La unión logró lo que no se había podido hacer nunca. Medio centenar de periodistas de 21 medios se juntaron para documentar los hechos de violencia padecidos por los líderes ambientales y sus comunidades de 10 países de América Latina.
Después de dos años de trabajo colaborativo, se registraron 2.367 hechos de violencia contra estas personas y sus comunidades en los últimos 11 años. Así lograron publicar, con la financiación de la Deutsche Welle (DW) y GIZ, más la coordinación de Consejo de Redacción y 21 medios aliados, 29 reportajes a profundidad para visibilizar esta problemática ante las autoridades y la sociedad civil.
Andrés Bermúdez Liévano, editor general de Tierra de Resistentes, asegura que el proyecto se centra en investigar todo tipo de violencias, no solo asesinatos en contra de líderes ambientales. “Mapeamos violencia como amenazas, ataques físicos, hostigamiento judicial, atentados, desplazamiento y violencia judicial”.
¿Cómo inició Tierra de Resistentes?
Arrancamos hace dos años con un grupo de periodistas de siete países. Desde Consejo de Redacción, en Colombia, quisimos trabajar el tema de líderes sociales porque se hablaba poco, sobre todo de los líderes ambientales. Pensamos en ampliar el rango afuera del país y en que podía ser más potente el trabajo si se hacía al tiempo en otros países y de manera colectiva.
Vimos el informe que había presentado, en 2016, Marcel Forst, el relator especial de Naciones Unidas para Defensores de Derechos Humanos, que se centró en líderes ambientales. Hasta ese momento no había mucha gente que estuviera hablando del tema. Lo único era Global Witness, que estaba recogiendo estadísticas de asesinatos de defensores de tierras y el Acuerdo de Escazú, que estaba, por supuesto, en negociación. Pero realmente no había mucho más que eso.
Forst conceptualizó quiénes eran los líderes, qué protegían y quién estaba atacando a los líderes ambientales y sacó unas estadísticas. En ese informe publicó un cuadro con los países con mayor cantidad de asesinatos de líderes ambientales en el mundo y en esa lista de los diez primeros países había siete que eran de América Latina (México, Guatemala, Colombia, Ecuador, Brasil, Bolivia y Perú). Nos dimos cuenta de que el problema era grave y ameritaba una mirada periodística profunda.
¿Cómo conformaron el equipo de esta investigación sobre líderes del medio ambiente y cómo se hizo la publicación de los casos?
Nos juntamos periodistas de esos países y empezamos a documentar una base de datos para tratar de entender en términos numéricos qué tan grande era el problema. Además, trabajar casos periodísticos en profundidad para ponerles caras a esos líderes y saber quiénes estaban detrás de esos ataques.
En marzo de 2019 salimos con 16 reportajes largos y una base de datos con cerca de 1.300 casos. Tuvo muy buena recepción y conseguimos, de nuevo financiación para el trabajo. A esta nueva fase del trabajo se sumaron periodistas de Argentina, Honduras y Venezuela. Publicamos esta parte de la investigación en marzo pasado con 29 reportajes grandes y una base de datos de 2.367 casos que abarcan los 10 países a lo largo de 11 años. Todos los países que habían participado en la primera fase actualizaron sus números y creemos que todo lo consignado en la base de datos cumple con todas las características de ataques contra líderes ambientales.
Nosotros nos centramos en todo tipo de violencias, no solo asesinatos. Mapeamos violencia como amenazas, ataques físicos, hostigamiento judicial, atentados, desplazamiento y violencia judicial. En cada país cambian un poco las violencias, pero la manera de darle visibilidad ante la sociedad civil y las autoridades era juntarnos. Esos casos están ahí y están sucediendo.
¿Cómo se eligieron los casos de líderes ambientalistas?
Cada periodista tenía uno o dos casos que les llamaban la atención. Nos planteamos en el consejo editorial cuál caso era el que se debía investigar. Entre todos ayudamos a reforzar esa investigación. Esto respondía a las preocupaciones de cada uno. En el segundo año nos dimos cuenta que había casos que surgieron de la base de datos. Había tendencias que esta base de datos nos arrojaba. Ese es un enorme repositorio de historias que queremos contar. Un caso emblemático de esto fue el de Ecuador, en donde había muchos casos de hostigamiento judicial. Por eso se hizo una historia de varios líderes que habían sido procesados penalmente con acusaciones que fueron desvirtuadas, pero ellos ya habían sido encarcelados.
