I. Inadecuado enfoque de decisión pública e información no sustentable para hacer de Quebradona un proyecto PINE
En febrero de 2015, el proyecto minero Quebradona de la empresa sudafricana Anglo Gold Ashanti fue declarado Proyecto de Interés Nacional y Estratégico (PINE) por el Gobierno nacional de entonces y por solicitud de la empresa en mención. Según las disposiciones legales, un PINE “debe cumplir o se prevé que cumplirá con al menos uno de los criterios que se mencionan a continuación:
• Que aumente significativamente la productividad y competitividad de la economía nacional o regional.
• Que genere impacto significativo a la creación de empleo directo o por vía de encadenamientos y/o la inversión de capital.
• Que genere retorno positivo a la inversión y sea sostenible operacionalmente.
• Que aumente la capacidad exportadora de la economía nacional.
• Que genere ingresos significativos a la nación y las regiones.
• Que el alcance del proyecto contribuya al cumplimento de las metas previstas en el PND”.
Un lector de dinámicas virtuosas de desarrollo sostenible, rápidamente concluiría lo frágil de los criterios de determinación de un PINE en el campo de la explotación de recursos naturales, por al menos tres razones: no es posible que pueda bastar el cumplimiento de uno solo de los criterios; no es aceptable que no haya ni siquiera un proxi de costos y beneficios; y tercero, que es una particularidad de lo anterior, que no se haga un análisis de las dinámicas del territorio en que se ubicará el proyecto.
¿Qué agregaría el proyecto al territorio donde se ubica? no es una pregunta esencial para esos Comités Nacionales. Es fácil de entrada entender entonces porqué proyectos como los de Quebradona rápidamente tienen rechazos comunitarios y locales, pues la burocracia tradicional centralista y alcabalera de corto plazo cree que legisla en un vacío de sociedades en particular. Para ellas es lo mismo Suroeste que el alto desierto de La Guajira. Un enfoque equivocado e inaceptable.
Esta perspectiva inadecuada de decidir centralmente lo que conviene o no al desarrollo, ha llevado a la Corte Constitucional (sentencia SU-095) a reconocer: “…un déficit de protección constitucionalmente inadmisible de participación ciudadana y de mecanismos de coordinación y concurrencia”… siendo el fin, el que las actividades económicas se desarrollen bajo los más estrictos estándares de protección del medio ambiente y el respeto de las características, necesidades y especificidades regionales, económicas y culturales”.
¿Cuánto tiempo, recursos, desencuentros gubernamentales, sociales y políticos, nos evitaríamos si aceptáramos que Colombia es un país de regiones y que sin contextualizar rigurosamente y teniendo en cuenta las autoridades y gentes locales, las decisiones públicas no permiten gobernar el desarrollo y progresar de manera sostenible?
A las narrativas de Proyectos Estratégicos de Interés Nacional es necesario ponerles al frente la de Territorios Estratégicos de Interés Nacional. Esa es la discusión de fondo con los proyectos de explotación de recursos naturales. Y en el caso que nos ocupa, la pregunta es si es más conveniente para el país un Suroeste Verde o un Suroeste Minero.
Pero aún en el inadecuado enfoque con que se determina un PINE, las cosas no se hacen tampoco bien. En gran medida, porque la información que lleva a que un proyecto se le asigne tal carácter la proporciona el interesado. Y veamos, mirando solo dos criterios: el de empleo y de ingresos para el Gobierno, los datos que entregó Anglo Gold buscando la declaratoria de proyecto estratégico. La empresa minera dijo en la solicitud al Gobierno Nacional que el proyecto generaría 9.000 empleos y seis billones de ingresos a los gobiernos nacional y territorial durante la explotación, o sea, como acumulado de 21 años. (Acta del 23 de febrero de 2015 del CIIPE)
Saben amables lectores de cuántos empleos habla hoy la minera en su solicitud de Licencia Ambiental de Explotación (EIA)? De 1.500 empleos directos y otro tanto indirectos en la etapa de construcción y unos 500 en la operación. Cómo entonces llegarían a 9.000?
