Una de las buenas noticias que dejó la Conferencia del Cambio Climático COP26, finalizada el pasado viernes, en medio de muchas críticas, fue que más de cien gobiernos nacionales, ciudades, estados y grandes empresas firmaron la Declaración de Glasgow para poner fin a la venta de motores de combustión interna en 2035 en vehículos.
Si bien esta decisión no tiene carácter vinculante, por no hacer parte de las negociaciones oficiales de la ONU, sí marca una hoja de ruta en el planeta para las acciones que se deben tomar para empezar a erradicar los automotores que usan combustibles fósiles.
Esta decisión, que fijó un periodo de implementación total de cinco años, significa que para 2040 todos los vehículos que se produzcan seran cero emisiones. El anuncio en la cumbre respaldó, de una manera clara, la petición hecha por António Guterres, secretario general de la ONU, quien en octubre pasado, en la inauguración de la Conferencia sobre Transporte Sostenible realizada en Pekín (China), manifestó la necesidad de descarbonizar el transporte y así cumplir con los compromisos para combatir el cambio climático.
“El transporte, que representa más de una cuarta parte de los gases de efecto invernadero a nivel mundial, es clave para ir por el buen camino. Debemos descarbonizar todos los medios de transporte para llegar a cero emisiones netas en 2050 en todo el mundo. En los próximos nueve años debe producirse un cambio global hacia las energías renovables. El transporte sostenible es fundamental para esa transformación”, aseguró Guterres.
Otro punto a favor fue que la Comisión Europea, se sumó a la meta de 2035 como el año en el que no se produzcan más autos a combustión en su territorio. Sin embargo, esta iniciativa aún debe ser aprobada por el pleno de los países que componen el organismo.
Según cifras del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el sector transporte es el responsable de cerca de una cuarta parte de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Además, las emisiones del sector se han duplicado desde 1970, y cerca del 80% del aumento se debe a los vehículos de carretera. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) calcula que el sector del transporte mundial depende casi por completo de los combustibles fósiles.
“El mensaje para los responsables de la toma de decisiones es que tenemos que asegurarnos de que empezamos a normalizar que, para 2035, debemos dejar de vender coches de gasolina y diésel. Para los autobuses, será antes, 2030; el transporte pesado, puede tardar algo más, 2040. La cuestión es acostumbrarse a la idea de tener un calendario para poder pasar a opciones de cero emisiones en todas las áreas. Esto no es sólo para los mercados avanzados de los países en desarrollo, sino también para las economías en vías de desarrollo, porque sabemos que la peor contaminación está allí”, expresó Mónica Araya, de la iniciativa mundial Drive Electric Campaign.
Desde diferentes organizaciones no gubernamentales, acogieron con satisfacción estos anuncios, pero fueron claras las voces que piden un compromiso real de los gobiernos, especialmente de los países que más fabrican y usan vehículos a combustión, para que estas propuestas no queden en letra muerta.
“Si la COP26 no acompaña su reconocimiento de la urgencia con unas medidas reales para abordarla, para satisfacer las necesidades de las personas en primera línea de la crisis, entonces todo caerá en saco roto. Un texto que crea la ilusión de medidas de actuación es posiblemente peor que no tener ningún texto”, dijo Teresa Anderson, coordinadora de Política Climática de Actionaid International.
Según la ONU, desde los coches y autobuses eléctricos hasta las fuentes de energía con cero emisiones de carbono, las nuevas tecnologías emergentes, junto con cambios políticos innovadores, son fundamentales para combatir el cambio climático. Sin embargo, para que sean eficaces, se debe garantizar que las estrategias vinculadas con la descarbonización del transporte beneficien a todos, incluidos los grupos poblacionales vulnerables en los países más pobres.