Ni los tiempos de la “Guerra Fría” habían logrado poner en extremos tan radicales a las grandes potencias a la hora de identificar quién es realmente el responsable de la pandemia y dónde se originó el coronavirus que la expandió por todo el planeta. Que salió de un laboratorio en Wuhan. No, que saltó de un murciélago a un pangolín que se comercializó en un mercado chino y de éste a los humanos. Aún no se sabe la verdad.
Por lo pronto y después de más de un año de sufrir la pandemia, la OMS recibió hace unas semanas el informe oficial de sus enviados a China, pero son más las dudas que las certezas sobre el origen del COVID-19 y otras las prioridades de la comunidad internacional, ahora que el mundo parece haber entrado en una nueva ola de contagios, más agresiva y rápida, como consecuencia de la mutación del virus, las llamadas nuevas cepas del SARS-CoV-2.
Así, tendremos que contentarnos, por ahora, con las cuatro posibles teorías que se desprenden del confuso informe de la OMS, ninguna descartable. Una de ellas advierte que Wuhan, y su mercado de Huanan, no pueden considerarse como el punto de origen de la pandemia.
Las pesquisas de los investigadores indican que hubo otros casos antes que no tenían ninguna relación con ese lugar, pues en diciembre de 2019 hubo una considerable transmisión del virus en la comunidad que tampoco puede asociarse con ese lugar.
La misión científica consideró que lo más probable es que el coronavirus pasó del reino animal al ser humano, pero sin determinar cómo ocurrió y la especie responsable. El murciélago y el pangolín gozan, por ahora, de la presunción de inocencia y es necesario respetarles el debido proceso.
Quedamos fríos
Otra de las pistas, la de un eventual origen del coronavirus a partir de una cadena de frío mal utilizada, queda abierta el informe, pero sin contundencia alguna.
Una más, considerada como “muy probable” es que el coronavirus pudo haber llegado al ser humano procedente de un animal con coronavirus parecidos (quizá un murciélago o un pangolín) pero no directamente, sino a través de uno o varios animales intermedios.
Lo relevante es que aunque el ADN del SARS-CoV-2 es un 96% parecido a otro coronavirus detectado en el murciélago de herradura, los expertos consideraron que la distancia evolutiva entre uno y otro virus es de “varias décadas” y supone un eslabón perdido.
Lo contraevidente de esta teoría es que no se han encontrado evidencias de SARS-CoV-2 en muchos de los animales domésticos y salvajes criados en granjas de China.
El informe no consideró la posibilidad de una liberación deliberada del coronavirus, ya descartada anteriormente por otros expertos tras analizar el genoma del SARS-CoV-2, pero no cierra la puerta a una liberación involuntaria en laboratorio, ya que “aunque son raros, los accidentes ocurren y varios laboratorios del mundo trabajan con coronavirus”.
El informe indica que el coronavirus de murciélago mencionado, el más próximo al SARS-CoV-2, era estudiado en el Instituto de Virología de Wuhan y que el centro de control de enfermedades de las ciudades se cambió de sede el 2 de diciembre de 2019, un momento en el que los trabajos de laboratorio pueden sufrir perturbaciones.
Sin embargo, el informe señala que los tres laboratorios de Wuhan que estudiaban coronavirus tenían altos niveles de bioseguridad, que no se reportaron incidentes en la mudanza del 2 de diciembre y que ningún genoma en ellos era idéntico al SARS-CoV-2.
La teoría del origen de la pandemia en un laboratorio, en consecuencia, es altamente improbable, concluyó el informe.
La transmisión directa desde un animal al hombre o el contagio a través de la cadena alimentaria, quizá por comida congelada que podría incluso provenir de países diferentes a China, hacen parte de las teorías.
Aunque en algunos países los seres humanos llegan a consumir murciélagos o pangolines, los expertos dijeron que no hay evidencia directa de transmisión del coronavirus de esta forma, ni se detectó carne de ellos en los mercados de Wuhan.
Ahora, sobre la teoría de la cadena alimentaria como posible transmisor, el informe admite que China tuvo en 2020 rebrotes del coronavirus relacionados con carne congelada procedente de otros países y se ha comprobado que ese y otros coronavirus pueden sobrevivir en temperaturas bajas. Sin embargo, en contra de esta teoría se indica que la concentración de coronavirus encontrada en alimentos congelados era muy baja y que sería muy extraño que el virus circulara ya en la cadena alimentaria antes de que se hubieran detectado grandes brotes de transmisión entre humanos.
Los investigadores sugieren, pero sin pruebas contundentes, que existe la posibilidad de una circulación ignorada en otros países y considera importante investigar esos casos anteriores. Eso le sirve al gobierno chino que ha insistido en que el virus no se propagó desde Wuhan, sino que llegó allí desde otro lugar. ¿Cuál?