El Proyecto del Parque Recreativo de Comfama -que no se llevaría a cabo si se aprueba la licencia- llegaría a 1.500 empleos y el Centro de Operaciones de la Industria del Aguacate generaría 500 empleos. Dos iniciativas ciertas, y en consonancia con las vocaciones del territorio, producirían más empleo permanente que la mina.
Y el más reciente cálculo de lo que significarían los recursos para los gobiernos, hecho por el exmininistro de minas Tomás González (ver el libro de la Universidad de El Rosario, “Mitos y realidades de la minería aurífera en Colombia) incluso muy prominero, no permiten verificar la validez de la estimación de los impuestos. Pero además, sin análisis de los costos ambientales y de los descuentos tributarios, que son escandalosos para la minería, de qué estamos hablando? Ficciones rentistas irresponsables.
En conclusión las dos variables mencionadas -empleo e impuestos- que están en la base de los argumentos de la empresa para solicitar ser PINE, y de lo que más hacen alarde público, no son verificables. Se inflaron los supuestos beneficios más mencionados del proyecto para obtener la declaratoria de PINE.
Quebradona cambiara la historia del país.
II. Proyectos estratégicos: lo que sí es estratégico nacional e internacionalmente es el Suroeste antioqueño
Suroeste es gran beneficiaria en recursos naturales, pues hace parte del corredor de mayor biodiversidad concentrada del planeta (el Hotspot de Andes Tropicales) y el Hotspot Chocó-Tumbes-Magdalena, del cual recibe gran parte de su riqueza hídrica. Zona de gran fertilidad de suelos, de diversidad de pisos térmicos, estrellas hídricas y ambientes biológicos especiales. Hogar de 520 especies de aves, 134 de mamíferos y 77 de anfibios. Especialmente en las riberas de sus principales ríos se encuentran algunos de los pocos relictos de bosque seco tropical que quedan en el país. Es un ecosistema que permite la regulación hídrica y climática, la disponibilidad de agua y nutrientes, además del bienestar de la población.
Su condición de valle interandino en torno al río Cauca y las cordilleras Central y Occidental crea un paisaje majestuoso, de gran profundidad, textura y colores y con elementos singulares de relieve expresados en los más de 60 altos, cerros, cuchillas y farallones. Una escenografía natural sin par en la geografía colombiana.
Y con sembrados agrícolas que, en general, se integran al contexto, pues la matriz agrícola del Suroeste es prioritariamente verde. Con predominancia de café, en asocio con otros cultivos, como ejemplo de sistemas productivos con buenos manejos agrícolas y de conservación, de empresas familiares y de arquitectura de gran riqueza patrimonial. Se suman a la llamada “cultura cafetera”, en evolución rápida a cafés especiales de mayor ingreso para los pequeños productores, una dinámica agroindustrial citrícola y de aguacate, con creación creciente de empleo formal, tecnologías cada vez más apropiadas e inserción creciente en los mercados nacional e internacional.
Y esta identidad natural y de desarrollo agropecuario, actuando a su vez como base excepcional de una industria cada vez más posicionada en el ambiente social, empresarial y de las nuevas generaciones: el turismo de naturaleza y cultural.
El Suroeste es, en síntesis, un ecosistema donde desde su gran riqueza de biodiversidad, paisajes, suelos, aguas, cultivos y creaciones culturales, se dan cita todos los sectores sociales hacia una economía sostenible. Y cuyos indicadores de empleo permanente, expresión de inclusión social, llegan a una cifra bien destacable en el contexto regional colombiano.
