Huracán en Colombia Iota levantó la “piel” de Providencia

El 90 por ciento del bosque seco tropical del archipiélago se vio afectado tras el paso del huracán, pero los daños llegaron a lo más profundo de los ecosistemas marinos y de corales. Los manglares actuaron como grandes escudos y evitaron que los daños fueran mucho más grandes. El Instituto Alexander von Humboldt logró establecer de forma parcial el antes y el después de Iota en Providencia, San Andrés y Santa Catalina, a través de imágenes satelitales, que serán fundamentales en el proceso de recuperación y restauración de los ecosistemas. Arrancó el trabajo en el terreno con un equipo interdisciplinario del Sistema Nacional Ambiental.

Huracán en Colombia

La huella del desastre que el huracán Iota provocó sobre los ecosistemas de las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina quedó registrada en las impresionantes imágenes tomadas desde satélites y sensores remotos, después de que el Instituto Humboldt lograra comparar el antes y el después del huracán a partir de registros entre 1986 y 2020.

 

Tras el rastro de ese “gigante meteorológico”, que alcanzó por primera vez en la historia del archipiélago la máxima categoría 5, con vientos superiores a los 230 kilómetros por hora, la evidencia es contundente: se perdió el 90 por ciento del bosque seco tropical, la biodiversidad sufrió graves daños, los ecosistemas terrestres y marinos se alteraron, debido a la pérdida de capa vegetal y arbórea, así como cambios en la dinámica de los manglares y una posible salinización de los suelos.

 

En Providencia, además, el ciento por ciento de la infraestructura física se vio afectada y el proceso de reconstrucción ya comenzó con la conformación de un grupo de expertos de distintas disciplinas, en lo que el Gobierno nacional llamó Expedición Cangrejo Negro, en reconocimiento a esa especie animal que es propia de la isla y que está en la categoría de amenaza dentro del libro rojo de especies de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN).

 

El golpe de Iota en Providencia fue tan fuerte como si se hubiera levantado la piel de la isla y hubieran quedados expuestos varios de sus órganos. No sólo aparecieron en las imágenes de satélite ríos y quebradas que antes no se lograban ver, el color de las zonas costeras es ahora mucho más clara, pues la fuerza del huracán removió sedimentos, la caída de los árboles y la pérdida de los follajes desnudó gran parte de áreas que antes estaban bajo la sombra, lo que provocará un aumento en la temperatura y mayores riesgos de sequías y escasez de agua.

 

Las imágenes del Humboldt también advierten sobre la posibilidad de salinización de los suelos en buena parte del archipiélago y la pérdida de flora y fauna en las regiones con mayor concentración de población.

 

En Providencia y Santa Catalina se albergan más de 1.000 especies de fauna y flora en sus ecosistemas terrestres y marinos, muchas de las cuales serán evaluadas para estimar sus posibles afectaciones, dentro de los trabajos que desde este domingo iniciaron los expertos del Sistema Nacional Ambiental (SINA) junto a los profesionales del Humbold y el Instituto Sinchi, entre otro, con la presencia del Presidente Iván Duque.

 

El informe presentado por el Humboldt se convierte en la hoja de ruta para lo que será la recuperación y restauración de los ecosistemas terrestres y marinos del archipiélago, a partir del análisis que permitió identificar las áreas que pueden servir de fuente, tanto del material vegetal como de las especies en términos de biodiversidad, con el fin de restablecer las otras zonas que necesitan ser recuperadas.

 

Parte del informe contiene la evaluación de los posibles efectos en los servicios ecosistémicos de la isla, entre otros, la regulación de agua, asunto clave para la supervivencia de las comunidades locales y la biodiversidad de la zona.

 

Uno de los resultados del análisis hecho por el Humboldt es que las zonas de manglares tuvieron un efecto positivo que redujo el impacto del paso de Iota sobre las viviendas, por lo que una de las recomendaciones será priorizar la recuperación de los que salieron afectados y aumentar la consolidación del sistema manglar en el resto de las islas.

 

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Las imágenes de satélite recopiladas por el Instituto Humboldt muestran las manchas rojas como las zonas en las que hubo más daños por el paso de Iota. Foto: Invemar.

La foto desde el espacio

Resulta fundamental destacar el trabajo del Humboldt, pues para observar el cambio en las coberturas vegetales de Providencia, el Instituto analizó primero siete imágenes ópticas de la plataforma Google Earth Engine, desde 1986 hasta 2020, obtenidas de los sensores Landsat-5 y Sentinel 2, además de insumos de cartografía básica del IGAC a escala 1:2.000, de 2014.

Los expertos tuvieron acceso, luego, a dos imágenes PlanetScope para estimar las afectaciones del huracán Iota en la isla, una del 13 y otra del 20 de noviembre de 2020, las cuales tienen una resolución espacial de tres metros y cuatro bandas espectrales.

Con los insumos satelitales del antes y el después de Providencia, el Humboldt aplicó el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI) que permitió observar los cambios en la textura en las áreas de vegetación, debido a la pérdida de dosel y el arranque de los árboles y arbustos.

