Cambio Climático y ODS: dos agendas del desencuentro

Colombia está perdiendo la oportunidad de articular los Objetivos de Desarrollo Sostenible con la política sobre Cambio Climático. Cómo sincronizar agendas.

Los ODS y políticas sobre cambio climático

 

Colombia tiene tiempo para sincronizar la piñonería de dos sistemas que deben trabajar articulados: los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y las políticas públicas sobre Cambio Climático.

 

Y cuando decimos que tiene tiempo es porque no lo está haciendo ahora, pese a que ambas agendas están definidas desde hace más de un lustro y no hay espacio para más dilaciones y, peor, para desencuentros en materia de la sostenibilidad planetaria.

 

A instancias de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el Instituto de Ambiente de Estocolmo y la Universidad del Rosario, un grupo de expertos viene trabajando duro y sin pausa en la necesaria tarea de revisar y hacer ajustes en ambas agendas, pues es urgente reconocer que si no están alineadas, articuladas y disponibles para la participación multinivel y multiactor, las metas contenidas en ellas no sólo se malograrán, sino que impedirán avanzar en la dirección correcta.

 

Pero cuál es el diagnóstico y cómo debe ser la acción para enderezar el camino de ambas agendas, teniendo en cuenta que los ODS son del ámbito global y el Cambio Climático es uno de esos Objetivos, el 13.

 

En las reflexiones del grupo de expertos que participaron en el conversatorio convocado por la Universidad del Rosario “Caminando hacia una articulación de los ODS 2030 con los Acuerdos de París sobre Cambio Climático”, es evidente que existen puntos de encuentro entre ambas agendas, pero la forma en que los actores las vienen trabajando las ha puesto, en muchos aspectos, por vías paralelas e, incluso, en contravía una de la otra.

 

Joseluis Samaniego, director de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la CEPAL, lleva varios años trabajando sobre los resultados alcanzados en ambas agendas, reconociendo los avances, identificando los obstáculos y señalando las posible rutas para avanzar hacia las metas de los ODS y el Cambio Climático.

 

Tal como lo advierte el informe de la CEPAL de 2020, los ODS acordados en 2015, en su mayoría, no se cumplirán a 2030 y una tercera parte de ellos será posible conseguirlos si se hacen los ajustes y los arreglos institucionales entre todos los actores de un ecosistema que es único.

 

Samaniego es claro en afirmar que los Acuerdos de París son una carga planetaria que debe soportarse en las llamadas Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC), porque es en ellas donde está el compromiso de los países con una agenda local que, cuando se multiplica, permite objetivos globales, en especial, sobre métricas para construir niveles de desarrollo sostenibles, medir la huella de carbono y fijar mecanismos de gobernanza con todos los actores del territorio.

 

Cuáles son los arreglos institucionales necesarios

 

Para avanzar en el cumplimiento de los objetivos fijados en ambas agendas, resulta conveniente, según el panel de expertos, validar los aciertos conseguidos y fortalecerlos en torno a varios principios. Primero, reconocer que los ODS y las políticas públicas sobre Cambio Climático buscan el desarrollo sostenible, los alcances de una no supeditan los de la otra y ambas son procesos de negociación que funcionan de forma independiente, pero se articulan en la coherencia, las sinergias, la coordinación y la asignación de recursos.

 

La mayor dificultad encontrada en el cruce de esas dos agendas es que no hay coherencia, las relaciones entre ambas son genéricas y los resultados son parciales, lo que no permite medir los impactos de forma eficiente, precisa y eficaz.

 

Aún así, y como ejemplo esperanzador, hay experiencias muy positivas que deben ser visibles entre los sectores involucrados en ambas agendas, porque permiten compartir conocimiento y mejorar los procesos de articulación interinstitucional de lo público y lo privado, la academia, los gremios y la ciudadanía.

 

Uno de esos sectores que viene avanzando es el de las energías limpias, no sólo en la matriz energética, sino en el uso de tecnologías sostenibles en el transporte, la agricultura y la salud. En el agro, por ejemplo, entre el 90 y el 95 por ciento de las NDC están soportadas en los ODS y en los impactos del Cambio Climático, sobre todo en relación con los sistemas alimentarios sostenibles, la reducción de las emisiones de GEI, la restauración de los suelos degradados y el uso de sistemas de bioeconomía.

 

Persiste, eso sí, un conflicto entre las dos agendas respecto del uso del suelo y la vocación agrícola de vastos territorios del país. Un pulso que deberá ser superado más allá de la disyuntiva entre desarrollo sostenible y crecimiento económico como parte del PIB.

