Tras la publicación del informe Planeta Vivo, de WWF, se conoció el estado crítico de la biodiversidad en diferentes regiones del planeta y la necesidad de que los gobiernos, las empresas y la sociedad civil tomen medidas transformadoras urgentes que reviertan esta situación.
Uno de los hallazgos más reveladores del informe, que sale a la luz cada dos años, es que más de la mitad de los corales del mundo ya se perdió. Otro dato preocupante es que especies como el delfín rosado disminuyeron un 65% por el aumento de la pesca selectiva.
Entre los factores que causan la degradación de los sistemas terrestres, marinos y de agua dulce están los cambios de uso del suelo, la sobreexplotación de plantas y animales, el cambio climático, la contaminación y las especies exóticas invasoras, dice el estudio.
El documento, de 59 páginas, destaca, entre otros puntos, que el mundo enfrenta una doble emergencia inducida por el hombre, la crisis climática y la pérdida de biodiversidad, que amenazan el bienestar de la humanidad. Además, para el caso de América Latina, a pesar de ser una de las regiones más biodiversas del planeta, se encontró hasta el 94% de disminución en algunas zonas monitoreadas.
El informe Planeta Vivo monitorea 32.000 poblaciones de 5.230 especies del planeta y es el diagnóstico más exhaustivo que WWF ha hecho hasta el momento del estado de las poblaciones silvestres de vertebrados a nivel mundial.
El parámetro de medición usado es el Índice Planeta Vivo (IPV), el cual hace un seguimiento de la abundancia en poblaciones de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios. La relevancia de las tendencias registradas es que muestra una radiografía de los cambios en los ecosistemas y alerta sobre su estado de salud. De igual forma, el IPV permite observar medidas de éxito cuando se aplican políticas de conservación adecuadas.
“Este diciembre, en la conferencia de biodiversidad COP15 de la ONU, los líderes tienen la oportunidad de restablecer nuestra relación rota con el mundo natural y ofrecer un futuro más saludable y sostenible para todos con un ambicioso acuerdo global de biodiversidad positivo para la naturaleza. Frente a la creciente crisis de la naturaleza, es esencial que este acuerdo brinde una acción inmediata sobre el terreno, incluso a través de una transformación de los sectores que impulsan la pérdida de la naturaleza y apoyo financiero a los países en desarrollo”, expresó Marco Lambertini, director general de WWF Internacional.
América Latina, en riesgo latente
Según el informe, la deforestación en zonas tropicales genera emisiones de carbono y conduce a climas locales más cálidos y secos, incrementando la cantidad de sequías y de incendios y, dependiendo de su magnitud, reduce las precipitaciones y modifica sus patrones globales.
“Esto es perjudicial para el clima, la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia de millones de personas a nivel global. La contribución de los bosques a la seguridad alimentaria y nutrición exige una mayor atención en políticas forestales, pues su deterioro se traducirá en una reducción de la productividad agrícola”, dice el estudio.
Además, los 89 autores del informe, identifican diez áreas de alta prioridad para la mitigación de riesgos y algunas están en América Latina: la cuenca del Amazonas (que está constituida por todos los ríos que drenan al río Amazonas); el bosque Atlántico (ubicado en Brasil, Argentina y Paraguay); y el norte de los Andes hasta Panamá y Costa Rica. También se incluye en estas áreas prioritarias al Himalaya, el sudeste asiático, la costa oriental de Australia, el bosque seco de Madagascar, el Rift Albertino, las montañas del Arco Oriental en el este de África y los bosques guineanos del oeste de África.
Otros hallazgos
Entre las revelaciones más contundentes de este estudio está que, en cuanto a especies, las poblaciones de agua dulce muestran un mayor descenso general en el ámbito mundial con un 83%. Por ejemplo, una de las poblaciones del delfín rosado del Amazonas (Inia geoffrensis) evaluadas en el informe, sufrió una disminución del 65% debido al aumento de la pesca selectiva, así como a las presiones impuestas por el rápido crecimiento de la población humana.
La mitad de los corales del planeta se ha perdido y ello desencadena un impacto negativo múltiple, pues albergan a un cuarto de todas las especies marinas y dan soporte a una compleja cadena trófica que incluye a los humanos. Además, la abundancia mundial de 18 de las 31 especies de tiburones y rayas oceánicas se ha reducido un 71% en el último medio siglo.
Con respecto a la Amazonia, su cuenca se encuentra degradada en un 17%. Este dato es, por demás, muy preocupante si se tiene en cuenta que la ciencia estableció que el punto de no retorno está en el umbral de entre 20 y 25 % de deforestación y degradación forestal combinadas.
“El promedio de disminución para las poblaciones de vertebrados de América Latina y el Caribe, que el índice monitorea, alcanza 94% con respecto a las cifras de 1970. Estas cifras nos muestran lo urgente que es que enfrentemos ambas crisis, la climática y la de pérdida de biodiversidad, de manera articulada y proporcional a la gravedad que denotan”, dijo Luis Germán Naranjo, director de Conservación y Gobernanza de WWF Colombia.
De otro lado, Naranjo asegura que las cifras del Índice Planeta Vivo no deben ser interpretadas de manera apocalíptica ni como un punto de no retorno.
“Más bien, debemos verlas como una señal de alarma que nos advierte de la urgencia de actuar ahora. Todavía estamos a tiempo de revertir la pérdida de biodiversidad y algunas de las especies evaluadas por este índice han mostrado aumento en el tamaño de sus poblaciones”, agregó Naranjo.
El documento también deja en claro que “la doble crisis ambiental se puede mitigar con el aumento de los esfuerzos de conservación y restauración, la producción y el consumo de alimentos de forma más sostenible, y la rápida y profunda descarbonización de todos los sectores”.