El centro del país está a un paso de lograr un anhelo de casi cincuenta años. Con la promulgación del Acto Legislativo 02 del 22 de julio de 2020, mediante el cual se modifica el Artículo 325 de la Constitución Política, la creación de la Región Metropolitana Bogotá-Cundinamarca está a meses de hacerse realidad.
Esto significa que la nueva figura asociativa podrá tomar decisiones de superior jerarquía sobre las del Distrito Capital, las de los municipios que se asocien y las del Departamento de Cundinamarca en lo relacionado con los temas objeto de su competencia. Además, que las entidades territoriales que la conformen mantendrán su autonomía territorial y no quedarán incorporadas al Distrito Capital.
A grandes rasgos, esto quiere decir que el sueño de poder trabajar de manera planificada como región y no de forma aislada en temas ambientales, de movilidad, de alimentación y de servicios públicos, entre otros aspectos comunes; y poder planificar articuladamente, con visión de desarrollo sostenible, va a ser una realidad para un territorio que concentra cerca del 30,4% del PIB nacional y una población cercana a los 10 millones de habitantes.
“Colombia ha sido un país centralista. En Bogotá se concentran muchas de las funciones y muchas veces se legisla desconociendo realidades territoriales. Acá hay un componente de abrirnos a lo que significa ser un país de regiones. En gran medida, el Proceso de Paz tenía esa visión. Este es un cambio de mentalidad para reconocer las diferencias territoriales. Esta reforma constitucional va en la vía de que la Nación pueda delegar y desconcentrar funciones en la Región Metropolitana”, comentó Juanita Goebertus, representante a la Cámara, ponente e impulsora de la reforma.
¿Por qué una región metropolitana?
En la búsqueda de un esquema asociativo territorial que supliera las necesidades de Bogotá y Cundinamarca, la figura de área metropolitana no encajaba y se convertía en una camisa de fuerza al no lograrse que la Gobernación de Cundinamarca hiciera parte de la nueva instancia ya que se sentía en inferioridad de condiciones frente al Distrito.
Esta fue una de las condiciones primordiales a la hora de plantear la necesidad de crear la región por el temor histórico de los municipios del departamento a perder autonomía debido a la preponderancia de Bogotá, como capital de departamento y del país. Esto fundamentado en experiencias traumáticas como la anexión a la capital de seis municipios vecinos en 1954 (Usaquén, Suba, Engativá, Fontibón, Bosa y Usme).
“Con el acto legislativo lo que se hace es una construcción de confianza para pensar en esta región. Y uno de esos puntos es la participación de la Gobernación de Cundinamarca, aspecto que no está contemplado en la figura de áreas metropolitanas. El departamento lleva a la región su visión y también tiene el entendimiento municipal. Es un actor que le da confianza a los municipios frente a los temores históricos”, dijo Patricia González Ávila, secretaria de Integración Regional de la Gobernación de Cundinamarca.
Otro punto a destacar es que la región no tendrá un municipio núcleo sobre el cual giren las demás poblaciones. En ese sentido el punto 5, del Parágrafo Transitorio 2, del Acto Legislativo, dice que “habrá un sistema de toma de decisiones que promueva el consenso. No se contemplará la figura de municipio núcleo como estructura organizacional ni habrá lugar al derecho al veto. Ninguna decisión sobre los temas que defina la Región Metropolitana podrá ser tomada por una sola de las entidades territoriales asociadas”.
Para César Carrillo, director de Abastecimiento de la Alcaldía de Bogotá y coordinador de la puesta a punto de la ley orgánica, esta iniciativa tan importante debió concretarse desde hace 50 años.
“Hay unos hechos metropolitanos innegables y muy buena parte de los problemas que hay en Bogotá y en Cundinamarca se deben a la desarticulación. Cada uno va por separado. Desde lo sociocultural se ve que hay una predisposición porque no entendemos lo que significa pensar de manera regional y eso está mal. En Bogotá no se dimensiona la importancia que significa el territorio de Cundinamarca en diferentes aspectos. Por eso se hizo tan difícil el ambiente político para llegar a ese acuerdo en el pasado”, sostuvo Carrillo.
Ese ambiente político encontró un escenario favorable para la creación de la Región Metropolitana Bogotá-Cundinamarca en las administraciones actuales de la alcaldesa Claudia López y del gobernador Nicolás García.
“Para nosotros es fundamental la presencia de la Gobernación de Cundinamarca en cualquier figura que nos integre. Además, no solo son importantes los municipios circunvecinos a Bogotá, sino los 116 que integran el departamento. Por eso vimos la necesidad de crear una figura diferente que finalmente surtió los ocho debates y se aprobó en el Congreso de la República”, aseguró Buenaventura León, representante a la Cámara por Cundinamarca.
