

 

“Usualmente hay un esquema de reportes por parte de las autoridades nacionales cuando aparece un incendio, cómo se reporta y cómo se opera para apagarlo. Pero muchos de estos sistemas de información podrían sufrir de subreporte. Esto quiere decir que a veces hay otros que están en lugares muy remotos y esos no quedan en los reportes. Por eso es fundamental que se usen los reportes satelitales. Y las instituciones deberían trabajar de manera conjunta para combinar esos datos. Es preocupante que el IDEAM diga que la calidad del aire mejoró y que está bien porque hubo cuarentena y no hay incendios, pero en realidad, para la última semana de marzo y en ese mes los incendios fueron de gran intensidad”, dice Bonilla.

 

De ahí que el pasado 26 de marzo un grupo de unos veinte investigadores, muchos de ellos PhD, adscritos a las universidades Nacional, los Andes y la Salle, entre otras, emitieron un comunicado dirigido a la opinión pública en el que pidieron al Gobierno Nacional más protagonismo para intervenir y mejorar esta problemática. Además, un grupo de 30 congresistas solicitaron al Ejecutivo que tome cartas en el asunto y si es necesario busque cooperación con Venezuela para tal fin.

 

“El impacto de todas las fuentes de emisión en la calidad del aire es un ejercicio complejo. Algunas ciudades colombianas han dado pasos importantes en cuantificar sus emisiones, en implementar modelos fotoquímicos y en caracterizar, de forma más precisa su problemática. Sin embargo, desde la academia y los centros de investigación hacemos un llamado al Gobierno Nacional a adoptar un mayor protagonismo ante esta situación, ya que en este momento los contaminantes provienen, principalmente, de fuentes regionales como la quema de biomasa e incendios”, aseguraron los investigadores en la misiva.

 


Este es el texto completo de la carta dirigida al Gobierno Nacional en el que se pide una pronta intervención para solucionar el problema. Foto: Cortesía.

Para Néstor Rojas, Phd y profesor asociado del Departamento de Ingeniería Química y Ambiental de la Universidad Nacional de Bogotá, ha hecho falta una coordinación de las diferentes instituciones y que se tomen acciones rápido. En contraste vemos que el IDEAM está negando el problema porque dicen que no hay focos de incendios. Es como si hubiera una intención de negar cuando las plataformas satelitales dicen otra cosa”.

De otro lado, el ingeniero Mejía, asegura que se debe atender con mayor profundidad en Colombia la ampliación de fronteras agrícolas, que es una de las causas fundamentales de los incendios forestales. “Además, hay que mejorar prácticas culturales asociadas a la agricultura y quema de basuras”.

Entre el 12 y el 19 de junio pasados La Guajira fue el departamento con más alertas de incendios, 57; seguido por Casanare, 53; y Vichada, 49. Foto: Global Forest Watch Fires.

Los investigadores coindicen en afirmar que es clave que se pueda creer en la información científica novedosa y que este insumo sea útil para poder tomar las decisiones. Además, que organismos como el Ideam utilicen la herramienta de los satélites y apliquen este recurso para tomar decisiones en tiempo real.

 

Bonilla insiste en que se deben tomar medidas para prevenir este problema de cara a 2021. “El satélite te va a decir dónde están los incendios, pero no la causa de los mismos. La causa es muy importante para saber cómo prevenirlo y controlarlo. Porque si es humana, lo que hay que hacer es regular este tipo de quemas”.

 

No es un problema nuevo

El deterioro en la calidad del aire en las grandes capitales, especialmente en América Latina, no es una problemática nueva. En abril de 2008, Buenos Aires y su conurbano, que congrega cerca de 16 millones de personas, sufrieron con las quemas indiscriminadas de pasturas en el delta del río Paraná.

 

Por efecto de los vientos, la cortina de material particulado se extendió por unos 400 kilómetros e hizo que se cerraran tres rutas nacionales en las provincias de Buenos Aires, Santafé y Entre Ríos. Este acontecimiento es recordado como la emergencia de calidad del aire más grave en la historia de ese país al alcanzar cifras de monóxido de carbono de 35 partes por millón en la Capital Federal de la República Argentina.

 

También en Brasil, concretamente Sao Paulo, vivió una situación similar en agosto de 2019. El humo de los incendios en el Amazonas brasilero recorrió unos 3.000 kilómetros y llegó hasta la urbe y oscureció el día. Solo para ese mes, los servicios de medición del Ministerio de Ciencia y tecnología de Brasil registraron cerca de 77.000 focos de incendio. Estas quemas afectaron Bolivia, Paraguay, de manera fuerte, y, en menor medida, al sur de Colombia.

 

 

Rafael González Toro.
Rafael González Toro.

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