Qué mensaje dio el Papa Francisco
“No al saqueo, sí al compartir. Los países más ricos y las multinacionales hacen afuera lo que no pueden hacer en los propios y estamos exprimiendo los recursos del Planeta como si fuera una naranja”.
Francisco ayer, en el comienzo de la Jornada Mundial de la Oración por el Cuidado de la Creación, en la que volvió a poner el dedo en la llaga y llamó la atención del mundo para parar, de una vez por todas, el saqueo y la destrucción de la Casa Común.
A poco más de cinco años de la promulgación de la carta encíclica Laudato Sí, en mayo de 2015, y con ocasión de la celebración del 50 aniversario del Día Mundial de la Tierra, el Sumo Pontífice pidió la solidaridad intra e intergeneracional para reparar los daños ocasionados a la naturaleza y restaurar el equilibrio ante las amenazas del cambio climático.
Reclamó la atención de los gobiernos locales para establecer y ejecutar metas mucho más ambiciosas para disminuir la emisión de los Gases de Efecto Invernadero, proteger la biodiversidad y regenerar los ecosistemas y con ello salvar el 30 por ciento de la superficie del planeta que está en inminente riesgo de desaparecer como consecuencia de “la mala conducta empresarial, que se ha convertido en un nuevo colonialismo”.
Llegó la hora, no para mañana sino hoy, aseguró el Papa, de escuchar el grito de la Tierra, que es el grito de los más pobres y cada vez más fuerte, para convertir la ecología integral en una política global de largo plazo y, así, recuperar la armonía de la Casa Común, donde la abundancia se distribuya con justicia y solidaridad, según la voluntad del Creador.
Recordó que en la Sagrada Escritura, “el Jubileo es un tiempo sagrado para recordar, regresar, descansar, reparar y alegrarse. Es un viaje que se desarrolla en el tiempo, abrazando el ritmo de los siete días de la semana, el ciclo de los siete años y el gran Año Jubilar que llega al final de siete años sabáticos”.
Qué significa el mensaje del Papa Francisco
El mensaje del Papa Francisco vuelve a reflexionar sobre la necesidad de tomar acciones decisivas para cuidar la tierra y a las personas que la habitamos, particularmente los más pobres y vulnerables. Por esta razón habla de la necesidad de la justicia restaurativa que lleve a la cancelación de la deuda de los países pobres, así como tomar el modelo de los pueblos indígenas, porque ellos nos enseñan cómo cuidar del planeta y de sus recursos.
No a la codicia desenfrenada
“Debemos volver a escuchar la tierra. Hoy, la voz de la creación nos urge, alarmada, a regresar al lugar correcto en el orden natural, a recordar que somos parte, no dueños, de la red interconectada de la vida. La desintegración de la biodiversidad, el vertiginoso incremento de los desastres climáticos, el impacto desigual de la pandemia en curso sobre los más pobres y frágiles son señales de alarma ante la codicia desenfrenada del consumo”, dijo el Sumo Pontífice.
Francisco llamó la atención sobre hacia dónde nos empuja el estilo de vida que practicamos y advirtió que “empuja al planeta y a quienes lo habitamos más allá de sus límites (…) La continua demanda de crecimiento y el incesante ciclo de producción y consumo están agotando el medio ambiente. Los bosques se desvanecen, el suelo se erosiona, los campos desaparecen, los desiertos avanzan, los mares se vuelven ácidos y las tormentas se intensifican: ¡la Creación gime!”
El Papa no dejó pasar por alto la crisis sanitaria y económica que ha ocasionado el COVID-19, pero insistió que la pandemia, además de traernos el sufrimiento y dolor, también “nos ha llevado de alguna manera a redescubrir estilos de vida más sencillos y sostenibles.
Pudimos comprobar, manifestó, cómo la Tierra es capaz de recuperarse si la dejamos descansar: el aire se ha vuelto más limpio, las aguas más transparentes, las especies animales han regresado a muchos lugares de donde habían desaparecido. La pandemia nos ha llevado a una encrucijada.
Necesitamos aprovechar este momento decisivo para acabar con actividades y propósitos superfluos y destructivos, y para cultivar valores, vínculos y proyectos generativos (…) Es necesario eliminar de nuestras economías los aspectos no esenciales y nocivos y crear formas fructíferas de comercio, producción y transporte de mercancías”.
Tiempo para reparar
Cuando el Papa habla de justicia, no sólo se refiere a lo ambiental, sino también a lo económico y lo social, y por eso volvió a reclamar de las grandes potencias un gesto de solidaridad con los países más pobres, perdonando las deudas de estos últimos. “El Jubileo es un momento para reparar la armonía original de la Creación y sanar las relaciones humanas perjudicadas. Nos invita a restablecer relaciones sociales equitativas, restituyendo la libertad y la propiedad a cada uno y perdonando las deudas de los demás. Renuevo mi llamamiento para cancelar la deuda de los países más frágiles ante los graves impactos de la crisis sanitaria, social y económica que afrontan tras el COVID-19”.
Con la misma fuerza de hace cinco años cuando promulgó Laudato Sí, el Jerarca de la Iglesia Católica afirmó que no se trata sólo de hacer una restauración económica a los más pobres, sino que es necesario reparar la tierra. “Restaurar el equilibrio climático es sumamente importante, puesto que estamos en medio de una emergencia. Se nos acaba el tiempo, como nos lo recuerdan nuestros niños y jóvenes (…) Es necesario apoyar el llamado de las Naciones Unidas para salvaguardar el 30% de la Tierra como hábitat protegido para 2030”.
Tiempo para alegrarse
Como ha sido su costumbre, el Papa invocó el poder de los jóvenes y de las comunidades, que desde la periferia de las grandes ciudades se unen para llevar el mensaje de la ecología humana e integral.
En la tradición bíblica, afirmó Francisco, el Jubileo es inaugurado por un sonido de trompeta que resuena en toda la tierra. “Sabemos que el grito de la Tierra y de los pobres se ha vuelto aún más fuerte en los últimos años. Somos testigos de niños, jóvenes, hombres y mujeres, comunidades, organizaciones que se están uniendo para reconstruir nuestra Casa Común y defender a los más vulnerables”.
Por eso dijo que “es tiempo de alegrarnos, porque las comunidades de creyentes se estén uniendo para crear un mundo más justo, pacífico y sostenible. El Tiempo de la Creación se está convirtiendo en una iniciativa verdaderamente ecuménica. ¡Sigamos creciendo en la conciencia de que todos vivimos en una Casa Común como miembros de la misma familia!”, concluyó.
“Alegrémonos porque, en su amor, el Creador apoya nuestros humildes esfuerzos por la Tierra. Esta es también la casa de Dios, donde su Palabra «se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14), el lugar donde la efusión del Espíritu Santo se renueva constantemente.”