 

Cumbre del G7, Reino Unido
La Cumbre del G7, que termina hoy en el Reino Unido, dio un paso central en la definición de nuevos compromisos contra el cambio climático y la reactivación económica global pos pandemia. Foto: france24.es

De hecho, el grupo de expertos destaca los alcances y las oportunidades previstas en la política de crecimiento verde como una base sólida para cumplir las metas de los ODS y el Cambio Climático.

 

De ahí la importancia y trascendencia de avanzar en la articulación intersectorial y multinivel de ambas agendas, siempre bajo la premisa de “No dejar a nadie atrás”, como lo pidió la Organización de las Naciones Unidas.

 

Y ese requisito pasa por el reconocimiento de lo que no está funcionando bien. Primero, persiste una atomización de funciones y de responsabilidades que impiden sincronizar ambos sistemas. Los diseños institucionales conservan viejos esquemas de relación que no permiten las sinergias y dificultan los procesos, en especial desde lo local hacia lo regional y de éste hacia lo nacional.

 

Seguimos siendo un país centralista, no porque todo se define desde las grandes urbes, sino porque desde lo local también hay demasiada concentración del poder

 

Los 10 pasos para sincronizar ODS y Cambio Climático

 

El panel de expertos convocado por la U. del Rosario dejó claro que el diálogo tiene que verse desde una visión compartida, como un todo, aprovechando las capacidades de cada uno de los actores y las simetrías entre ODS y Cambio Climático. Haciendo sinergias y utilizando economías de escala. Para ello, proponen estos 10 pasos:

 

  1. Definir agendas con visiones de largo plazo.
  2. Romper los esquemas burocráticos en todos los niveles.
  3. Lograr consensos sobre metas y objetivos transversales.
  4. Diseñar un modelo de gestión basado en la gobernanza multinivel.
  5. Acordar políticas de gestión pública de origen colaborativo y no de competencia.
  6. Promover valores compartidos y acciones concretas de cooperación.
  7. Privilegiar la asociatividad como mecanismo de concurrencia de objetivos comunes y establecer desde la institucionalidad escenarios de participación.
  8. Definir los modelos relacionales y rendir cuentas, en una especie de red de acción pública.
  9. Establecer una estrategia de comunicación que involucre a la ciudadanía y la haga parte activa y protagónica de los procesos.
  10. Formular proyectos concretos en los territorios más vulnerables y focos de conflictos sociales por la tenencia y uso de la tierra.

Como puede observarse, la receta no es única, pese a que tiene los mismos ingredientes.

 

En consecuencia, resulta imperativo conocer los factores habilitantes en ambas agendas y trabajar juntos para superar esos esquemas que no permiten lograr los objetivos, los llamados factores inhabilitantes.

 

Y ese paso implica reconocer que la articulación multinivel demanda una propia articulación de las políticas públicas con la gobernanza, entendida como la capacidad de todos los actores de llegar a consensos y a metas comunes del desarrollo.

 

El marco institucional colombiano, empero, no ofrece actualmente esa posibilidad, pues ese diálogo de las partes no se hace de manera homogénea, no alcanza los niveles requeridos para optimizar los procesos y prevalece un modelo de gestión centralista, con planes de acción sin cronogramas precisos, sin propósitos claros y sin visión de largo plazo en lo local, lo regional y lo nacional.

 

La oportunidad, única e inaplazable, pasa por redefinir los planes de desarrollo locales y regionales, así como la reformulación de las políticas públicas sobre cambio climático, en la perspectiva de la adaptación y mitigación del riesgo, pero también de nuevos modelos de ocupación de los territorios.

 

Dos ejemplos que pueden servir para avanzar con resultados tangibles, según los expertos, están en la economía circular y la cultura regenerativa, sobre todo cuando de la ganadería se trata. Es entender, dicen, que el modelo de las tres brechas funciona no sólo en la economía, sino y, sobre todo, en los ecosistemas.

 

Las tasas de crecimiento, la redistribución de los ingresos y la lucha contra las desigualdades son oportunidades que deben ser vistas en no menos de ocho sectores estratégicos del desarrollo sostenible, entre otras, las soluciones basadas en la naturaleza, la bioeconomía, los sistemas de transporte limpio, las energías renovables no convencionales y los sistemas alimentarios sostenibles, todos elementos transversales a los ODS y a las políticas sobre Cambio Climático.

 

Así de sencillo.

 

 

Luis Fernando Ospina.
Luis Fernando Ospina.

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