En los momentos de más alta confrontación armada en el país, el Oriente antioqueño logró construir un camino de paz, no exento de amenazas y pérdidas humanas, que se convirtió en un ejemplo para Colombia. El Laboratorio de Paz del Oriente fue, sin duda, la primera piedra dentro de un proceso de diálogo y reconciliación que permeó toda la estructura institucional del Departamento de Antioquia.
Dentro de esa institucionalidad, el trabajo con las comunidades era factor crítico de éxito en la búsqueda de desescalar el conflicto armado, pues parte de esa disputa a sangre y fuego entre los grupos ilegales estaba sustentada en el control de los territorios y, por ende, en sus riquezas.
Aun así, la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare, Cornare, fue capaz de construir un modelo de desarrollo sostenible y de presencia institucional que posibilitó buena parte de los procesos de paz que se adelantaban en el Departamento. Eran las semillas que ahora siguen dando frutos y demostrando que cuando hay voluntad política, confianza, diálogo, concertación y claridad conceptual es posible planificar el futuro.
Pues bien, Cornare no sólo es la segunda corporación autónoma regional con el mejor desempeño institucional dentro de las 33 entidades de su naturaleza en el país, sino un ejemplo para Colombia y el mundo en términos de construcción de paz desde la sostenibilidad. Es más, no es posible hablar de paz sin sostenibilidad.
Ser segundos en el Índice de Evaluación de Desempeño Institucional (IEDI) que entregó a fines de 2020 el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, con un puntaje de 85.79, en la escala de sobresaliente, es meritoria, pero para su director no cumplió con las expectativas, pues en los dos años anteriores habían sido los mejores del país. No obstante, el reto es volver a ser los mejores, no en términos de una competencia con sus pares, sino como parte del compromiso de avanzar en la consolidación de un modelo de desarrollo sostenible que le sirva a la región, al Departamento y al país para enfrentar los desafíos del Cambio Climático.
El IEDI es una herramienta creada por el Minambiente con el fin de establecer criterios objetivos de evaluación, dada la permanente discusión sobre si las CAR son entidades que le sirven al país o, como dicen algunos, son fortines de la politiquería.
El Índice mide la eficiencia, esto es, los recursos que son destinados para la expedición de trámites ambientales, así como la eficacia, relacionada con el cumplimiento en los tiempos de otorgamiento y seguimiento a trámites ambientales (licencias, concesiones de agua, permiso de vertimientos y aprovechamiento forestal); el seguimiento al ordenamiento territorial; el desempeño financiero, que mide el comportamiento en la gestión presupuestal y financiera (recaudo, recuperación de cartera y capacidad de inversión), y el desempeño administrativo, que califica el cumplimiento en la transparencia de la gestión administrativa y económica.
Para entenderlo mejor, sostuvimos una conversación al natural con el director de Cornare, Javier Parra, quien nos hizo más fácil entender el porqué de los buenos resultados de la Corporación y los retos plasmados dentro del Plan de Acción 2020-2023, en los que sin duda la crisis climática marcará la agenda local, regional y nacional.
¿Cuál es la hoja de ruta en el 2021?
Javier Parra: La atipicidad de 2020 se trasladó para este año, y con más fuerza. Aprendimos mucho, sobre todo a adaptarnos a unas condiciones que nunca habíamos anticipado. Todos los aprendizajes, y las incertidumbres propias de una pandemia, nos ayudarán a consolidar nuestro Plan de Acción de Cornare. Desde 2021 dejamos todo el proceso de planificación en el Oriente antioqueño, no sólo en nuestra Corporación Autónoma, sino que seguimos trabajando de la mano con los alcaldes para que la dimensión ambiental sea visible y vinculante en cada uno de los planes de desarrollo de los 26 municipios que hacen parte de Cornare. Ya iniciamos el proceso de ejecución de esos proyectos, que dan cuenta del diagnóstico situacional de esos entes y de la integración del territorio. Como política de la Corporación, las inversiones las hacemos con cada uno de los mandatarios municipales, así como avanzamos con las Juntas de Acción Comunal en el desarrollo de los Programas de Intercambio de Servicios (Priser) con las comunidades.
¿Cuáles son los ejes fundamentales del Plan de Acción Ambiental 2020-2023?
Construimos nuestro Plan de Acción, como siempre lo hemos hecho, con la participación de todos los actores del territorio, los grupos de interés y las comunidades. Definimos seis líneas estratégicas:
- Cambio climático y gestión del riesgo, en la que la gran apuesta es disminuir en 7 por ciento la emisión de gases de efecto invernadero en los 26 municipios. Hemos comenzado una capacitación con el Icontec para determinar la línea base y definir los proyectos sobre mitigación y compensación de los GEI.
