El planeta pudo tener un respiro, pero los contaminantes del aire siguen ahogando de muerte a cientos de miles de personas en todo el mundo, pese a los alentadores resultados obtenidos en los países de la Unión Europea (UE), donde en la última década se evitaron cerca de 60 mil fallecimientos por enfermedades asociadas a la mala calidad del aire.
Esa cifra equivale a una reducción del 54 por ciento en comparación con los datos registrados entre 2009 y 2018, y después de monitorear cerca de 4.000 estaciones de medición en 41 países europeos, donde fallecieron no menos de 417 mil personas por problemas asociados a la mala calidad del aire en 2018, esto es, 10 veces la cifra de muertos en accidentes de tránsito, según el informe entregado ayer por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA).
Los costos económicos y sanitarios asociados a las muertes por contaminación del aire les costaron a los países de la Unión Europea no menos de 1.4 billones de euros en una década, a razón de 166 mil millones por año.
Los datos de la AEMA demuestran que invertir en una mejor calidad del aire es una ganancia global y permite mejorar la salud y la productividad de todos los europeos. “Las políticas y acciones que son coherentes con la ambición europea de contaminación cero conducen a vidas más largas y saludables y sociedades más resilientes”, aseguró Hans Bruyninckx, director ejecutivo de la AEMA, al oficializar el informe 2020.
En dicho documento, la AEMA asegura que seis Estados miembros de la UE superaron el valor límite para las partículas finas (PM2.5 ) en 2018: Bulgaria, Croacia, Chequia, Italia, Polonia y Rumanía.
Solo cuatro países (Estonia, Finlandia, Islandia e Irlanda ) tuvieron concentraciones de partículas finas por debajo de los valores de referencia más estrictos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El informe advierte, no obstante, que sigue existiendo una brecha entre los límites legales de calidad del aire de la UE y las directrices de la OMS, un problema que la Comisión Europea buscará abordar con una revisión de las normas de la UE, en el marco del Plan de Acción de Contaminación Cero.
Del registro de 417 mil fallecimientos en los países europeos, la exposición a partículas finas causó alrededor de 417.000 muertes prematuras, según la AEMA. Cerca de 379.000 de ellas se produjeron en el bloque de 28 naciones de la UE, donde 54.000 y 19.000 muertes prematuras se atribuyeron al dióxido de nitrógeno (NO2) y al ozono a nivel del suelo (O3), respectivamente. Es preciso decir que las tres cifras son estimaciones separadas y los números no deben sumarse para evitar el doble conteo, advierte el informe.
Es sabido que la exposición a los contaminantes del aire a largo plazo causa enfermedades cardiovasculares y respiratorias, las cuales han sido identificadas como factores de riesgo de muerte en pacientes con COVID-19. Sin embargo, la causalidad entre la contaminación del aire y la gravedad de las infecciones por COVID-19 no está clara y se necesita más investigación epidemiológica.
Desde 2000, las emisiones de contaminantes atmosféricos clave, incluidos los óxidos de nitrógeno (NOx), procedentes del transporte han disminuido significativamente, a pesar de la creciente demanda de movilidad y el aumento asociado de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector.
Las emisiones de contaminantes del suministro de energía también han experimentado importantes reducciones, mientras que el progreso en la reducción de emisiones de los edificios y la agricultura ha sido lento.
Para el dióxido de nitrógeno, la reducción es aún mayor ya que las muertes prematuras han disminuido en aproximadamente un 54% durante la última década. La implementación continua de políticas ambientales y climáticas en Europa es un factor clave detrás de las mejoras.
“Es una buena noticia que la calidad del aire esté mejorando gracias a las políticas ambientales y climáticas que venimos implementando. Pero no podemos ignorar la desventaja: el número de muertes prematuras en Europa debido a la contaminación del aire sigue siendo demasiado alto. Con el Pacto Verde Europeo nos hemos fijado la ambición de reducir a cero todo tipo de contaminación. Debemos reducir aún más la contaminación del aire y alinear nuestros estándares de calidad del aire más de cerca con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud”, dijo Virginijus Sinkevičius , comisario europeo de Medio Ambiente, Océanos y Pesca.