No hay que desconocer, sin embargo, que aún con grandes fortalezas, los retos son importantes para consolidar un territorio sostenible. Con una visión de desarrollo rural como un proyecto social, económico, ecológico y cultural que respete la vocación, las tradiciones y la biodiversidad del territorio, potenciando todas las oportunidades, pero, al mismo tiempo, cuidando un futuro verdaderamente sostenible. Un ecosistema que corrija de manera sistémica fallas que la gestión responsable de los recursos naturales exige. Que afiance un desarrollo regenerativo, en paz y en armonía con la vida. Este es un objetivo superior.
Las oportunidades para el Suroeste se multiplican de la mano de la integración geoestratégica nacional e internacional que las autopistas Pacífico 1, 2 y 3 le están potenciando a la Región, expresadas en una creciente inversión en su territorio.
En este contexto, el aprovechamiento sostenible de dichas oportunidades exige grandes fortalezas regulatorias, institucionales y empresariales para fortalecer, ante todo, actividades verdes sustentables. Y en donde el capital social de la región, los gobiernos locales y los empresarios, independientemente de su tamaño y su sector, con convicción ética, promuevan de manera práctica el conservar produciendo y el producir conservando, como el gran paradigma colectivo de desarrollo del territorio.
Expresiones concretas de tal compromiso es el crecimiento que vienen teniendo las actividades productivas como ecosistemas, generando procesos que permitan migrar a sistemas agroecológicos, implementando prácticas agrarias que reconozcan conocimientos tradicionales y ancestrales y el manejo adecuado de los servicios que proveen los espacios naturales. Con un turismo afianzando su vocación ecológica. Y una regulación de la nueva vivienda rural, estricta con la protección y desarrollo ambiental.
Hay hoy tres grandes iniciativas que actúan como plataformas facilitadoras de estos procesos reales de construcción y de necesidades para el desarrollo territorial sostenible del Suroeste antioqueño. Que al mismo tiempo expresan un singular liderazgo público-privado para lograrlo. Nos referimos a Biosuroeste, al Parque Recreativo de Comfama (suspendido hasta tanto se determine si se da o no la licencia de explotación de la minera) y al Programa de Compensación Ambiental Ampliada (es decir mucho más allá de las obligaciones legales) de la Concesión Pacífico 2 para recuperar y mejorar el bosque seco tropical.
Expresiones singulares e inéditas en el país, de apoyo al despertar social de una región para afianzar colectivamente un futuro sostenible.
Estimaciones hechas directamente en mesas empresariales e institucionales indican que las actividades agrícolas, agroindustriales, ambientales y turísticas en el Suroeste, proyectadas desde dinámicas ciertas de inversión, podrían llevar a 2030 a cerca de 35 mil empleos permanentes en dichas actividades. Pero estarían en peligro, de darse el proyecto minero de metales de Anglo Gold Ashanti. Por qué?
Minería un debate desde orillas opuestas.
III. El proyecto minero pone en gran riesgo los ecosistemas, las comunidades, las vocaciones, la cultura y las tradiciones del territorio
Esta afirmación categórica es el resultado de muchos análisis por parte de instituciones, gobiernos locales, investigadores, expertos y comunidades, del EIA presentado a la ANLA por la compañía sudafricana. Todos y cada uno de los argumentos que dan lugar a la misma se soportan rigurosamente y no en posiciones ideológicas o en intereses particulares.
Veinticinco (25) organizaciones de muy distinta naturaleza se han ocupado de los análisis. Recojo una posición colectiva del Movimiento Salvemos al Suroeste, con argumentos que se pueden confrontar en los escenarios a que haya lugar. Estas afirmaciones fueron rigurosamente presentados a la ANLA por parte de las organizaciones el 18 de septiembre en el municipio de Támesis, en un evento ejemplar de participación ciudadana.
