Fukushima despierta el monstruo de Chernóbil

El gobierno de Japón anunció hoy que en 2023 comenzará el vertimiento controlado de las aguas radiactivas contenidas en los tanques de almacenamiento de la central nuclear de Fukushima, destruida en 2011 como consecuencia de un terremoto y posterior tsunami. Esa es la segunda tragedia nuclear más grave del mundo después de la ocurrida en la central de Chernóbil, en Ucrania, el 26 de abril de 1986. ¿Qué efectos tendrá esa operación sobre los ecosistemas marinos y la biodiversidad?

central nuclear de Fukushima, en Japón

A menos de dos semanas de que el mundo conmemore un año más de la tragedia nuclear de Chernóbil, ocurrida un 26 de abril de 1986 en Ucrania, la decisión del gobierno de Japón de comenzar el vertimiento al Pacífico de las aguas radiactivas contenidas en los tanques de la central de Fukushima (Japón), a más tardar en 2023, ha revivido el fantasma de los peligros que sufrirá el planeta como consecuencia de la contaminación de los mares y demás ecosistemas de biodiversidad.

 

A diferencia del accidente del reactor de Chernóbil, en Fukushima no explotó ningún núcleo de reactor lleno de uranio y plutonio, sino que, de las vasijas de presión, salió gas hidrógeno con yodo y cesio radiantes. El ochenta por ciento del vertido fue a parar al mar. Gracias a estas afortunadas circunstancias, Fukushima puede volver a ser habitable. Y otra: Japón es un país de alta tecnología con altos estándares de seguridad, caso contrario al de Chernóbil.

 

Así, aunque ese proceso está sustentado en la seguridad del gobierno nipón de haber eliminado al máximo los elementos radiactivos que provocó el daño en el central de Daiichi en 2011, como consecuencia de un terremoto y posterior tsunami, la comunidad internacional, en especial los países vecinos a Ucrania (China, Corea del Sur y Taiwán) , advierten que la presencia de tritio provocará cambios dramáticos sobre los ecosistemas.

 

El gobierno alega que el vertido no generará riesgos para la salud humana, ya que los niveles de tritio liberados al mar estarán por debajo de los estándares sanitarios nacionales, como resultado de la mezcla con agua marina. La decisión ha sido respaldada por la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA).

 

Sin embargo, un grupo de investigadores de la ONU, aseguraron en marzo pasado, cuando se cumplieron 10 años del desastre nuclear, que la planta continúa albergando agua contaminada que supone un grave riesgo medioambiental, por lo que sería “inaceptable” liberarla en el Océano Pacífico.

 

El grupo advirtió que liberar esa agua contaminada sería un fracaso para la defensa de los derechos humanos, incluyendo los de niñas y niños al exponerles a más riesgos dentro y fuera de Japón. Cerca de 40.000 personas de la zona afectada tuvieron que salir y no han regresado por miedo a la contaminación de los suelos y el aire.

 

“La principal fuente de radiactividad sigue siendo el combustible nuclear fundido en los tres reactores de Fukushima Daiichi, que sigue contaminando agua fresca subterránea”, dijo uno de los expertos de la ONU hace poco más de un mes.

 

La acción del gobierno japonés está dirigida a resolver la acumulación de agua radiactiva en las instalaciones de la central nuclear, que hace casi una década entró en el complejo proceso de desmantelamiento de la planta.

 

Según las cifras de la OIEA, más de 1.25 millones de toneladas de agua procesada se almacenan en las instalaciones de Daiichi y se prevé que la capacidad para su almacenamiento se agote en 2022, según el ritmo actual al que se genera ese líquido.

 

Aunque los vertidos de este tipo son una práctica habitual en la industria de la energía atómica, son muchas las preguntas que vuelven a aparecer y obligan a dar respuestas más concretas y suficientemente claras en torno a los efectos sobre el medio ambiente marino, de por sí en estado crítico y grave por efectos del calentamiento global y la pérdida de biodiversidad.

