Sin poder estar cara a cara, pero con la cercanía que brinda la virtualidad, a Jorge Mario Gallego se le siente la “buena química” cuando habla de sostenibilidad. Trabaja en Andercol como gerente del componente ambiental y es el responsable de mantener un equilibrio del más alto riesgo corporativo: que el negocio no sólo tenga rentabilidad económica, sino ambiental y social, porque no es posible hacerlo sostenible si una de esas bases se rompe por presión de las otras.
Por más de 55 años, Andercol ha madurado un esquema de sostenibilidad que ahora le permite competir en los mercados mundiales con empresas de alto calado y mantener una promesa de valor que va más allá de los dividendos monetarios, importantes, sin duda, pero que no están por encima de los códigos de ética y Buen Gobierno Corporativo. La sostenibilidad es el negocio mismo.
Andercol hace parte del Grupo Orbis, que abarca cuatro negocios: pinturas, químicos, comercio y aguas, con no menos de 2.200 empleados en cuatro países (Colombia, Brasil, México y Ecuador), de los cuales 520 personas laboran para Andercol, un poco más de la mitad en su sede de Cartagena.
Como a muchas otras organizaciones, la pandemia cogió a la compañía en buen estado de salud, pero no inmune a los contagios de la recesión económica global, las dificultades del comercio internacional, los efectos sobre la demanda de productos y, sobre todo, del riesgo en la salud de sus empleados. Andercol no sólo mantuvo todos sus puestos de trabajo, sino que ajustó buena parte de los procesos, innovó y las cifras estuvieron dentro de los terrenos de lo aceptable, que ya es mucho decir, conociendo los estragos financieros que el COVID-19 sigue provocando en la economía mundial.
Dentro de la serie de informes especiales sobre sostenibilidad empresarial, y en desarrollo de los resultados obtenidos por las principales compañías antioqueñas dentro del ranquin 2020 del Dow Jones de Sostenibilidad (IDJS), en el que ocho de los 10 primeros lugares fueron ocupados por empresas paisas, hablamos con Gallego sobre cómo opera el concepto de sostenibilidad en Andercol y cuáles cree que son las claves del buen desempeño ambiental del ecosistema empresarial antioqueño.
¿Cuáles crees que son las claves de las empresas antioqueños para que el tema de la sostenibilidad sea tan fuerte dentro de su ADN corporativo?
Jorge Mario Gallego: Lo primero que hace exitoso ese proceso es que existe una conciencia muy clara, desde los directivos hasta los dueños, que entiende la sostenibilidad desde su mayor expresión; esto es, desde lo económico, lo ambiental y lo social. Esos atributos deben ser gestionados en equilibrio y así como existe una búsqueda del resultado económico, porque una de las premisas de las empresas es que se genere valor patrimonial para todos los actores, debe existir también una gestión sobre lo ambiental y lo social, pues de lo contrario toda la arquitectura del negocio sería insostenible.
No es posible ser rentables en lo económico si no hay rentabilidad social y ambiental. La sostenibilidad es el negocio.
Ahora, llegar a ese equilibrio ha demandado mucho tiempo de maduración y constancia. Andercol acabó de cumplir 55 años de fundación, pero Pintuco, que también hace parte del Grupo Orbis llegó a los 75 años, lo que demuestra la capacidad adquirida en la gestión de esos componentes de la sostenibilidad.
Y en Andercol, entonces, ¿cuáles son los pilares centrales de esa visión sostenible, entendiendo que la empresa está en un sector de alto impacto, como es la producción de un gran número de insumos químicos?
Como parte del Grupo Orbis, que agrupa cuatro negocios y donde hasta hace poco más de dos años existía una gestión interna en el Centro de Servicios Compartidos, se comenzó a generar un esquema coordinado, planeado, de ejecución en asuntos de sostenibilidad. Aunque desde 2011 ya había alguien responsable de los temas de sostenibilidad en Orbis y se generaron los primeros reportes, en 2018, por orden del Grupo, se desmontó el Centro de Servicios Compartidos, es decir, procesos que se estaban manejando de forma centralizada, pasaron a los negocios.
