La presidenta de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos, IPBES, Ana María Hernández Salgar, está de regreso, así fuese de forma virtual y a casi 20 meses del dramático aterrizaje en tierra de la pandemia del COVID-19, para compartir con nosotros una nueva hoja de ruta en torno a dos nuevas evaluaciones globales: una sobre la importancia del conocimiento de las comunidades indígenas y locales y, otra, sobre el valor de los cambios transformativos como elementos centrales de la biodiversidad.
Ana María estuvo dedicada por más de un año en la preparación y puesta en marcha de la 8 Plenaria IPBES, que cuenta con 137 países miembros y donde los impactos de la pandemia no sólo son distintos y asimétricos, sino que demandan acciones diferenciadas y focalizadas, aunque con un factor común: las conexiones entre la biodiversidad y los demás elementos que rigen la vida en el planeta, desde la economía hasta la cultura, pasando por la salud y la alimentación.
Su regreso a escena coincide, por fortuna, con el regreso también de los Estados Unidos a los escenarios de discusión sobre cambio climático y biodiversidad, el compromiso de Europa en la lucha contra el cambio climático y el interés de la comunidad internacional en seguir articulando el conocimiento científico con los saberes y experiencias de las comunidades indígenas y los grupos locales.
Una plenaria con cientos de tareas y nuevos retos, pero con un camino claro hacia una nueva gobernanza en la que los cambios transformativos serán la clave para construir programas y proyectos de largo plazo y visiones compartidas sobre los nexos entre los distintos fenómenos de la vida en el planeta.
Así ha sido nuestra conversación al natural con Ana María Hernández.
¿Cuáles son los resultados de esta inédita plenaria de IPBES, pues es la primera que se hace de forma virtual y eso implica alinear horarios y agendas de 137 países?
Ana María Hernández: En medio de las complejidades propias de la Plataforma, los resultados son muy positivos y tenemos clara la hoja de ruta que hemos acordado en torno a la agenda IPBES a 2030. Tomar decisiones tan importantes para IPBES por medios virtuales implica hacer enormes sacrificios, pues el solo hecho de tener una plenaria con diferencias horarias tan grandes entre muchos países exige una sincronía muy difícil, dada la importancia de las deliberaciones y los acuerdos a los que llegamos.
Luego, en medio de esta complejidad, es alentador y los objetivos logrados demuestran la capacidad institucional de la Plataforma y pudimos alcanzar los consensos que se necesitan dentro de la agenda. En lo personal, quedé muy satisfecha y llena de tareas para los próximos meses y años.
¿Qué marca esa agenda IPBES a 2030 y cómo se articula con las anteriores Plenarias y las que se deberán hacer entre 2021 y 2024?
Primero, el foco de esta 8 Plenaria de IPBES tenía tres objetivos fundamentales: Uno, presentar los resultados obtenidos en los talleres y discusiones que se dieron en la plenaria anterior (la 7) de 2019 hasta hoy y que quedaron plasmados en el informe presentado por la Secretaria Ejecutiva. En síntesis, se hizo el balance sobre los avances logrados en las tres evaluaciones que se están haciendo en términos de biodiversidad.
Dos, como Plataforma, entramos a discutir la aprobación de dos documentos de ámbito que son los que guían las nuevas evaluaciones IPBES y corresponden a los nexos entre biodiversidad y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, enfocados en la interrelación con el agua, el clima, la salud y los alimentos. La segunda evaluación será sobre las causas subyacentes de la pérdida de biodiversidad y los determinantes del cambio transformativo.
Fueron aprobados, además, los programas de trabajo de las cinco fuerzas de tarea del IPBES para 2022 y el presupuesto de la Plataforma. Y por supuesto, hicimos una evaluación sobre las enseñanzas y aprendizajes acumulados durante el tiempo transcurrido entre la 7 Plenaria y ésta, que acaba de terminar, el 24 de junio.
¿Y cuál podría ser ese gran aprendizaje en lo que ha pasado entre 2019 y 2021, tiempo de pandemia?
Ha sido muy enriquecedor poderles presentar a las Partes del IPBES cómo estamos avanzando en la elaboración de la evaluación sobre múltiples valores de la biodiversidad, sobre usos sostenibles de especies silvestres y sobre especies exóticas invasoras, así como los resultados de los talleres realizados, entre otros, el de Pandemia y Biodiversidad y Biodiversidad y Cambio Climático, que se hizo con los expertos del IPCC.
Para los expertos es fundamental avanzar en la construcción de conocimiento y eso va modelando el quehacer de la Plataforma, pues los países miembros de IPBES pueden tomar decisiones mucho más acertadas y basadas en evidencia.
A propósito de este último aspecto, ¿cómo alinear tantos intereses y visiones, algunas de tipo político, en la misma dirección de la evidencia científica?
Nosotros tenemos un mandato que rige la escogencia de los expertos científicos que adelantan las evaluaciones y que conforman el Panel Multidisciplinario de Expertos, en consulta con el Buró, tiene que revisar las hojas de vida de los nominados, cuyos nombres vienen de la escogencia que hacen la mayoría de los países miembros.
Lo que siempre buscamos en IPBES es que exista un balance en términos de diversidad de conocimiento, de género, de participación regional y de autores, con el fin de asegurar un amplio espectro de conocimientos a la hora de hacer nuestras evaluaciones. Ese es un tema complejo y nos mantiene activos, porque nos encontramos con frecuencia en que el mayor porcentaje de nominados hacen parte de una sola rama del conocimiento y, además, de casi las mismas regiones, porque el idioma se convierte en una barrera de acceso para muchas comunidades indígenas y grupos locales.