En mi caso, fue darme cuenta de que cerca del 43% de los ataques son contra minorías étnicas. Eso salió de la base de datos.
Otra tendencia que me impresionó es que había indicios de que cerca del 40% de los casos de América Latina habían presentado alertas ante las autoridades y estaban advertidos. Y, a pesar de esto, los casos de violencia sucedieron.
Por ejemplo, en Brasil, con todo y que hubo casos que tenían medidas cautelares de la Comisión Interamericana de los Derechos humanos, aún así los habían atacado.
Hubo siete casos, incluyendo Colombia, en donde a pesar de que hubo medidas cautelares siguieron ocurriendo situaciones de violencia. Sin hacer la base de datos nunca nos hubiéramos dado cuenta de eso.
¿Cuáles son los hallazgos más importantes que dejan estas dos fases de la investigación?
En la investigación encontramos 2.133 hechos victimizantes contra hombres y mujeres. Además, 234 contra comunidades u organizaciones que defienden el medio ambiente y el territorio. De estos hechos, un 78,7% se concentra en hombres, quizás porque son quienes tradicionalmente han ejercido posiciones de liderazgo comunitario, aunque también encontramos 441 ataques contra mujeres.
En lo que se refiere a minorías étnicas, son el blanco de un alarmante 48% de esos episodios de violencia (1.146 registros). Los territorios indígenas y afrodescendientes son especialmente vulnerables a estos intereses criminales.
La investigación arroja que hubo 893 ataques contra integrantes de 159 etnias indígenas diferentes. Los pueblos originarios que sufrieron más casos son los lenca de Honduras (71), comunidad a la que pertenecía la líder Berta Cáceres, que fue asesinada. Les siguen los guarani-kaiowá (54) y munduruku (39), los dos de Brasil. En Colombia, de 15 etnias afectadas, 11 han sido declaradas en riesgo de extinción por la Corte Constitucional.
La base de datos elaborada por el proyecto Tierra de Resistentes también muestra 148 casos de violencia contra poblaciones afrodescendientes y 105 contra los garífuna, también de origen afro, en Honduras. Hay tres trabajos periodísticos que evidencian ataques sufridos por comunidades afro en el Pacífico de Colombia y en el noreste de Brasil.
El asesinato de varios líderes indígenas en Brasil, México y Colombia, en marzo de 2020, muestra que ni la crisis de salud pública y económica por la pandemia del COVID-19 logró frenar la violencia en la región. Además, son solo unos 50 los casos en los que hay una decisión judicial, de los 2.367 casos. La impunidad es grande.
¿Qué revela la investigación en cuanto a los líderes que protegen la Amazonía?
Más de la mitad de los reportajes investigan violencia contra líderes, comunidades y guardaparques en la Amazonía de seis países distintos. Hay 16 reportajes que evidencian cómo decenas de territorios indígenas, comunidades ancestrales y parques nacionales en toda la cuenca amazónica están siendo blanco de ataques y de intereses criminales.
Encontramos y documentamos casos de colonos que invaden tierras comunales. También casos de militares que agreden a dirigentes indígenas. Otros de petroleras que omiten su responsabilidad por fuentes de agua contaminadas y narcotraficantes que obligan a comunidades a cultivar coca. Hay casos de guardaparques asesinados por cumplir su vocación de conservar patrimonios colectivos y de taladores de maderas finas que persiguen a quienes protegen las especies que codician.
¿Qué le sigue al proyecto Tierra de Resistentes?
Estamos planeando la próxima fase. Hay muchos periodistas que quieren trabajar con líderes ambientales. Queremos cubrir toda América Latina. El tema amerita que se siga. Creemos que este es un problema grave y no tiene todavía la visibilidad en todos los estamentos de la sociedad. Sobre la marcha nos dimos cuenta de que juntos trabajamos mejor y queremos seguir bajo esa idea.
*Toda la investigación se puede consultar en este link: https://tierraderesistentes.com/es/