 

De hecho, este mismo año, Alemania acordó el desmonte de las centrales nucleares como fuente de energía y la discusión sobre si es posible seguir construyendo nuevas no se agota, porque el mundo enfrenta uno de sus mayores desafíos: producir energía con bajos niveles de contaminación por CO2 y cumplir las metas sobre carbono neutral de acá a 2050, como lo establecen los Acuerdos de París sobre Cambio Climático.

 

China, ahora la economía más grande del mundo, también va en ese camino. Pekín está construyendo muchos menos reactores nucleares de los previstos en el último plan quinquenal, pero avanza con mayor decisión en la energía eólica, hidroeléctrica y fotovoltaica.

 

tanques de almacenamiento de agua radiactiva
Estos son los tanques de almacenamiento de agua radiactiva que deberán ser vertidos al mar a partir de 2023, según la decisión tomada por el gobierno japonés. Foto: lavanguardia.com

 

Preguntas y respuestas

La agencia de noticias EFE hizo una valiosa selección de las preguntas más urgentes de hacer para entender los alcances, riesgos y desafíos que están asociados al caso de Fukushima, que es similar, guardadas las proporciones, al de Chernóbil por su carácter nuclear.

 

¿De dónde sale el agua contaminada?

Se trata de agua marina empleada para refrigerar los reactores dañados tras las fusiones parciales de núcleo provocadas por el terremoto y el tsunami de 2011, y que queda contaminada de isótopos radiactivos. A este agua se añade la que se filtra desde el subsuelo hacia las instalaciones nucleares y también resulta contaminada.

 

¿Se trata de agua radiactiva?

El agua altamente contaminada que genera la planta se procesa en circuitos llamados ALPS (Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos) para retirar 62 tipos de materiales radiactivos, a excepción del tritio.

 

¿Qué es el tritio?

Es un isótopo radiactivo del hidrógeno generado como subproducto de los reactores nucleares de fisión. También se genera de forma natural en la atmósfera y va a parar al agua de lluvia o al agua potable.

 

¿Es peligroso para la salud humana?

En concentraciones bajas similares a las existentes en la naturaleza representa un nivel desestimable de radiotoxicidad. Los niveles de este elemento en el agua que se verterá al mar serán cuarenta veces inferiores al tope legal establecido por el gobierno de Japón para el agua potable, y una séptima parte del máximo fijado por la Organización Mundial de la Salud, según datos oficiales de Japón.

 

¿Por qué se tira al mar?

El agua procesada se viene almacenando en bidones dentro de las instalaciones de Fukushima Daiichi, pero el espacio para los mismos se agotará hacia mediados del próximo año. Las autoridades niponas se han decantado por verterla al mar tras estudiar otras medidas como evaporarla o inyectarla en depósitos en el subsuelo, descartadas por su complejidad técnica y su elevado coste.

 

¿De cuánta agua se trata?

Hay más de 1. 25 millones de toneladas de agua almacenada en la central. Esta cantidad se incrementa al ritmo de unas 140 toneladas por día.

 

¿Cómo se va a tirar el agua?

Tras la decisión del Gobierno, la operadora de la planta procederá a los preparativos técnicos necesarios para canalizar hacia el mar el agua almacenada. Está previsto que empiece a verterse hacia 2023.

 

¿Es el primer vertido de este tipo?

No. Los vertidos controlados de agua o vapor de agua con tritio procedente de centrales nucleares son habituales. En la última década, países como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, China y Corea del Sur los han realizado, en ocasiones con concentraciones de tritio mayores que las previstas en Fukushima.

 

¿Cuál es la situación en la planta de Fukushima Daiichi?

La central se encuentra en la primera fase de su proceso de desmantelamiento, consistente en la descontaminación de la zona y la retirada del combustible nuclear de los reactores menos afectados por el accidente. Se prevé que el desmantelamiento se complete entre 2041 y 2051.

 

Luis Fernando Ospina.
Luis Fernando Ospina.

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