Una de esas imágenes que llamó la atención tiene que ver con la dimensión de la pérdida de vegetación, pues después del huracán algunas vías y ríos, como el Lazy Hill, que antes era prácticamente imperceptible para los sensores, ahora se observa con absoluta claridad. Igual sucede en las zonas residenciales, pues muchas viviendas quedaron descubiertas al paso del fenómeno climático y expuestas sus infraestructuras.

De los datos arrojados por las imágenes, el Instituto pudo establecer que el sur de Providencia fue el que menos sufrió de pérdida de vegetación y eso permitirá que desde allí partirá la recuperación de la isla, pues los efectos sobre la biodiversidad fueron menores.

Tecnología de punta e innovación

El Instituto Humboldt está trabajando con Microsoft para hacer más análisis en los otros ecosistemas de la isla, como los marinos, aunque será difícil establecer la magnitud de los impactos causados por el huracán Iota en los servicios ecosistémicos de Providencia. Ya se conocen algunas posibles afectaciones en los categorizados como de regulación, que están altamente ligados a la vegetación.

Por ejemplo, la evidente pérdida de vegetación afecta la regulación hídrica de la isla, ya que podría ocasionar una disminución en la retención de la humedad y dar lugar a picos más extremos en los caudales de los ríos y quebradas.

La erosión puede acelerarse por la pérdida de cobertura vegetal, ya que deja expuestos los suelos y afectan su estructura. Este impacto puede ser especialmente intenso en las zonas costeras donde la erosión causada por el oleaje es particularmente fuerte.

El Humboldt advirtió que el servicio ecosistémico de regulación del clima puede verse alterado por la absorción de energía, la cual causa cambios en la temperatura entre la cobertura vegetal y los suelos. “Esto podría aumentar la temperatura de la superficie, dado que los suelos, por ser de origen volcánico, pueden tornarse de tonalidades oscuras y con una alta capacidad de retención de energía”, dice el informe.

Providencia también contaría con afectaciones en el almacenamiento de carbono, debido a la pérdida de la vegetación en el proceso de fijación del carbono de la atmósfera y la liberación de otros gases producidos por los árboles en proceso de descomposición. La polinización y el control de plagas, además, podrían alterarse por los cambios en la disponibilidad de hábitat, mientras que la posible degradación del paisaje y la disminución general de la calidad de las condiciones de salubridad, disminuirían la percepción de Providencia como un destino turístico.

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Acá se aprecia el tamaño de la afectación del bosque seco tropical en Providencia y Santa Catalina. Foto: Invemar.

Qué dejan ver las imágenes

El Humboldt realizó el levantamiento de la línea base de información de registros biológicos usando los datos de Facilidad Global de Información sobre Biodiversidad (GBIF), tomando como insumos la cartografía del IGAC a escala 1:100.000 y un buffer de cinco kilómetros alrededor de las islas de Providencia y Santa Catalina.

El estudio reveló que los ecosistemas terrestres de ambas islas albergan 561 especies de fauna y flora, de las cuales cinco son endémicas (dos de plantas y tres reptiles).

El listado, que incluye un total de 4.238 registros, está representado en 178 especies de plantas, 217 peces, 140 aves, 17 reptiles, cinco insectos, tres mamíferos y un anfibio. Para el ecosistema marino fueron identificadas 498 especies (una endémica) con un total de 3.303 registros, de las cuales 45 especies son plantas, 281 peces, 65 aves, tres insectos y cuatro reptiles.

El levantamiento de la información reveló que 22 especies de ecosistemas terrestres y 23 marinos están en alguna categoría de amenaza, según una revisión de los listados de la UICN.

Mientras la distribución de las especies terrestres no es uniforme y muestra concentraciones principalmente hacia las zonas costeras, los registros de aves y plantas están relativamente bien distribuidos, los reptiles parecen estar sesgados hacia el sector occidental y los mamíferos, anfibios y peces de agua dulce son pocos, puntuales y dispersos, según el levantamiento.

Para el arrecife coralino, el segundo más extenso de América, los registros están concentrados en los sectores norte y sur, pero no hay información sobre la parte central, que es la que protege la mayor área de bancos de arena.

El Instituto Humboldt considera que estos datos no son suficientes para construir una línea base completa de la biodiversidad antes del paso del huracán Iota, pero sí tienen la ventaja de estar concentrados en las porciones terrestres de mayor importancia para la conservación de biodiversidad y el turismo.

Las islas mayores cuentan con bosque seco tropical y áreas seminaturales en un área total de 2.866 hectáreas (58,9 por ciento del total), ecosistemas que son hábitat de numerosas especies de la fauna nativa como el cangrejo negro (Gecarcinus ruricola) y la langosta espinosa. Antes del huracán Iota, el cangrejo negro se encontraba afectado por la ampliación de las áreas artificiales, reducción de su hábitat y captura excesiva.

Lo que hará el Instituto es utilizar todos estos datos sobre la biodiversidad como una herramienta clave para la futura recuperación de la isla. Para ello destinó a sus expertos en mamíferos, aves, peces, anfibios y reptiles, además de los investigadores en flora, bosque seco y ciencia participativa, quienes desde este domingo se unieron a los equipos designados por el SINA.

 

Luis Fernando Ospina.
Luis Fernando Ospina.

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