COVID-19 y medidas de contingencia ambiental, un dilema

En el Valle de Aburrá y otras áreas urbanas, surge un dilema entre medidas para reducir la contaminación del aire y aquellas para contener la pandemia de COVID-19. También surgen ideas para afrontar las tareas vitales y urgentes que la crisis ambiental actual plantea para la humanidad.

Medellín-Colombia

La contaminación del aire es uno de los problemas ambientales más importantes de la humanidad en la actualidad. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año mueren en el mundo más de 7 millones de personas por problemas de salud atribuibles a la mala calidad del aire [1]. Los impactos suelen ser especialmente severos en áreas urbanas en donde coexisten altas tasas de emisión de contaminantes y altas densidades poblacionales. No es extraño que en áreas urbanas se registren niveles de contaminación del aire por encima de los estándares que se consideran seguros para la salud [2]. De hecho, la UNESCO estima que aproximadamente el 90% de los habitantes de ciudades alrededor del mundo respiran aire que no cumple con los estándares recomendados por la OMS [3].

 

 Una de las áreas urbanas que en Colombia más ha monitoreado y reportado problemas de contaminación del aire es el Valle de Aburrá, en donde se encuentran la ciudad de Medellín y otros municipios que conforman el Área Metropolitana del Valle de Aburrá (AMVA). El deterioro de la calidad del aire en esta área urbana se debe a múltiples causas, incluyendo las altas tasas locales de emisión vehicular y de otras fuentes, la topografía del valle que funciona como una barrera para el viento, y la ocurrencia de un fenómeno conocido como estabilidad atmosférica que dificulta la salida de los contaminantes del valle. Además, los incendios que ocurren en regiones como la Orinoquía y la Amazonía producen contaminantes que pueden viajar por la atmósfera hasta el Valle de Aburrá afectando la calidad del aire [4].

 

“Contingencia ambiental” es un término que se ha vuelto cotidiano para referirse a periodos de tiempo durante los cuales la calidad del aire tiende a deteriorarse mucho, y entonces surge la necesidad de tomar medidas para disminuir la emisión de contaminantes y mitigar sus impactos sobre la población. En el Valle de Aburrá hay dos temporadas al año en las que se espera que haya contingencias ambientales: los trimestres febrero-marzo-abril y septiembre-octubre-noviembre. La razón no es que durante estos meses aumenten las emisiones de contaminantes en comparación con los demás meses del año, sino que ocurren en la atmósfera una serie de fenómenos que limitan la ventilación del valle y entonces favorecen una especie de “estancamiento” de los contaminantes sobre el área urbana. Dichos fenómenos tienen que ver con una mayor presencia de nubes bajas que normalmente se da al pasar de los meses más secos como enero y febrero a los más lluviosos como marzo y abril. Esta transición entre temporadas secas y húmedas se debe al recorrido de sur a norte, alrededor de febrero, y de norte a sur, alrededor de octubre, que cada año hace una franja de nubes conocida como la Zona de Convergencia Intertropical sobre Colombia (Figura 1) .

 

Esquema-viaje- ZCIT
Figura 1: Esquema del viaje de la ZCIT (franja de nubes). Las franjas azul y roja representan zonas donde hay alta presencia de nubes en distintos momentos del año. Imagen adaptada de https://learn.weatherstem.com/courses/wxstem_meteorology_01/module-03/05/04.html

En este momento, febrero de 2021, estamos en la primera temporada de transición del año. La ZCIT está haciendo su viaje desde el sur hacia el norte (Figuras 1 y 2) del país, y como es de esperarse ha comenzado el primer episodio de contingencia ambiental en el Valle de Aburrá. Las mediciones de calidad del aire en las estaciones de monitoreo del SIATA ya muestran indicios de esta nueva temporada de contingencia.

 

Figura 2: La alta presencia de nubes sobre Suramérica, incluyendo el centro y sur de Colombia, revela la posición de la ZCIT en febrero 19, 2021. Imagen del satélite GOES, (https://www.star.nesdis.noaa.gov/GOES/sector.php?sat=G16&sector=nsa).