- Crecimiento verde, economía circular e innovación, en la que el objetivo es desarrollar proyectos en los cuales se articulen armónicamente los procesos de recuperación y restauración de los ecosistemas boscosos con la actividad propia de la seguridad alimentaria. Vamos a recomponer las infraestructuras ecológicas de los sistemas forestales, combinándolas con la enorme oportunidad y conocimiento en torno a las agriculturas sostenibles y bioeconomía. Son cerca de 850 campesinos vinculados a los programas y estamos integrando a los mismos los resultados del programa de economía circular, que contiene los principios rectores de las 5R. Hemos logrado transformar el 38 por ciento de los residuos orgánicos urbanos en abonos certificados por el ICA.
Todo el plástico que se genera en los municipios y se convierte en residuos, sumado a la gran cantidad de poliestileno que se usa en las casi 7.000 hectáreas que se tienen de cultivos con invernadero, las estamos transformando en estacas plásticas o envaraderas y como elementos de soporte de muchos de esos cultivos, entre otros los del tomate, la habichuela, la arveja y el pimentón. El impacto es doblemente positivo.
Cuando hablo de innovación me refiero a que estamos produciendo arroz resiliente en el Oriente antioqueño. Es un tipo de arroz secano, que no necesita agua, con lo que venimos recuperando una serie de productos ancestrales que protegen el medio ambiente. Son no menos de 1.250 familias que se benefician de ese proyecto.
La meta con la estrategia de economía circular es que a 2023, el 80 por ciento de los residuos orgánicos que se den en los municipios se transforme en abono orgánico certificado (unas 34 mil toneladas), con lo que vamos a mejorar la calidad de los suelos agrícolas y reduciremos la presión sobre los rellenos sanitarios.
¿Pero en innovación hay una apuesta dura por la industria 4.0, la informática, la big data y el blockchain?
El año pasado abrimos una convocatoria con las universidades para que presentaran ante nuestra Corporación proyectos de innovación y desarrollo en materia ambiental para escoger de esas propuestas las mejores cinco y con ellas comenzar todo el proceso de maduración y ejecución dentro de los próximos tres años. Ya se aprobaron 25 de esas propuestas y pronto haremos la selección de los cinco mejores, al tiempo que gestionamos los recursos.
¿Y la tercera línea?
Es la de Autoridad Ambiental y Gestión Integral de los Recursos Naturales, que considero es la parte de mayor trascendencia para la entidad, no sólo porque da cumplimiento al rol que por ley nos fue asignado en materia de expedición de permisos, licencias, autorizaciones, sino que es allí donde se ejecuta el mayor rubro de las inversiones en la recuperación, restauración y conservación de los recursos naturales, con las que buscamos proteger toda nuestra biodiversidad y riqueza de los ecosistemas. Los avances en torno al saneamiento y agua potable son enormes y estamos terminando el trabajo con el último de los 26 municipios que no tenían planta de tratamiento de aguas residuales, que es San Rafael, y lograr cobertura ciento por ciento en las zonas urbanas. En la zona rural, esperamos tener coberturas universales en 2023, con la construcción de 7.000 tanques sépticos, que es la cifra que nos arrojó el diagnóstico realizado para el Plan de Acción.
¿Cómo están trabajando los temas asociados a la calidad del aire, teniendo en cuenta la enorme demanda de vivienda y oficinas en el Oriente, donde ya se sienten los efectos de las contingencias ambientales del Valle de Aburrá?
Ese ha sido un tema estratégico dentro del Plan de Acción, pues aunque nosotros tenemos hasta ahora una buena calidad del aire, necesitamos fortalecer los sistemas de monitoreo en zonas vitales del territorio. No sólo en fuentes fijas y móviles, sino en temas de ruido. Lo importante es armonizar los procesos de planificación urbana y de ordenamiento territorial con los instrumentos de protección y conservación de los ecosistemas. Y ahí, los temas de calidad del aire y del recurso hídrico son fundamentales.
¿Cómo se aborda en el Plan de Acción todo ese tema de la expansión urbana hacia el Oriente antioqueño y sus consecuencias?
Esa es otra línea estratégica del Plan y está asociada a todo el proceso de información y clasificación del ordenamiento territorial. La clave acá es lograr la articulación que se requiere de todos los planes de desarrollo para que la visión sea sistémica y se logre un desarrollo sostenible y sustentable. Tenemos que fortalecer los comités de integración territorial, que hacemos tres veces por mes y desarrollamos mesas de trabajo con los directores de planeación para analizar y ver cómo se están ejecutando esos planes de ordenamiento territorial, incluidas las normas sobre vivienda.