Así, Andercol gestiona con autonomía, pero le reporta a Orbis. Fue así como el Grupo retomó los temas sobre sostenibilidad y ahora esta compañía tiene una estrategia de sostenibilidad con tres pilares: Planeta, que da respuesta a los asuntos ambientales; otro de Prosperidad, que da respuesta a los temas económicos; y un tercero que lo llamamos Personas, que da respuesta a los temas sociales.
Código de buen gobierno: lo que en otras compañías del empresariado antioqueño llaman las 3P. ¿Cómo se aplica en un sector de alta demanda de productos químicos, no sólo para la industria y el comercio, sino para el de alimentos, salud y bienestar?
Dentro de la estrategia que renovamos el año antepasado, lo primero que decidimos fue mantener un diálogo permanente con nuestros grupos de interés. Desde los accionistas, los clientes y proveedores, hasta las entidades gremiales y de gobierno, las comunidades y, por supuesto, con los propios empleados. Y luego, definimos lo que llamamos la matriz de materialidad, que no es otra cosa que identificar aquellos elementos que para Andercol son importantes dentro de ese diálogo y establecer una vía de doble comunicación.
Se hizo un ejercicio interno con el Comité de Dirección, en el que de una serie de asuntos materiales que son normales dentro del concepto de sostenibilidad, filtramos cuáles eran los que a Andercol le interesaba socializar con esos grupos de interés y establecer qué nivel de control teníamos. Después de tomar una muestra representativa de actores, aplicamos un cuestionario que nos permitió indagar cuáles de esos elementos materiales les interesaba establecer una conversación con Andercol. Así construimos la matriz de materialidad y los priorizamos, los filtramos y los ubicamos en las 3P (Planeta, Prosperidad y Personas).
Con ese instrumento es que gestionamos de forma consciente esos diálogos multiactores. Ese modelo es flexible y constantemente se ajusta, según las necesidades y las demandas que aparecen en el ejercicio de diálogo.
Un concepto de materialidad que se traduce en acciones que van más allá, incluso, de los grupos de interés e impactan los entornos, los territorios donde se llevan las operaciones de la compañía. ¿Cuáles son esas acciones de Andercol en temas relacionados con la calidad del aire, la movilidad limpia, la protección del agua…?
Nosotros tenemos claro que no sólo tenemos una responsabilidad ambiental en lo interno, sino externa, pues nos debemos a los clientes, los proveedores y a las comunidades. De hecho, lo primero que hacemos es articular nuestras acciones con las autoridades ambientales, las CAR, a través de los programas de producción y consumo sostenibles. Por ejemplo, en Barbosa, que es la única región donde aún tenemos operaciones dentro del Valle de Aburrá, trabajamos de la mano con Proaburrá Norte desde su misma creación.
Mantenemos diálogo constante con Corantioquia y el Área Metropolitana, con las que desarrollamos programas de movilidad sostenible y hace rato usamos energías limpias en el proceso logístico. Apoyamos los planes de cambio climático y tenemos un compromiso claro y serio en torno a la reducción de la huella de carbono. La gestión eficiente del agua es trascendental para la organización y en Barbosa hemos hecho inversiones muy altas en la reutilización del recurso hídrico, como quiera que los vertimientos a las fuentes de agua es mínimo y siempre después de tratarla.
Andercol cree y aplica los principios de la economía circular, en la que buscamos desarrollar procesos de simbiosis industrial con otras empresas que están interesadas en trabajar con residuos nuestros, y viceversa. Dentro de esa economía circular, le estamos trabajando muy duro al reciclaje químico de materiales que salen de envases y empaques ya utilizados para ser aprovechados en procesos nuevos en Andercol.
