La final de la Copa América entre Brasil y Argentina se jugará este sábado en Río de Janeiro, en el Maracaná. Pues bien, en términos de deforestación en Colombia, el número de hectáreas de bosques que perdió Colombia en 2020 son el equivalente a casi 7.000 veces el tamaño de ese majestuoso estadio, esto es, 171.000 hectáreas.
La cifra representa un aumento del 8 por ciento respecto de los registros de 2019, cuando la deforestación alcanzó las 158.894 hectáreas, según el informe presentado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y el IDEAM.
Esa tendencia en Colombia no es distinta a la tragedia que vive la Amazonía brasileña, donde en el primer trimestre de 2021 ya se había registrado una deforestación de bosque seco tropical de alrededor de 361 mil hectáreas, aunque la cifra para nuestro país en ese mismo período no se conoce aún, aunque se proyecta una disminución.
En términos de superficie deforestada, para el primer trimestre de 2021 se identificaron al menos 41.600 hectáreas deforestadas, con una reducción de cerca del 30% comparado con el mismo trimestre de 2020, cuando se habían identificado al menos 62.200 hectáreas deforestadas, advierte el informe oficial.
Mientras el 70 por ciento de las hectáreas de bosque perdidas en Colombia está concentradas en los departamentos amazónicos, la tasa de deforestación en Brasil aumentó un 17,1 % en tres meses, la mayor devastación registrada para el período desde 2016.
Colombia había alcanzado el mayor pico de deforestación en 2017, con cerca de 220 mil hectáreas de bosques taladas.
La crítica situación de Brasil y Colombia no son casos separados de la realidad mundial en relación con la deforestación, el principal motor de pérdida de biodiversidad, calentamiento global, contaminación del aire y acidificación de los océanos, debido a la menor captura de dióxido de carbono.
Es así como en 2020 se perdieron cerca de 25,8 millones de hectáreas de cubierta arbórea en el mundo, mientras que los bosques primarios del planeta se redujeron en 4,21 millones de ha, una pérdida de 16% del total de la cobertura arbórea para 2020 y 6,3% del total de bosques primarios del mundo, según Global Forest Watch.
Según esa ONG, Rusia tuvo la mayor reducción con 5,44 millones de ha, mientras que Brasil ocupó el segundo lugar con 3,29 millones de menos.
Global Forest Watch aseguró entonces que la reducción del bosque primario en 2020 en el mundo, tiene una estrecha relación con el aumento de dióxido de carbono en el ambiente, que es igual a las emisiones de 400 millones de nuevos autos en el mismo periodo de tiempo.
América Latina, a la par, ha perdido 53,8 millones de hectáreas cubiertas de árboles y bosques entre 2010 y 2020.
Qué pasó con los bosques en Colombia en 2020
Los departamentos de Meta, Caquetá, Guaviare, Putumayo y Antioquia registraron el 70 por ciento de la deforestación total nacional. Dos de cada 3 hectáreas de bosque que hay en el país están en la Amazonia, donde se pasó de 98 mil hectáreas taladas, en 2019, a 109 mil en el 2020, esto es, 11 mil hectáreas deforestadas más.
Así mismo, hubo un aumento en la pérdida de bosque en la región Andina, con 3.771 hectáreas taladas más que en 2019, cuando la cifra superó las 25 mil hectáreas.
En el sistema de parques nacionales el aumento fue de 2 por ciento, con 15.886 hectáreas de bosque talado en 2020.
Las consecuencias no tardarán en apreciarse. En el corto plazo, según los expertos, podría haber grandes zonas ecológicas fragmentadas. No se necesita deforestar toda la Amazonía para desestabilizar su funcionalidad ecológica. La fragmentación de las áreas protegidas está amenazando la conectividad de estas zonas en el país.
“Con uno o 2 millones de hectáreas que perdamos en sitios estratégicos, en 10 años podríamos detener la deforestación, pero a la vez contar con un paisaje fragmentado, llegando a un punto de no retorno, en el que la funcionalidad del gran ecosistema amazónico empiece a colapsar por esa falta de conectividad”, aseguró Rodrigo Botero, director de la Fundación Conservación Internacional y Desarrollo Sostenible para el portal Mongabay.
El ministro de Ambiente, Carlos Correa, no ocultó su preocupación por estos resultados y calculó que la deforestación registrada equivale a un 33% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero del país, lo que pone en riesgo la meta de reducir el 51 por ciento de los GEI para 2030. “Nuestra meta es cero deforestación a 2050”, dijo Correa.
Las causas de deforestación siguen siendo las mismas: la praderización (talar el bosque para introducir pasto) para el acaparamiento de tierras, seguida de las malas prácticas de ganadería extensiva, la infraestructura de transporte no planificada, los cultivos de uso ilícito, la extracción ilícita de minerales, la tala ilegal y la ampliación de la frontera agrícola en áreas no permitidas.
Por núcleos de deforestación, el 67 por ciento está en las sabanas del Yarí, en el Bajo Caguán (16,7 %); Guaviare, en la Marginal de la Selva (16 %); Sur del Meta (10,5 %), Putumayo (5,5 %); Mapiripán, en Meta (5,1 %); Andina Centro Norte-Nororiente de Antioquia/Sur de Bolívar (5 %); Andina Norte, en el Catatumbo (4,6 %); Pacífico Norte (1,8 %); Andina Sur, en Cauca (0,5 %); Andina Sur, en Nariño (0,5 %); Pacífico Sur (0,3 %); y Sarare, en Arauca (0,1 %), según el informe.
Colombia es uno de los países que más recibe recursos de cooperación internacional, no sólo por su riqueza en biodiversidad, sino como apoyo a la implementación de los acuerdos de paz de 2016. En la actualidad, hay más de 115 mil hectáreas de bosque protegida por medio de los Pagos por Servicios Ambientales. Para 2022, se espera “cerrar 9.600 contratos de conservación y más de 20 mil familias en Colombia con pago por servicios ambientales.
La Consejería Presidencial para la Estabilización y la Reincorporación ha invertido más de 153 mil millones de pesos en programas y proyectos con alta incidencia ambiental, en especial a través de contratos de conservación en zonas de conflicto.
La meta del Gobierno es sembrar 180 millones de árboles para 2022. Hasta la fecha se han sembrado más de 63 millones y se espera finalizar este año con 125 millones que permitan avanzar en la restauración de los ecosistemas del país.
De forma paralela a la siembra de árboles, el Gobierno adelanta operativos militares permanentes en la Amazonia, bajo la Operación Artemisa, no sólo para impedir la tala y tráfico ilegal de madera, sino de desmonte y destrucción de infraestructuras criminales de explotación de minerales, siembra de cultivos de uso ilícito y tráfico de especies.
El Congreso de la República, además, sancionó al final de la anterior legislatura una nueva ley que tipifica como delitos ambientales esas prácticas, pese a que aún se siente un mal sabor de boca por el no trámite del Acuerdo de Escazú.