Es como apagar un asador de carne con agua del grifo, pero multiplicado por mil. Así es la explosión y la nube de humo que generó el contacto de la lava del volcán de La Isla, en las Canarias españolas, al hacer contacto con el agua salada de las costas en la región de Tazacorte. Un efecto químico y térmico que tendrá efectos drásticos sobre el ecosistema marino, además de los impactos que el fuego incandescente ya ocasionó sobre los suelos en su camino hacia los acantilados y la superficie del mar.
Pero no todo es malo: la ceniza volcánica y los minerales que contiene son poderosos nutrientes que permiten la regeneración de los suelos en períodos de tiempo relativamente cortos.
Pero qué es lo que realmente sucede cuando una colada de fuego de 50 millones de metros cúbicos de magma, con temperaturas superiores a los 1.000 grados centígrados, hace contacto con agua salada que no supera los 23ºC, como es el caso que se presentó en la madrugada de este miércoles en las costas de las Islas Canarias en España, después de 10 días de haberse activado el volcán de La Palma.
Según los estudios sobre las consecuencias de las erupciones volcánicas en la costa demuestran de los que se tiene evidencia muestran una alteración transitoria drástica, con contaminación, mortandad y huida de especies, seguida de una regeneración de las zonas afectadas en un plazo de dos años, en promedio.
El Servicio Geológico de los Estados Unidos, en su página oficial, asegura que son cuatro los peligros principales asociados a la lava que fluye hacia el océano: el colapso repentino de los terrenos y acantilados del litoral, las explosiones desencadenadas por este colapso, las olas de agua hirviendo que se generen en el entorno y, por último, la columna de vapor tóxico con ácido clorhídrico y pequeñas partículas de cristales volcánicos.
Así se hace una bomba hidrotérmica
Dadas sus manifestaciones y lo visible de sus afectos sobre el paisaje costero, los expertos califican los efectos de esta mezcla como “una bomba”, no sólo por las explosiones que genera la reacción hidrotérmica, sino porque se alterará de forma drástica las condiciones del litoral, casi siempre de forma transitoria.
La primera reacción ha sido térmica. Toneladas de roca con temperaturas superiores a los 1.000 grados se sumergen en un agua con una temperatura media de 23 grados. La segunda e inmediata es química, entre los componentes de la lava a temperaturas extremas con el agua y las sales del mar, formadas por cloruro sódico.
En fenómenos similares, los hallazgos científicos reflejan una mayor y más rápida capacidad de regeneración del entorno marino tras la acumulación de lava.
“Se forma una columna de vapor espectacular, pero se pueden producir colapsos por acumulación en el frente, y las interacciones con el agua pueden producir explosiones. No es una fuente de chocolate sobre el agua. También hay que estar atentos a si se abre una fisura y encuentra un cuerpo de agua a su paso, pues puede dar lugar a una interacción hidromagmática”, le dijo a la agencia EFE, Raúl Pérez, geólogo, sismólogo e investigador del Instituto Geológico Minero de España (IGME), que forma parte del equipo de seguimiento de la erupción de Cabeza de Vaca en La Palma.
Los expertos coinciden en que las condiciones del agua también cambian sustancialmente, con aumentos de la temperatura del agua y de la acidez por las emisiones de dióxido de carbono, ácido carbónico y ácido sulfúrico, pero sus efectos dependen de si la explosión se produce dentro del lecho marino, como ocurrió en 2010 en la isla de El Hierro, o llega de afuera, como pasó con La Palma.
También se alteran las concentraciones de metales como el hierro, cobre, cadmio o mercurio, así como un incremento de las emisiones de dióxido de carbono y una disminución del oxígeno que, en el caso de El Hierro, llegó a ser casi total en algunas mediciones. Sin embargo, estas reacciones no reflejarán los mismos niveles en La Palma, donde la desembocadura fue en el litoral.
En el primer caso, el estudio reveló distintas respuestas en los organismos marinos. El Hierro reflejó la proliferación de fitoplancton (microorganismos fotosintetizadores que viven dispersos en el agua) que aprovecha el aumento de nutrientes y es capaz de sobrevivir a altas temperaturas y concentraciones de metales, entre otros, el nitrato.