¿Eso explica el deliberado interés de esta 8 Plenaria de poner el foco en un plan de trabajo sobre el reconocimiento del saber indígena y de las comunidades locales como elementos de la biodiversidad?
La Plataforma IPBES es una de las pocas que están haciendo explícitamente un reconocimiento y una incorporación en sus trabajos del conocimiento de las comunidades indígenas y locales dentro de todo el sistema de información que generamos sobre biodiversidad. Hemos detectado que hay muchos vacíos en esa información que ambos grupos generan y comparten, pero nosotros los hemos convertido en una oportunidad para avanzar en planes y proyectos que tengan esa base de vida, de territorio, de conocimiento y de apropiación de la biodiversidad.
Lo que estamos haciendo y vamos a continuar haciendo es, primero, valorar el respaldo y la colaboración permanente del Foro Internacional Indígena sobre Biodiversidad y, a través de sus redes, estar conectados con sus mejores investigadores en todo el mundo donde operan unidades de las Naciones Unidas.
Establecimos una fuerza de tarea específica sobre conocimientos indígenas y locales que cuenta con los expertos en temas sobre ambos grupos poblacionales. Esos expertos del IPBES se reúnen con sus pares de las comunidades indígenas y locales y se construyen puentes de trabajo permanente entre ambos grupos.
Tenemos una guía de trabajo para la articulación y participación de esas comunidades en la elaboración y aprobación de las evaluaciones de la Plataforma IPBES.
Es necesario advertir que nosotros a nivel global no podemos ingresar a trabajar en el ámbito local con esas comunidades, pues esa es una labor que corresponde a los puntos focales de cada uno de los países que integran la organización. Lo que sí hacemos con ellas es poner a su disposición nuestra capacidad operativa y de apoyo para que ellos se integren en una red de conocimiento y de participación. Los talleres que se hacen en el ámbito regional son espacios muy valiosos para asegurar esa participación y compartir sus conocimientos.
¿Una especie de co-creación que resulta fundamental en una nueva gobernanza?
Claro. Y tenemos que seguir avanzando en esos esquemas, porque nos falta mucho, pero no partimos de cero. Esto se trata de una co-construcción entre el conocimiento científico y el saber indígena y de los grupos locales. Es un proceso en permanente evolución y se debe manejar de la mejor manera, porque son múltiples visiones y perspectivas de cómo se aborda una misma pregunta desde el conocimiento sobre la biodiversidad.
¿De ahí se entiende que estas dos nuevas evaluaciones IPBES tengan una palabra como motor de acción: nexos?
Cuando comenzamos a ver los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en general, podemos entender que detrás o delante de ellos está presente la biodiversidad como la base que permite que los ODS puedan cumplirse efectivamente. Si vemos, por ejemplo, cambio climático y biodiversidad, entendemos que son dos temas que debemos abordar integral y conjuntamente.
Luego, resulta fundamental que todos entendamos los estrechos vínculos que existen entre la biodiversidad y los ODS que están asociados al agua, energía, ecosistemas, alimentación, salud… Es desde ya que tenemos que construir esos modelos en los que se entretejen esas conexiones y en el futuro podamos no sólo llegar, sino anticiparnos, a situaciones más complejas.
Hablar de nexos es hablar de unidad. Todo está conectado. Nuestra tarea permanente es tratar de entender cómo se entretejen y se vinculan las diferentes actividades del desarrollo con la biodiversidad como fuente fundamental de la vida en el planeta.
Pero mientras entendemos eso que parece lógico, seguimos perdiendo biodiversidad, acabando con los ecosistemas, contaminando los ríos y los mares, dañando la calidad del aire… ¿Qué hacer entonces?
Primero, entender esas realidades y después emprender juntos un camino que nos permita avanzar en un cambio transformativo que nos haga más resilientes y más sostenibles. Ahí es que tiene sentido una de nuestras próximas evaluaciones sobre cambios transformativos que, en esencia, son las respuestas que damos a cómo hacer esos cambios, qué hacer para lograrlos, cómo asegurar su permanencia en el tiempo, el largo plazo, en torno a la economía, la cultura, las finanzas, la salud, el empleo.
Y eso necesita abrir las discusiones con todos los actores y, entonces, debemos ponernos de acuerdo con qué es un cambio, cuándo es transformativo, qué es lo que se debería cambiar y qué no, porque hay cosas que funcionan y están bien. Esta nueva evaluación es un reto a las distintas formas del conocimiento y una oportunidad para co-construir nuevos modelos de gobernanza. Que seamos capaces de entender la complejidad del cambio y en esa complejidad establecer si estamos dispuestos a asumir la tarea de ser sostenibles a largo plazo.
¿Cuáles son las factores críticos de éxito en ese camino del cambio?
Las evaluaciones del IPBES lo que buscan es presentar diferentes opciones y mostrar los escenarios posibles de cambio. Establecer las realidades y definir acciones que son necesarias para alcanzar los objetivos comunes. El factor más crítico de éxito es saber si cada uno de nosotros acepta cambiar y, de ser así, qué está dispuesto a hacer para asegurar la transformación a partir del cambio. Es un asunto netamente de voluntad, no sólo política, sino social y económica.
La sociedad deberá entender, de una vez por todas, cuáles son los impactos que tienen comportamientos tan sencillos como escoger bien los alimentos, cómo nos desplazamos dentro de los entornos, qué usamos y qué recuperamos, qué ropa utilizamos.
El éxito del modelo está en el proceso de educación para el cambio que debemos hacer como sociedad. No es un asunto exclusivo de la ciencia, sino del cambio social.
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