Las relaciones entre la mala calidad del aire y la salud humana han convertido esta problemática ambiental en una preocupación de salud pública alrededor del mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo mueren cerca de 7 millones de personas al año por enfermedades atribuibles a la exposición a un aire contaminado durante períodos de tiempo prolongados. Gran parte de esta contaminación se origina en y afecta a los centros urbanos, que es donde actualmente reside cerca del 80% de la población mundial.
Para el año 2016, la OMS estima que en América más de 320 mil muertes prematuras se debieron a la mala calidad del aire, y al menos 250 millones de personas vivían en ciudades que no cumplían las directrices sobre material particulado recomendadas por la misma organización [1].
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en Colombia cerca de 16 mil muertes al año se deben a la contaminación del aire, principalmente por material particulado fino como el PM2.5. Además, en el año 2015, la contaminación del aire causó impactos económicos por efectos sobre la salud que alcanzaron los 12.2 billones de pesos, es decir 1.5% del PIB [2] .
De acuerdo con Gina Tambini, representante de la OPS/OMS en Colombia, durante el panel Calidad del Aire y Salud que se llevó a cabo el pasado 5 de junio de 2020 en el marco de las actividades de conmemoración del Día Mundial del Medio Ambiente, “la contaminación del aire es una de la mayores amenazas ambientales para la salud pública a nivel mundial”. Enfatiza la Dr. Tambini que cada vez hay más evidencia científica acerca de los variados impactos de la contaminación del aire sobre la salud, que no sólo incluyen enfermedades respiratorias, cáncer y enfermedades cardiovasculares, sino también efectos adversos sobre el peso de los bebés al nacer y el desarrollo gestacional, nacimientos prematuros, diabetes infantil y afectaciones al desarrollo neurológico de niños y adolescentes [2].
No todos respiramos el mismo aire
En las cifras de mortalidad y morbilidad relacionadas con la contaminación del aire existen diferencias significativas entre grupos de población y ubicación geográfica. Según la OMS, aproximadamente el 88% de las muertes asociadas con la contaminación del aire ocurre en países de ingresos bajos y medios [3]. Comunidades que viven cerca de carreteras o zonas industriales están a menudo expuestas a mayores niveles de contaminación del aire en exteriores, mientras que las personas que usan combustibles sólidos (por ejemplo la madera) como fuente de energía dentro de sus viviendas están más expuestas a la contaminación del aire en espacios interiores. Diferencias como estas en el nivel y tipo de exposición están relacionadas con inequidades sociales y ambientales [3].
El término inequidad ambiental se refiere a la exposición desigual a peligros y riesgos ambientales. Este tipo de inequidad ocasiona que las personas y comunidades más vulnerables en términos socioeconómicos tiendan a estar más expuestas a niveles altos de contaminación ambiental, incluyendo la contaminación del aire [4].
En general, mayor exposición a concentraciones más altas de contaminantes tienden a estar relacionadas con niveles socioeconómicos más bajos, ya sea por la ubicación de la vivienda o por exposición relacionada con las actividades laborales. Por ejemplo, en un estudio reciente (noviembre 2020) publicado por el Colegio Imperial de Londres (Imperial College London), encontraron que la exposición de los conductores del servicio público a los gases de escape de diesel como el carbono negro está relacionada con la incidencia de enfermedades cardíacas y respiratorias, lo que a su vez puede llevar a hospitalizaciones y muertes prematuras. El estudio muestra que, en promedio, un conductor de transporte público está expuesto a unos niveles de contaminación por carbono negro cercanos a 4,1 microgramos por metro cúbico (µg/m3), que es un nivel de contaminación casi cuatro veces mayor que el de sus viviendas [5].

Según el artículo “Disparidades socioeconómicas y exposición a la contaminación del aire” publicado en la revista Current Environmental Health Reports [6], las comunidades de bajos recursos respiran un aire que, en promedio, tiene una concentración mayor de contaminantes criterio, es decir un conjunto de contaminantes que se han identificado como riesgosos para la salud y el bienestar humanos.
La inequidad no sólo se refiere a una mayor exposición a la contaminación del aire, sino también a un menor acceso a buenos servicios de salud, educación y bienestar [6]. Una consecuencia de esta inequidad para las personas más vulnerables es que sus problemas de salud relacionados con la contaminación del aire no sean atendidos oportunamente ni con los mejores estándares.
Los tipos y niveles de exposición a la contaminación del aire también exhiben diferencias de género. Dentro de los grupos socioeconómicos más vulnerables, los hombre tienden a estar más expuestos a la contaminación proveniente de la industria o el parque automotor, mientras que las mujeres tienden a estarlo frente a la contaminación del aire en interiores originada frecuentemente en las cocinas. Además, parece haber una propensión mayor de los hombres al tabaquismo, lo cual es un factor de riesgo adicional frente a las enfermedades relacionadas con la contaminación del aire [7].