Los impactos
Son muchos los impactos que se verán reflejados en la población de esta zona del país en el día a día con la creación de la Región Metropolitana. Se van a poder gestionar y administrar temas comunes que sobrepasan la capacidad de los municipios como tener un sistema integrado de transporte, una prestación de servicios públicos equitativa y mitigar problemas ambientales, entre otros aspectos.
Además, se trabajará coordinadamente en materia ambiental, por ejemplo para obras como la descontaminación del río Bogotá. También en puntos como una mejora en la logística de distribución de alimentos, para que lleguen a Bogotá, se paguen de manera justa con menos intermediación y se puedan adquirir a mejores precios.
Otro impacto importante es el que se puede lograr en la movilidad y en integración del transporte público, ya que muchos de los pobladores de la sabana tienen que pagar hasta tres peajes para salir de sus municipios. Con la nueva figura asociativa no pasaría más eso.
Un tema que genera controversia es el de las concesiones viales que se hacen desde la Nación por las autorizaciones hechas desde el Gobierno central, sin ninguna consideración sobre los impactos económicos, sociales y ambientales en la región.
“En ese sentido, uno de los pedidos constantes de los municipios es poder participar en esas decisiones y que no se impongan. En la medida de que se fortalezcan esos procesos hay muchas competencias que podrían asumirse desde lo local y que no tienen que seguir manejadas desde Estado nacional con esa lógica paternalista”, expresó Goebertus.
¿Cómo se conformará?
La reforma constitucional establece que los municipios que pueden ingresar son los que comparten con Bogotá dinámicas territoriales, económicas, sociales o ambientales. Y uno de los aspectos fundamentales que debe incluir la ley orgánica (que está en elaboración) es cuál es el procedimiento de ingreso de los municipios y cómo se van estableciendo anillos o escalas de acceso a la Región Metropolitana.
De ahí que lo que se busca es que no sea una región ingobernable con parches de municipios muy alejados que quieren ingresar antes de que otros más cercanos lo hagan. La finalidad es proteger el borde rural para realizar una contención de la expansión urbana.
“Así el Distrito Capital deja de tener una visión arrogante y asume una de interdependencia. Esto quiere decir que si bien es cierto que Bogotá es un centro de producción; no respira, no se alimenta y no tiene agua sin Cundinamarca. Y la capital no pierde nada. Reconocemos que para poder hacer uso de esos recursos ecosistémicos debemos pagar. No puede ser posible que el agua se le compre a precio de huevo a Cundinamarca y se les venda a precio de oro a los municipios del mismo departamento”, agregó la representante Goebertus.
Entre los puntos más importantes para el desarrollo de la Región Metropolitana estuvo fijar de manera conjunta en la reforma constitucional que no se afecte la financiación de los municipios ni de la Corporación Autónoma Regional (CAR). La discusión, en un futuro, será si se creará una autoridad ambiental regional, lo que no está descartado, pero seguro no afectará las finanzas de la CAR.
Además, el Consejo Regional será su máximo órgano de gobierno y estará conformado por el Alcalde Mayor de Bogotá, los alcaldes de los municipios del departamento que se asocien y el Gobernador de Cundinamarca.
¿Qué sigue?
Tras la promulgación del Acto Legislativo, el segundo semestre del año está destinado a lograr un proceso participativo con asambleas, cabildos abiertos en los municipios y audiencias públicas en el Congreso de la República para construir de manera conjunta esa estructura de la ley orgánica.
La reforma constitucional estableció que este proceso debe tener en cuenta a los entes territoriales y a la ciudadanía. Por ejemplo, se debe establecer el mecanismo para que un municipio decida si va a pertenecer, o no, a la Región Metropolitana. Si eso se va a hacer por consulta popular, votación de los concejos o por decisión de los alcaldes.
Además, se debe precisar el régimen de financiación y el proceso de toma de decisiones. También está por saberse cómo pesan las determinadas voces dependiendo del impacto de una decisión que afecte a un determinado municipio.
“Se va definir el Consejo Directivo para saber cómo se tomarán las decisiones y su jerarquía. También se conocerán las competencias de Bogotá y Cundinamarca. Además, las del Gobierno Nacional para que la nueva figura tenga éxito”, comentó Carrillo.
Esos son algunos de los temas que se deben abordar durante el periodo legislativo que está en curso para que a inicios de 2021 se radique la ley orgánica y la Región Metropolitana Bogotá-Cundinamarca sea, de una buena vez, una realidad.