La alteración del entorno también genera la huida temporal de las especies con capacidad de movimiento, hasta la recuperación de los niveles normales, y la muerte de ejemplares por el colapso generado por la acidez del agua. El aumento temporal de la temperatura es muy lesivo para las especies acostumbradas a un rango de temperaturas muy concreto y que vive en la lámina de agua.
Cuáles son los otros efectos benéficos para los ecosistemas
Otro efecto posterior al encuentro de la lava con el agua salada es la presencia de sedimentos de ceniza y sustancias derivadas del azufre que terminan siendo desplazados por mareas y temporales, la aparición de organismos nuevos, cambios transitorios en las especies de algas dominantes e incrementos de moluscos e invertebrados, cuyas larvas sobreviven a los cambios temporales y se ven beneficiadas por la menor presión depredadora de los peces que se alejan o mueren.
Cuando las condiciones del mar lo permiten, los peces regresan y aprovechan la mayor producción planctónica, pero habrá que cómo se afectan los bentos (organismos que habitan el fondo de los ecosistemas acuáticos), que siempre tardan un poco más en repoblar de nuevo, según los expertos. Aun así, los plazos de recuperación son inciertos, pero casi siempre optimistas.
De hecho, un estudio publicado en Scientific Reports y que fue realizado durante 10 años sobre una zona afectada por un volcán, concluyó que los cambios catastróficos en la morfología del fondo marino, la química del agua, la actividad de desgasificación y la ecología bentónica, remodelaron profundamente los procesos biogeoquímicos durante un año, a niveles no observados antes.
Las medidas de mitigación obligan a evacuar a la gente
La llegada del magma al océano elevó la preocupación de las autoridades españolas porque la presencia de nubes tóxicas que alcanzan los 50 metros de altura, una especie de pirámide oscura sobre el mar. Esta situación obligó a decretar de urgencia el confinamiento de cuatro núcleos poblacionales y a fijar un perímetro de exclusión de dos millas náuticas, unos 3.7 kilómetros, para cerca de 6.000 moradores.
Los expertos en este tipo de fenómenos también dijeron que una de las posibilidades es que el mar se tiña de color verde turquesa, formando una enorme mancha que podría ser observada desde el espacio.
Por lo menos así sucedió en Hawái en 2018. La entrada de la roca fundida desplazó las capas de agua más superficiales de forma que subieron las más profundas, que tienen muchos más nutrientes y favorecieron el crecimiento de algas que tiñeron el agua.
El dióxido de azufre (SO2) generado por la erupción ya se ha expandido hasta el Ártico, según lo muestran los satélites del proyecto Copernicus, que precisan que la nube tóxica llegó hasta Svalbard, un archipiélago situado en el océano glacial ártico y que pertenece a Noruega.
Según las imágenes, el cúmulo de gases y cenizas siguen viajando desde las islas Canarias hacia el norte de África, sur de España, Baleares, países mediterráneos, así como a varias zonas de Europa del Este y del Ártico.
El volcán de La Palma es, en estos momentos, el principal foco emisor de dióxido de azufre en todo el mundo, ya que con las más de 10.000 toneladas diarias de dióxido de azufre incoloro que emite por su cráter, dobla las emisiones de la industria más contaminante del planeta, la de extracción de metales en la ciudad rusa de Norilsk. La columna de gases y cenizas volcánicas alcanzó los 3.500 metros de altitud.
El Comité de Dirección del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca) entregó su último reporte esta miércoles y aseguró que en cuanto a la columna de vapor de agua y gases tóxicos generada se circunscribe, por ahora, a la zona de contacto con el océano Atlántico, sin que haya habido ningún tipo de afección entre la población de La Palma.
Esta nube de gas no se ha extendido lateralmente y la zona de interacción entre la lava y el agua del mar es pequeña, según María José Blanco, directora del Pevolca, aunque los monitoreos se mantendrán por tiempo indefinido para adoptar nuevas decisiones para proteger a los pobladores en la zona de influencia.