De manera sintética el proyecto minero no es conveniente para el Suroeste Antioqueño porque:
• NO es compatible con la vocación agroturística y afectaría gravemente las economías existentes en la región y su costo directo e indirecto sería mucho mayor que su beneficio para la región y para el país. El cambio de vocación impactaría a toda la región, el daño paisajístico sería visible y tendría un impacto negativo en el patrimonio de múltiples municipios ribereños y en los miradores de alta montaña, y las afectaciones en cuencas y biodiversidad, riesgos de contaminación y riesgos de desastres trascenderían los límites municipales seleccionados en el EIA (de forma arbitraria y no técnica) para su designación de área de influencia.
• En particular serían daños a perpetuidad:
a) Las afectaciones graves al recurso hídrico por drenaje y baja de nivel freático reduciendo caudales (con reducciones hasta del 98% del caudal en escenario severo).
b) El daño irreversible al paisaje.
c) El riesgo de derrumbamiento y avalancha que pudiera llegar al río Cauca.
d) Cambios en la morfología y, por tanto, en los cauces de las aguas, desviación de cauces y ruptura de acuíferos con el proceso de subsidencia y generación de aguas ácidas de minería.
g) Aguas ácidas que requerirían tratamiento a perpetuidad.
• El proyecto implicaría además afectaciones graves (posiblemente irreversibles) en materia de:
a) Biodiversidad (incluyendo corredores estratégicos y especies endémicas, vulnerables y/o en peligro).
b) Producción y sostenibilidad agrícola de escala campesina, mediana y agro-industrial, y economía local.
c) Patrimonio e identidad cultural cafetera colombiana.
d) La salud, calidad, forma de vida y el orden público local, y
e) La seguridad alimentaria de la región.
• El EIA de MCQ excluyó al municipio de Támesis (y otros municipios afectados) del área de influencia del proyecto y, con ello, alteró gravemente el resultado de su análisis.
Dice un estudio experto: “El radio de afectación de manantiales, fuentes hídricas superficiales y subterráneas admitido en el EIA, hasta de 1.500 metros desde el centro de la mina en la zona de alta montaña, transciende, de forma significativa… la frontera municipal de Támesis, afectando la vereda la Juventud y las cuencas abastecedoras del acueducto del corregimiento de Palermo. La ubicación del depósito de desechos sobre sus afluentes impactaría significativamente la quebrada La Guamo, compartida por Jericó y Támesis, y su cercanía al río expone a la contaminación auditiva, visual y eólica, y al riesgo de desastres a la población de Puente Iglesias, en Fredonia”.
A su vez, las instalaciones de planta y las bocas de los túneles y acceso al sitio de explotación serían mucho más cercanas a las poblaciones de Palermo, Támesis, Puente Iglesias, Fredonia, La Pintada y Tarso, que al casco urbano de Jericó. Serán dichas poblaciones las más susceptibles al impacto socioeconómico, descomposición social e inflación de precios locales acumulativos para la región. Esto ya ha sucedido en otras partes del país con graves consecuencias.
• Aprobar la licencia ambiental del proyecto pretendido sería incompatible además con:
a) Los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por Naciones Unidas,
b) Las estrategias nacionales e internacionales de conservación de biodiversidad,
c) Los compromisos del país en tratados internacionales de DDHH y ante la OCDE
d) Los planes de desarrollo agrícolas y turísticos del país, del Departamento, de la provincia Cartama y locales de los municipios incluidos, los indebidamente excluidos de la zona de influencia, y
e) La sentencia sobre derechos del río Cauca y sus afluentes.
No dudamos de que el proyecto Quebradona es inconveniente por sus altos costos ambientales, sociales y económicos, presentes y futuros. Por ello: ¡Salvemos al Suroeste de la Gran Minería de Metales!
(*) El autor es miembro del Movimiento Visión Suroeste.
Nota del Editor: Este es el tercer informe de la serie sobre minería en Colombia que iniciamos el pasado 4 de octubre, en el compromiso de escuchar todas las voces y conocer distintas posiciones respecto de la explotación minera en nuestro país. Hace ocho días, el Gerente de Asuntos Corporativos de Anglo Gold Ashanti expuso sus argumentos en defensa del proyecto Quebradona.