Desde las montañas hasta las planicies. Desde las riberas de los ríos hasta los páramos. Desde la selva hasta las zonas más desérticas, el aire no reconoce fronteras y logra unir en un mismo propósito de protección y conservación de la vida a quienes habitamos las grandes urbes. De eso se trata la “Alianza de las Biodiverciudades por un mejor aire” que acaban de suscribir 11 capitales de departamento en Colombia.
Se trata de la más grande y ambiciosa estrategia ambiental liderada por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR) y los gobiernos locales, con el fin de identificar los principales focos de contaminación del aire en dichas urbes y establecer una red de monitoreo de emisiones y de generación de material particulado que tienen efectos asociados no sólo a la salud pública y de las personas, sino también sobre los ecosistemas urbanos.
Con una inversión inicial de 10 mil millones de pesos provenientes del Impuesto al Carbono, el Gobierno y los mandatarios seccionales de Barranquilla, Montería, Manizales, Armenia, Pasto, Villavicencio, Yopal, Leticia, San Andrés, Quibdó y Barrancabermeja, dispondrán de todo el apoyo técnico y científico durante el proceso de identificación de las problemáticas por la mala calidad del aire, dentro de la estrategia nacional de lucha contra el cambio climático.
Estas 11 ciudades capitales se suman a Medellín y Bucaramanga, que ya son biodiverciudades, donde la capacidad instalada, el conocimiento y la incorporación de los temas asociados a la calidad del aire hacen parte de sus planes de desarrollo y están en el ADN de los ciudadanos como temas de largo plazo y de gobernanza interinstitucional. La meta del Gobierno a 2022 es consolidar un esquema de 15 biodiverciudades.
El camino que marcó el Valle de Aburrá
Como se recordará, el Valle de Aburrá, integrado por 10 municipios y con Medellín como ciudad núcleo, ha tenido que enfrentar con decisión y firmeza los problemas asociados a la mala calidad del aire como consecuencia de una conurbación sin precedentes, un aumento exponencial de su parque automotor, la instalación masiva de nuevas empresas y la construcción de cientos de miles de nuevas viviendas en un valle estrecho y montañoso que no facilita la evacuación natural de muchos de los contaminantes generados y, por ende, sufre problemas de contaminación del aire, en especial durante dos períodos del año, cuando se produce un régimen de transición de un período seco a otro de lluvias, entre febrero y abril y entre octubre y noviembre.
Medellín y su Valle de Aburrá tienen el más completo y moderno sistema de monitoreo de la calidad del aire del país y, con más de 23 estaciones de medición, acumulan casi la mitad de las existentes en todo el territorio nacional. Además, por decisión política y de compromiso con el ambiente, en la anterior administración del Área Metropolitana, se aprobó un Plan Integral de Gestión de la Calidad del Aire (PIGECA) con índices de calidad del aire más rigurosos que los establecidos en la norma nacional (ICA).
Ese Plan Integral incorporó un Protocolo Operativo contra Episodios por Contaminación Atmosférica (POECA), único en el país y reconocido por organismos internacional por su innovación, que se activa cada año durante los dos períodos críticos a partir de la información y los pronósticos que entrega el sistema de monitoreo SIATA. Dicho Protocolo contempla varias fases, desde la Prevención hasta la alerta roja por contaminación del aire, y cada una desarrolla distintas medidas de contingencia, según la fuerza y duración del fenómeno climático.
Este territorio se ha convertido en un referente nacional e internacional y muchas otras ciudades han compartido las experiencias acumuladas en el diseño, aplicación y seguimiento de políticas públicas sobre calidad del aire, incluidas las que tienen que ver con sistemas de transporte limpios, reconversión industrial, modernización del parque automotor, incentivos verdes, compensaciones ambientales, arbolado urbano, bancos de biodiversidad e infraestructuras verdes.
El propio ministro de Ambiente, Carlos Correa, aseguró durante el acto de la firma de esta alianza entre biodiverciudades que “la contaminación del aire es el principal riesgo para la salud en las Américas” y lo ratificó con cifras: “Cada año, en Colombia, se producen cerca de 17 mil muertes asociadas a la mala calidad del aire y del agua, esto es, el 8 por ciento del total de las muertes registradas en el país”.
El viceministro de Ordenamiento Ambiental del Territorio, Nicolás Galarza, estimó que de esas 17 mil muertes, el 92 por ciento están asociadas a la mala calidad del aire y afectan en especial a los grupos de población más sensibles: niños y adultos mayores.
Cuáles son los alcances de la Alianza entre Biodiverciudades
El concepto de Biodiverciudades está incluido en el Plan de Desarrollo de la administración Duque y responde a los compromisos adquiridos dentro del Acuerdo de París sobre Cambio Climático de 2015 que, entre otras metas, estipula la reducción de los gases de efecto invernadero, la lucha contra la deforestación, la protección de los ecosistemas estratégicos y la carbono neutralidad, dentro de un sistema de ciudades sostenibles y resilientes contra el calentamiento global.
Para tales efectos, el propio Gobierno firmó un documento Conpes, el 3943, que fija las reglas de juego y destina los recursos necesarios para garantizar los proyectos y programas por la calidad del aire en todo el país.
La alianza por la calidad del aire que se pactó entre las 11 ciudades capitales tiene una vigencia de dos años, pero la meta es extenderla en el largo plazo, y estará acompañada por los expertos del Sistema Nacional Ambiental (SINA), que desarrollarán varias fases en su implementación. Los 10 mil millones iniciales los aporta el Gobierno, pero los mandatarios locales deberán hacer las inversiones necesarias para la instalación, mantenimiento y monitorio de las estaciones de medición que se instalen, que serán dos por municipio, por ahora.
Las primeras tareas serán identificar los focos de contaminación en cada territorio, delimitar sus radios de acción, instalar las estaciones de monitoreo, hacer seguimiento técnico y científico a dichas mediciones, y diseñar los instrumentos necesarios para convertir dicha información en política pública.
La puesta en común de la estrategia reconoce, por demás, las diferencias ambientales, morfológicas, productivas, sociales y culturales de los territorios, pues los fenómenos asociados a la calidad del aire son distintos en los entornos urbanos, en especial en aquellos donde el crecimiento de la población y la provisión de servicios ha crecido de forma exponencial y, en muchos casos, de espaldas a los ecosistemas y la biodiversidad.
El esquema de biodiverciudades que adoptó la Administración Duque también trabaja en tres pilares fundamentales:
- Economía sostenible: incorpora los principios de la economía circular, uso de la biodiversidad y la conservación de los ecosistemas como ejes del desarrollo, la creación de empleo, la bioeconomía, infraestructuras y negocios verdes.
- Planeación Territorial: que aplica conceptos como Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN), movilidad baja en carbono, transición energética y política sobre cambio climático en torno a la adaptación y mitigación del riesgo.
- Prácticas de producción y consumo responsables: que tiene como base las cuatro R: reciclar, recuperar, rehusar, reducir.