Desde la perspectiva de la inequidad ambiental, la hipótesis del triple peligro plantea que las comunidades más vulnerables socioeconómicamente enfrentan, primero, una mayor exposición a la contaminación del aire y del ambiente; segundo, una propensión mayor a la mala salud como resultado de factores psicosociales; y tercero, como resultado de las dos anteriores, la aparición de diferencias poblacionales notorias en la salud impulsadas por factores ambientales [6].
La mala calidad del aire no es un problema sólo en las ciudades
Los problemas de calidad del aire también afectan los territorios rurales. De acuerdo con la OMS, en el mundo hay alrededor de 3 millones de personas que todavía cocinan con estufas de queroseno o biomasa (leña o carbón vegetal), lo cual causa alrededor de 4 millones de muertes prematuras al año. Cerca de la mitad de las muertes por neumonía en niños menores de 5 años son causadas por material particulado (hollín) inhalado por la contaminación del aire doméstico [8].
De acuerdo con la OPS, en América una de cada diez personas todavía quema residuos de cosechas, carbón, madera o queroseno para cocinar y calentar sus casas, dando lugar a una alta contaminación del aire en interiores, lo que conlleva un alto riesgo de sufrir enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Estas cifras han llevado a la OPS a plantear el objetivo de reducir el uso de la biomasa para cocinar a menos del 5% de la población en cada país de América para el año 2030 [9].

Aire limpio para todos
En un documento publicado por la OPS en el que se presentan las reflexiones acerca de la problemática de calidad del aire tras la pandemia por COVID-19, se resalta la urgencia de transitar hacia un modelo de desarrollo que priorice la equidad y avance no sólo en la recuperación económica sino también en el desarrollo social como eje fundamental de la disminución de las brechas económicas y sociales, y sus implicaciones sobre la inequidad ambiental [10].
De acuerdo con el informe de carga de enfermedad ambiental presentado por el INS en 2018, en Colombia es necesario impulsar políticas públicas “verdes” y fortalecer la agenda intersectorial para lograr disminuir la contaminación del aire y del agua, y así reducir las muertes asociadas con la exposición a estos tipos de contaminación. En este sentido, el Director del Observatorio Nacional de Salud del INS, Carlos Castañeda, resalta que “es importante considerar que hay prácticas de las personas y del modelo económico en el que vivimos, que tienen mucha relevancia en la modificación del clima, del agua y del aire y que esas nuevas condiciones ambientales están asociadas a unos desenlaces en salud que aumentan o disminuyen la carga de enfermedad». De esta manera, el experto resalta que la problemática de la exposición a la contaminación va más allá de factores estrictamente ambientales y tiene una compleja relación con patrones económicos y comportamientos sociales [11].
Los problemas de calidad del aire se estudian frecuentemente desde la perspectiva de ciencias como la química, la meteorología, y la salud pública. Sin embargo, como en muchos otros casos, los problemas ambientales tienen estrechas y complejas relaciones con los problemas sociales. La contaminación del aire y sus impactos sobre la salud humana resaltan problemas sociales como la inequidad.
Entender las relaciones complejas entre los patrones socioeconómicos y culturales, y sus efectos sobre la inequidad ambiental, por ejemplo en relación con la exposición a la contaminación del aire, proporciona elementos para abordar y atender este tipo de problemáticas también desde una perspectiva social, que apunte a disminuir las brechas económicas y sociales, como pasos fundamentales para promover el acceso al aire limpio como un derecho fundamental para todos.
Referencias
[2]https://www.paho.org/col/index.php?option=com_content&view=article&id=3372:reflexiones-sobre-la-calidad-del-aire-en-tiempos-de-la-pandemia&Itemid=460
[3] https://www.paho.org/es/temas/calidad-aire
[4] Public Health Research, No. 6.7. Williams ML, Beevers S, Kitwiroon N, et al. Southampton (UK): NIHR Journals Library; 2018 Jun.
[5] https://www.imperial.ac.uk/news/208593/professional-drivers-greater-risk-cancer-says/
[6] Hajat, A., Hsia, C., & O’Neill, M. S. (2015). Socioeconomic Disparities and Air Pollution Exposure: a Global Review. Current environmental health reports, 2(4), 440–450. https://doi.org/10.1007/s40572-015-0069-5
[7] https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/gender
[8] https://www.paho.org/es/temas/calidad-aire-salud/calidad-aire-ambiente
[10] https://www.paho.org/es/temas/calidad-aire-salud/calidad-aire-ambiente
[11]https://www.ins.gov.co/Noticias/Paginas/Informe-Carga-de-Enfermedad-Ambiental-en-Colombia.aspx