La quinta línea está asociada a la educación y participación social como posibilidades de incidir en nuevas formas de comportamiento y apropiación de los recursos naturales. Este 26 de enero arrancamos, por ejemplo, uno de los proyectos más poderosos de la entidad, Paladinos, que es sobre educación ambiental y desarrollo sostenible dirigido a los niños entre 2 y cinco años, en asocio con el ICBF y los Centros de Desarrollo Infantil de los 26 municipios. Seguimos consolidando los Consejos Municipales de Educación Ambiental y ejecutando programas con la tercera edad y las personas que están privadas de la libertad. La población en situación de discapacidad también hacen parte de nuestros programas de educación ambiental y con la Gobernación de Antioquia tenemos un proyecto denominado Cercanos, que son 216 líderes que nos ayudan a cuidar y conservar cerca de 396 hectáreas bajo protección.
Ahora es que se entiende mejor por qué Cornare es la segunda mejor Corporación Autónoma Regional del país en el Índice de Desempeño Institucional, según el ranquin del Ministerio de Ambiente 2020, superada por estrecho margen por la del Magdalena (CAM)…
Eso representa un gran orgullo para todo un equipo de trabajo, lleno de talento y de conocimiento acumulado por muchos años. Uno de los grandes valores de Cornare es que su gente ama lo que hace. Nuestro estilo conductivista de competencias es lo que nos lleva desde hace varios años a esos niveles de desempeño tan destacados. Ocupamos el primer puesto en los dos años anteriores, este 2020 fuimos segundos, pero seguiremos trabajando con el mismo empeño por hacer de los territorios mejores lugares para la vida. Valoramos ese reconocimiento, pero tenemos que trabajar para seguir avanzando en los indicadores de desempeño que hacen parte de esa evaluación. Son 20 indicadores que miden la eficiencia, la eficacia, el desempeño financiero y capacidad administrativa de las autoridades ambientales regionales.
Ese desempeño tiene muchos retos y amenazas, dada la conurbación que se viene dando en el Oriente. ¿Cómo anticiparse a esos fenómenos ligados a la expansión, máxime cuando todos los estudios de prospectiva apuntan a que será el Oriente el gran polo de desarrollo del Departamento?
Con planificación estratégica y sentido de cooperación intersectorial y multinivel, porque el desarrollo es un asunto que compete a todos. Es claro, y cierto, que todos los caminos conducen al Oriente antioqueño y así lo advierten los programas y proyectos que se están adelantando en términos de infraestructura, actividades comerciales, construcción de vivienda y de oficinas, el traslado de muchas de las industrias que antes estaban en el Valle de Aburrá. Nos estamos preparando para estar a la altura de esos desafíos y en eso hay que reconocer el liderazgo de los alcaldes, del Gobernador, de las demás corporaciones, en especial Corantioquia y el Área Metropolitana. La definición de esos proyectos han tenido una mirada integral de los territorios y eso nos permite mirar con optimismo y mucha responsabilidad nuestro futuro.
Ese futuro pasa por la consolidación de los esquemas asociativos territoriales. ¿Cuál es la visión de Cornare frente a las iniciativas de crear una provincia o un área metropolitana en el Oriente antioqueño?
No tendría ninguna inclinación por alguno de esos esquemas asociativos contemplados dentro de la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial. Lo que es claro y hace parte de esa visión compartida del desarrollo es poder capitalizar esa voluntad política de los mandatarios locales de trabajar proyectos con impacto regional. Más allá de si es una provincia o un área metropolitana, la clave es trabajar juntos en términos de las complejidades regionales, con visiones más allá de los límites administrativos y sin afán de protagonismo individual. Si queremos tener modelos de desarrollo integrales y de mayor impacto, la asociatividad, sin duda, es el camino más seguro y práctico de avanzar como país. No sólo para mejorar nuestra competitividad, sino para generar nuevas condiciones de empleo, salud, cultura, educación y, por supuesto, sostenibilidad.
Una sostenibilidad que ahora ocupa un lugar preponderante en la agenda global, nacional, regional y local. ¿Cómo articular todas esas iniciativas en torno a la emergencia climática declarada por el Gobernador de Antioquia a comienzos de su administración, en 2020?
Lo primero que hicimos fue firmar un Acta de Entendimiento con 48 organizaciones público privadas, en la que nos comprometimos, respetando los radios de acción y de competencia, en el objetivo fundamental de revertir y mitigar los fenómenos asociados a la crisis climática y el calentamiento global. Y lo más importante de esas alianzas es que cada uno de los actores tenga clara su hoja de ruta y la articule en los aspectos integrales del concepto de cambio climático, que no es igual ni tiene los mismos impactos en todos los territorios. Lo valioso de todo este ejercicio es compartir esas visiones y consolidar una apuesta regional y definir un Plan de Acción por el Clima, tal como quedó acordado en el documento presentado por el Gobernador a 2050. En el caso del Oriente antioqueño, desde febrero estaremos trabajando en él, pero incluyendo otras variables del desarrollo regional. Ahora más que nunca es importante romper con esas visiones cortoplacistas y dejar de planear para cada cuatro años. Si algo podemos mostrar en Cornare con orgullo es lo valioso que ha sido tener visiones de largo plazo.