Economía circular que cada vez depende más de las Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN)…
Es muy interesante el tema porque implica hablar de la bioeconomía. Andercol, por ser una industria química, maneja todavía mucha materia prima derivada de fuentes no renovables, pero venimos explorando y estudiando el concepto de química verde, con la que podamos tener más materias primas biobasadas (aceites) y, por ejemplo, en el tema de energías limpias, estamos desarrollando en Cartagena granjas solares que nos ayuden, de forma gradual, a ser autosostenibles. Cuando hablamos de bieconomía nos referimos a la transición que estamos haciendo del uso de materias primas no renovables por renovables.
El otro punto central es lo que llamamos reciclaje químico, en el que usamos botellas PET de colores, o que hay contenido aceite, para sacar las materias primas que conformaron esos recipientes y fabricar resinas de poliéster, que es una de las líneas de negocio que tenemos. También exploramos con otros materiales como el poliestireno y el aceite de cocina usado, con un equipo de emprendimiento que busca crear redes de economía circular que aseguren el abastecimiento del producto, desarrollar tecnología que nos brinden oportunidades de uso y encontrar mercados nuevos con innovación para poder incorporar esos productos.
¿De lo que se trata es de tener un sistema de innovación robusto y un equipo de expertos que traduzcan el conocimiento en oportunidades de negocio?
Dentro de la estrategia de sostenibilidad en Andercol, un elemento propulsor es la innovación. Desde hace mucho tiempo, el conocimiento y la tecnología son parte del éxito del negocio, sobre todo en un sector tan competido como el de la industria química. Eso ha llevado a conformar un grupo de desarrollo e investigación de la más alta capacidad profesional y ética empresarial, del que hacen parte más de 70 personas, la mayoría ingenieros químicos y afines.
Con ellos, adelantamos un novedoso proceso de producción centrada en los clientes, pues ahora no hacemos cosas para que la gente compre, sino productos que las personas necesitan y ofrecerles una solución. Ese nuevo modelo de innovación que se está incubando tiene elementos muy claves de emprendimiento, agilidad, intercambio de conocimiento con pares externos y creando redes con universidades, institutos tecnológicos y centros de investigación.
En otras palabras, trabajar con la academia para tomar decisiones basadas en evidencia, tal importante ahora que la pandemia nos ha develado nuestras culpas…
Sin duda, pero Andercol ha trabajado siempre con la academia y ese proceso se sigue estrechando con el paso del tiempo, porque la tecnología cambia rápido y los procesos de mejora son continuos. No sólo trabajamos con las universidades, sino que buscamos tener el mejor talento que desde ellas de desprende. Esa relación es gana-gana, porque mientras les demos oportunidades a sus estudiantes para que vengan a trabajar con nosotros, podremos asegurar que de otras partes vengan también a enseñarnos a hacer mejor lo que hacemos.
El modelo de innovación nuestro está soportado, en buena medida, en ese trabajo coordinado con las universidades.
¿Y ese modelo de innovación como se lleva al trabajo de interacción con las comunidades que están asentadas en los territorios donde opera la empresa?
El área de Gestión Humana tiene un capítulo sobre relacionamiento con comunidades y trabajamos en llave con la Fundación Pintuco, que es transversal al Grupo Orbis, con la que desarrollamos programas de alto impacto social y buscando siempre mejorar la calidad de vida de sus miembros. Lo más valioso de todo esto es que brindamos oportunidades y conocimiento para ellas mismas puedan generar sus emprendimientos de negocio.
En Cartagena, por ejemplo, a través de la Fundación Mamonal, ayudamos a las comunidades ubicadas en zonas vecinas y también por intermedio de empresas contiguas a Andercol. Trabajamos muy de la mano con una gran empresa, Essential, que produce elementos de aseo, y juntos hacemos limpieza de la Ciénaga de la Virgen, adonde llegan vertimientos y residuos que incluso separan geográficamente a las comunidades. Construimos puentes de plástico y eso ayudó a reparar el tejido social de esas personas.
En Barbosa, a través de Proaburrá Norte, adelantamos trabajos comunitarios con los que buscamos que esas personas sean generadoras de su propio desarrollo. Ahí es que se consolida una parte de nuestro modelo de sostenibilidad.