Tras el anuncio del Ministerio de Educación, del inminente regreso a clases presenciales en los planteles educativos del país desde el próximo 15 de julio, tal y como lo contempla la Resolución 777 de 2021, el Nodo de Salud Ambiental y Ocupacional (SAO) Colombia* elaboró una guía para la evaluación de la ventilación y el monitoreo del CO2 en el retorno a la presencialidad de los estudiantes.
Según el Nodo SAO, compuesto por científicos, investigadores y académicos de diferentes universidades y entidades colombianas, “si bien el protocolo de bioseguridad para entornos educativos vigente incluye la necesidad de garantizar la circulación natural del aire y la adecuada ventilación de los espacios cerrados”, no se dan mayores indicaciones sobre cómo hacer la evaluación y monitoreo de las condiciones de ventilación en entornos educativos.
La guía está orientada a minimizar el riesgo de transmisión por aerosoles en entornos educativos, pero puede aplicarse a cualquier espacio cerrado de tipo comercial, familiar, laboral y, en general, a cualquier ambiente donde exista interacción de personas y, por lo tanto, riesgo potencial de transmisión.
El documento fue elaborado por los investigadores Laura A. Rodríguez-Villamizar (Universidad Industrial de Santander), Néstor Rojas (Universidad Nacional de Colombia), Dayana Agudelo Castañeda (Universidad del Norte), Jorge Pachón (Universidad de La Salle) y Ómar Ramírez, (Universidad Militar Nueva Granada).
En el estudio se incluyen elementos previamente adoptados en las guías de edificios saludables de la Universidad de Harvard, la de ventilación en aulas del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del Gobierno de España y en la literatura científica sobre transmisión por aerosoles del COVID-19 y ventilación disponible a la fecha.
Las recomendaciones
Los investigadores recomiendan estos diez puntos para aplicar en las aulas de clase para disminuir el riesgo de transmisión de SARS- CoV-2 por aerosoles:
1. Privilegiar la ventilación natural de espacios cerrados, favoreciendo la apertura de puertas y ventanas en posiciones opuestas para generar un flujo de aire cruzado.
2. Favorecer todas las actividades de clases de actividad física y lúdicas en espacios abiertos y con distanciamiento físico. De no ser posible, usar los espacios más amplios que disponga la institución como teatros, coliseos, auditorios, pasillos, entre otros.
3. Reducir la emisión de aerosoles mediante el uso obligatorio de tapabocas, el control de aforos y del volumen de voz al interior de las aulas de clase.
4. Disminuir la exposición a aerosoles mediante la reducción del tiempo de permanencia en los espacios cerrados, el distanciamiento físico mínimo de 2 metros, el uso de tapabocas o mascarillas y el sostenimiento de adecuadas condiciones de ventilación o purificación del aire. Se considera que existe una ventilación adecuada cuando en un espacio cerrado se alcanza al menos cinco (5) renovaciones de aire del recinto por hora. Se considera una ventilación ideal cuando se logra al menos seis (6) renovaciones por hora (ver orientaciones para evaluar la tasa de ventilación).
7. No se recomienda asumir una cantidad o un porcentaje de estudiantes fijos para la presencialidad de manera estándar en todas las instituciones, dado que los aforos seguros van a depender directamente de las condiciones físicas de las aulas, especialmente de su volumen y su tasa de ventilación. De acuerdo con el aforo máximo establecido para cada tipo de aula, según sus dimensiones, condiciones de distanciamiento y ventilación, se puede organizar la presencialidad/alternancia de los estudiantes por grupos.
8. Comprobar y monitorear las condiciones de ventilación de los espacios educativos, particularmente de los espacios cerrados, mediante la medición de dióxido de carbono (CO2), el cual es un indicador de la calidad de la ventilación (ver orientaciones para el monitoreo de la ventilación con monitores de CO2).
9. En caso de que no pueda ser posible la medición directa del CO2, se sugiere estimar su concentración mediante algún modelo matemático. En cualquier caso, esta estimación debe evaluarse posteriormente con mediciones directas.
10.Mantener los grupos de clase separados en tiempo y lugar, favoreciendo el distanciamiento físico entre estudiantes de distintos cursos. Esta medida busca minimizar la transmisión cruzada entre grupos de una misma institución.
En la guía, además, se dan las orientaciones para la evaluación de la tasa de ventilación y aforo máximo de las aulas de clase. Para tal fin debe aplicarse “la medición del volumen del aula y el uso de sensores de CO2. El CO2 es un indicador de la calidad de la ventilación, dado que el CO2 exhalado por las personas se va acumulando a medida que hay menor calidad de la ventilación. En exteriores, la concentración de CO2 es aproximadamente de 410-450 partes por millón (ppm), aunque estos valores pueden variar levemente entre lugares urbanos y rurales”.
Los medidores
Los académicos recomiendan en el documento usar monitores de CO2 con las siguientes características:
– Contar con un sensor de tecnología NDIR (infrarrojo no dispersivo).
– Permitir la medición de los niveles de CO2 de manera continua y la visualización de datos en una pantalla propia, en una aplicación de teléfono inteligente o en una página web.
– Obtener medición de datos por lo menos una vez por minuto.
– Disponer de indicaciones para que el usuario pueda calibrar el sensor de CO2 al aire ambiente o a una mezcla de concentración conocida.
– Para el monitoreo en espacios ocupados, como las aulas, es deseable que los medidores tengan un indicador de colores visible, de acuerdo con los niveles de riesgo, y puedan generar datos en tiempo real accesibles por medio digital.
También se sugieren en esta guía, una serie de orientaciones para el monitoreo de la ventilación con los monitores de CO2 y para la búsqueda de soluciones de ventilación.
Todas estas recomendaciones se suman a los protocolos básicos de autocuidado como el lavado de manos, uso de tapabocas y mantener la distancia social para así prevenir los contagios con COVID-19 en el país.
* El Nodo de Salud Ambiental y Ocupacional de Colombia (Nodo SAO Colombia) es una iniciativa de colaboración entre académicos, investigadores, funcionarios instituciones pública y privadas, profesionales independientes y comunidad general interesada en los temas de salud ambiental y ocupacional en el país.