La ratificación del diplomático portugués António Guterres para un segundo mandato como secretario general de la Organización de las Naciones Unidas hasta 2026 tuvo en la palabra recuperar su verbo rector.
Ante el pleno de la Asamblea General y con las sirenas encendidas aún como consecuencia de la llamada triple crisis: climática, de pérdida de biodiversidad y deterioro social, Guterres se apresuró a marcar la ruta: recuperar la confianza en el multilateralismo como instrumento esencial de una nueva era de cooperación internacional que asegure que “nadie se quede atrás”.
No resulta una sorpresa que el ratificado secretario general de la ONU haya insistido tanto en recuperar la confianza global, dadas las críticas recurrentes al papel que el organismo mundial viene jugando en torno a la falta de liderazgos colectivos y, por ende, la aparición de movimientos nacionalistas que han dado al traste a muchos de los programas de cooperación internacional, en especial los referidos a la lucha contra la pobreza, las migraciones, los conflictos armados y, por supuesto, la lucha contra la pandemia del COVID -19.
Dados los pobres resultados en los compromisos adquiridos por las grandes potencias frente al calentamiento global, la pérdida de biodiversidad, la deforestación, la contaminación de los océanos y la reducción de los gases de efecto invernadero, es decir, los temas gruesos del Acuerdo de París de 2015, Guterres deberá aprovechar el regreso de los Estados Unidos a los escenarios mundiales contra el calentamiento global y capitalizar las inversiones previstas por la Unión Europea y el Reino Unido respecto de una transición energética hacia energías limpias.
No le alcanzará al secretario general de la ONU mantener un discurso conciliador y de buenos propósitos como hasta ahora lo ha hecho en sus 4 años y medio de mandato, pues no sólo el tiempo corre en su contra para revertir los impactos climáticos globales, sino para salvar la mayor parte de las metas fijadas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, cuyos resultados no son muy alentadores después de más de cinco años de estar vigentes.
Guterres ha dejado clara su misión: “No podemos hacer nada solos. Debemos reconstruir la solidaridad y la confianza. Si hay algo que necesito hacer mejor en mi segundo mandato es asegurarme de hacer todo lo posible para reconstruir la confianza. Confianza en los gobiernos, en la gente y las instituciones, y confianza en las Naciones Unidas”.
Y en términos de la triple crisis, lo que Guterres llama confianza, los expertos le dicen recursos, dinero, porque las inversiones y los aportes siguen siendo insuficientes para mitigar los daños causados y, lo peor, para restablecer los niveles de bienestar que se fueron al piso por causa de la pandemia, en especial, en los países más pobres.
Qué promete Guterres en su segundo mandato
A la salida de la Asamblea General, Guterres dijo que “es el momento de fortalecer el multilateralismo, de entender que ningún país puede hacer nada solo, que independientemente de las divisiones, los países deben unirse. Este es el mensaje más importante que estoy enviando hoy: reconstruir la confianza es la manera de hacer posible lo imposible. Si seguimos divididos lo imposible seguirá siendo imposible y las fragilidades del mundo causarán más sufrimiento a la gente, sobre todo a la más vulnerable”.
Y agregó: “Nos encontramos ante una encrucijada que puede llevarnos al precipicio o al progreso. Al precipicio de las crisis perpetuas o a la perspectiva de llegar a un futuro mejor, más seguro y en armonía con la naturaleza que nos beneficie a todos. Y yo haré todo lo que pueda para que optemos por el progreso”.
Guterres aseveró que la igualdad consiste en llegar a comprender y gestionar mejor los bienes públicos globales, entender el creciente conjunto de preocupaciones compartidas del que depende nuestro bienestar como raza humana y que debemos presentar de un modo colectivo con mejores formas de gobernanza.
Una gobernanza que implica avanzar en la equidad, la solidaridad, la empatía y la defensa de los derechos humanos y la libertad de prensa.