Las medidas habituales que se han implementado para afrontar las contingencias ambientales en el Valle de Aburrá consisten principalmente en limitar el transporte automotor con el fin de reducir sus emisiones de contaminantes atmosféricos. Por supuesto, reducir las emisiones de contaminantes tiende a mejorar, o al menos a evitar que empeore la calidad del aire. La medida conocida como “pico y placa ambiental” tiene esa finalidad. No obstante, es importante entender el pico y placa como una medida para enfrentar una emergencia pero no como una solución de largo plazo. En el largo plazo, mejorar la calidad del aire requiere medidas estructurales como cambios en los medios de transporte y las dinámicas de movilidad en las ciudades. Un cambio deseable sería que los habitantes de las áreas urbanas como el Valle de Aburrá, usaran más los medios masivos de transporte público y menos los automóviles particulares.

 

Pero el 2021 no es un año típico debido a la pandemia causada por el virus SARS-COV-2 que produce la enfermedad COVID-19. Por razones de salud pública, este año lo recomendable es evitar al máximo las aglomeraciones y el contacto entre personas. Esto va en contra de la idea de usar más los medios masivos de transporte público y menos los vehículos particulares. De hecho, las autoridades del Valle de Aburrá han evitado hasta ahora imponer la medida de pico y placa para vehículos particulares, con el fin de facilitar la movilidad de algunas personas, permitir la reactivación de la economía y reducir la presión sobre medios de transporte masivos como el metro. Hay una especie de dilema entre las medidas como el pico y placa ambiental y la promoción del transporte público masivo que tienden a reducir la contaminación del aire, y aquellas que se recomiendan para contener la pandemia de COVID-19.

 

Los impactos de la contaminación del aire sobre la morbilidad y mortalidad causadas por la enfermedad COVID-19 acentúan el dilema. Un número cada vez mayor de estudios sugieren que la mala calidad del aire contribuye a aumentar tanto la propagación de la enfermedad como sus efectos graves sobre la salud. El aire es el principal medio de transporte del virus SARS-COV-2 y la presencia de contaminantes en el aire parece favorecer esta propagación. Además, la exposición prolongada a altos niveles de contaminación del aire a la que están sometidas muchas personas en los ambientes urbanos, puede causar comorbilidades que aumentan la vulnerabilidad de estas personas frente a los efectos de COVID-19. Aunque en este sentido los estudios no pueden considerarse definitivos, la evidencia científica de las relaciones entre mala calidad del aire y los impactos dañinos de COVID-19 sigue creciendo [5,6,7].

 

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Foto de Russell Weller de FreeImages

Un asunto interesante es que no todas las medidas plantean un dilema. El aumento del teletrabajo y la reducción que esto conlleva en la necesidad de movilizarse por la ciudad contribuyen a reducir al mismo tiempo la contaminación del aire y los efectos de COVID-19.

 

En el futuro sería deseable reducir tanto la contaminación del aire como la ocurrencia y severidad de pandemias. En la situación actual puede que la emergencia desatada por COVID-19 no permita reconciliar estos dos objetivos inmediatamente. Sin embargo, hay lecciones para el futuro. El teletrabajo que parecía tan difícil de implementar masivamente, a menudo por razones burocráticas, ha funcionado bien en muchos casos, ha contribuido a contener la pandemia, y podría hacer parte de estrategias futuras que contribuyan a reducir la contaminación atmosférica en las áreas urbanas.

 

En general, “hacer las paces con la naturaleza”, incluidos ahí los propósitos de contaminar menos el aire y proteger más los ecosistemas y la biodiversidad, apuntan en la dirección de reducir los riesgos por pandemias, mejorar el aire que respiramos, y reducir nuestra huella de cambio climático; tres tareas vitales y urgentes para la humanidad.

 

Referencias

[1]https://www.who.int/news/item/02-05-2018-9-out-of-10-people-worldwide-breathe-polluted-air-but-more-countries-are-taking-action

[2]https://territoriossostenibles.com/calidad-del-aire/necesitamos-estandares-de-calidad-del-aire-mas-estrictos-para-proteger-la-salud-y-la-vida

[3] https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/cities/

[4]https://territoriossostenibles.com/calidad-del-aire/incendios-forestales-son-un-foco-de-contaminacion-del-aire-en-las-ciudades-colombianas

[5]https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpubh.2020.580057/full#:~:text=In%20conclusion%2C%20exposure%20to%20air,may%20influence%20COVID%2D19%20transmission.

[6] https://www.hsph.harvard.edu/c-change/subtopics/coronavirus-and-pollution/

[7]https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0269749120365489

 

Angela María Rendón Pérez.
Angela María Rendón Pérez.

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