Calidad del aire y COVID-19
El informe de la AEMA también contiene una descripción general de los vínculos entre la pandemia de COVID-19 y la calidad del aire.
Una evaluación más detallada de los datos provisionales de la AEMA para 2020 y el modelado de apoyo del Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copérnicus (CAMS), confirma evaluaciones anteriores que muestran hasta un 60% de reducción de ciertos contaminantes del aire en muchos países europeos donde se implementaron medidas de bloqueo en la primavera de 2020.
Aun así, la AEMA aún no dispone de estimaciones sobre los posibles efectos positivos para la salud del aire más limpio durante 2020.
En la evaluación de riesgos para la salud de la AEMA, la mortalidad se selecciona como el resultado de salud que se cuantifica, ya que es aquel para el que la evidencia científica es más sólida.
La mortalidad debida a la exposición prolongada a la contaminación del aire se estima utilizando dos métricas diferentes: “muertes prematuras” y “años de vida perdidos”.
Estas estimaciones proporcionan una medida del impacto general de la contaminación del aire en una población determinada y, por ejemplo, los números no se pueden asignar a individuos específicos que viven en una ubicación geográfica específica.
El Plan de Acción
El objetivo cero en materia de contaminación es una de las principales prioridades medioambientales del Pacto Verde Europeo e incluye la propuesta de un plan de acción de contaminación cero para el agua, el aire y el suelo, previsto para 2021, con un punto de llegada: alcanzar la neutralidad climática para 2050.
La Asamblea de la UE de las ciudades y regiones reiteró en marzo de 2020 su llamado en favor de un enfoque integrado, una política europea ambiciosa de reducción en la fuente y una vinculación de las políticas en materia de inmisiones y de emisiones, al tiempo que advirtió que muchos Estados miembros no están cumpliendo las normas actuales.
Para hacer frente al impacto social, económico y medioambiental de la transición ecológica, la Comisión Europea propuso en enero de 2020 el fondo de transición justa, que es parte del plan de financiación climática del Pacto Verde Europeo de 1 billón de euros.
De entrada, solo cumplir los objetivos actuales de preservación del clima y energía para 2030 exige una inversión anual adicional de 260.000 millones de euros, equivalente aproximadamente al 1.5 % del PIB de la UE en 2018.
El mismo plan anunció que capacitará a los inversores, pues considera que la financiación sostenible es un elemento central del sistema financiero. También facilitará las inversiones sostenibles de las autoridades públicas a través del fomento del presupuesto y la contratación de productos ecológicos. Facilitará la aprobación de ayudas estatales en las regiones en transición.
Con el mismo objetivo, la Comisión anunció su apoyo a las autoridades públicas y a los promotores de proyectos a la hora de planificar, diseñar y ejecutar proyectos sostenibles.
El Pacto Verde europeo cuenta con el compromiso político de los 28 Estados miembros y se convertirá en una obligación jurídica una vez se presente la primera ley climática de la Unión Europea que hará irreversible el viaje hacia la neutralidad climática.
Todos los sectores de la economía, especialmente los del transporte, la energía, la agricultura, los edificios y la industria, como las de la siderurgia, el cemento, las TIC, los textiles y los productos químicos se incluyen en el Pacto Verde, que agrupa 7 claves:
- El Pacto Verde adelanta el recorte de emisiones de CO2.
- Plan de Inversiones para una Europa Sostenible.
- Una transición justa con un fondo de transición de 100.000 millones de euros.
- Impuesto de carbono en frontera.
- Mecanismo para una Transición Justa (MTJ).
- El Banco Europeo de Inversiones pasará a ser un banco climático.
- Nueva estrategia agrícola y de biodiversidad.